domingo, 11 de noviembre de 2012

NOSTALGIAS APARENTES

La lluvia, tras los cristales (Fotografía: J. L. M.)
Parece intensa la poquedad de la rutina
pero aún no alcanzó la velocidad
de la tormenta. Siempre crece el rumor
del oleaje sobre la media noche
del viento. Si es del norte, viene seco,
sin apenas historia. Si asoma por el islote,
al socaire del refugio natural de la Cala,
trae aspavientos que mueven la misma
orilla del verano, cuando el agua besa
los cuerpos y eleva sus sueños hasta
los lejanos silencios. Se enfurece sin motivo
aparente. Pero así sucede, venga el viento
de su cueva o de las etéreas mansiones
cuyos ruidos parecen arbotantes
que sujetan la bóveda celeste.
Son nostalgias sin sonrisas.
Son galopes de furia sobre la humedad
de las rutas marinas sin gobernalle.
Minucias para expertos pescadores,
siempre en dique seco, sin olor a la brea
que reina cuando se calafatea.
Ponen así distancia a las atlánticas
saudades hechas recuerdos de cosas
que no llegaron a ningún puerto conocido,
algún que otro amor aún añorado
en esta vejez que llega mientras el mar
se entra en los ojos que atisban, lúcidos,
su llegada mientras apartan los visillos.


José Luis Molina Martínez
Calabardina, 10 noviembre 2012

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