Hay pocas cosas pertenecientes a la vida diaria que no entienda. Pero, entre las que non capisco, se encuentran la celebración de los días del abuelo, de la madre, del obispo, del orgullo gay y de la violencia de género, entre otros días. Como el del municipio o sindicato. Yo estoy contra todo modo de violencia porque, si hace daño un golpe, hace más la tortura psicológica. Estoy en contra del día del orgullo gay porque no hay que hacer alarde de nada: uno es como es y se acepta y no pasa nada, que es lo que yo hago. Porque, si esto sigue así, solicito desde ya el día del hombre. ¿Hace falta ese día para reivindicar que soy hombre? Pues no lo sé. Yo soy como soy y ahí estoy. ¿Por qué tengo que manifestarme diciendo cómo soy si los otros se dan cuenta con sólo mirarme y tratar conmigo? Este es mi modo de enfocar este tema, en el que tampoco profundizo, porque puede resultar contrario a algunos intereses y de ahí el mantener esas que ellos llaman conquistas. No hay nada que conquistar ni reconquistar. Tengo amigos y amigas de todos los géneros y eso me honra y enriquece. Con relación a la violencia de género, mal nombre por otra parte, la único que se necesita para tratar de erradicarla es educación, cultura, enseñar que el mundo, le gente, no empieza y acaba en mí mismo, sino que los demás tienen sus derechos y hay que respetarlos. El otro comienza en donde yo acabo. O viceversa. Toda esta perorata que al algunos les incitará a la controversia viene al caso para decir que Märta Tikkanen publicó en Europa -Finlandia- en 1978 este libro que hoy presento. A España llegó en 1989. O sea, a España casi todo llega con retraso. Pero este libro no es una historia de amor, ni de desamor. Es la historia real vivida por una mujer casada. El libro recoge los problemas que crea el alcoholismo del padre, del esposo. Yo respeto todo esto. Lo único que quiero es que lean este libro que manifiesta el malestar, la desgracia, la puta vida que ha de vivir una mujer por culpa de un hombre. Otro día será al revés.
Al principio se tiene una sensación agradable
francamente vertiginosa e incomprensiblemente
maravillosa
de que a pesar de todo también hay gentes que ven
detrás de la fachada
que saben y se dan cuenta
Pero después todo se vuelve
todavía más difícil
Luego viene la pregunta:
¿Por qué no te vas?
¿Por qué no te vas?
Infinidad de veces he estado a punto
de marcharme
si este periodo no es
el último
entonces me voy
si los que van a pagar el pato
son los niños
entonces me voy
si además empieza
a mentir
entonces me voy
y si alguna vez me pone la mano encima
a mí
entonces me voy
cuando los niños
ya no puedan más
entonces sí que tengo que irme
Y todo eso pasó
Sin embargo no me fui.
¿Por qué?
José Luis Molina
Calabardina, 13 de marzo de 2014
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