Este poemario de Agustín García Calvo es de 1979. Como siempre andaba el filósofo en contra del régimen, le compraba sus libros para corresponder. Como poeta, pues aquí está.
I
A ti, negrura del agua,
madre mía, mi reina mora, raíz del mundo,
maestra de niños ciegos,
aquí te conjuro.
De pensamiento vacía
calavera, preñada de algas y escaramujos,
mi luz de mi luna blanca,
aquí te conjuro.
A ti, que nombre no tienes,
yo te nombro, y por ser quien eres y por lo mucho
que con tu falta me llenas,
aquí te conjuro.
Yo mismo, a falta de otro,
yo, al que otros dicen 'tú' para hacerlo suyo,
a ti, la que ya no eres,
aquí te conjuro.
En tu regazo y tus pechos
derramando las rosas negras y el vaho humo
de letras y letanías,
aquí te conjuro.
Para que huyas y vengas
y que acudas y que te vayas, que todo es uno
que te hundas y que amanezcas
aquí te conjuro.
Con fuertes nombres vacíos,
ordenando tu miedo mío en dorados números
de lo hondo de mí y del cielo
aquí te conjuro,
y por Poniente y Naciente,
por delante y por detrás, por lo alto y por lo profundo
y a la izquierda y derecha mía
aquí te conjuro.
Eh madre, aquí te conjuro,
mi verdad y mentira mía, mi propio luto,
luciérnaga de mi noche,
relámpago mudo.
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