QUEDEN TODOS EN PAZ
Pasado el hueco del silencio impuesto
por el haz del halo y el tilo, asumidos
como óbolo natural, ateridos
los signos exteriores, en el cesto
de la ofrenda ubicados pongo el resto
de mi sangre y mi contento, cogidos
con mis manos los restos percibidos
de mi estirpe y acre llanto. Noble gesto
en la íntima penumbra de la loma
donde sita la dicha del doliente
mientras la luz se quiebra espeluznada.
Supe así el nombre de tu nombre. Toma
mi solitud en nombre del sapiente.
Nadie
beberá el agua derramada.José Luis Molina
Calabardina, 20 julio 2013
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