Sangran en estío heridas de mayo
a la lumbre del olvido abiertas,
hasta ahora de lágrimas cubiertas
por si, cauterio fúlgido de rayo
de amor, con la fidelidad del ayo,
memoria avivase y voces inciertas.
Mirada nívea tuya perviertas
y de cenizas te cubran el sayo.
Es suplicio tu solitud altiva
mientras esta en mí pura llama oscila
al pairo de la tristeza y de la noche.
Viene salobre el silencio en derroche
de fortuna, que no en vano Sibila
de tu falsía advierte y ánima esquiva.
José Luis Molina
Calabardina, 7 de julio de 2013
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