Cuando el ángel del licor oscuro se hace óvalo azul, la poesía parece el pan del desterrado. Te invito al banquete a sabiendas de que es sólo un festín de palabras y sentimientos más o menos ocultados, alguna vez exteriorizados, siempre íntimos.
domingo, 3 de abril de 2011
DIANA RAMÍREZ DE ARELLANO
Cuando el alma se serene (mañana,lunes), aunque no haya mucha luz en todo el día, pero sí soledad y silencio, seguiré con el tema Alfonsa de la Torre y todo lo que la rodeaba, si es que temas mucho más primordiales se solucionan antes. Pero, mientras tanto, voy a dar a conocer un poema de su amiga Diana, la segunda, tras Josefina Romo, que escribe sobre ella, en el que la cita.
El poema, sin título, se ha publicado por Pedro López-Adorno, en Papiros de Babel: antología de la poesía puertorriqueña en Nueva York, 1991.
No al chopo ni al laurel alabo aquí
ni al abeto ni al pino ni al álamo o al cedro
plantados en la palma rugosa de Castilla
o el fértil orilla de otro triunfo
de la mágica mano de mi amiga*.
No canto aquí de Alfonsa-Alondra**
en el distante Cuéllar sus pinares.
No invoco a Don Antonio***
aunque poseo un poco su olmo centenario
en la colina de Soria pura.
Amor convoca aquí, común a nadie, un árbol
desconocido, latiendo estremecido. Un pensamiento
en la ribera que no lame el Duero vuela
porque yo conocí
otro río profeta que en mi infancia
cita de amor me hiciera con su nombre
de Río Portugués a mis diez años
para un amor veintidós años lejos.
Perdóname, amor mío, la hirviente hondura
de mi sangre playa que dispone inconsciente
de mi cifra primordial.
Perdóname tu bosque si le digo:
"Los árboles del mundo serían uno,
los árboles del mundo este,
este árbol guía para mi soledad.
Aún beben sus raíces a orillas de otro río;
es mío como mi isla y mi niñez reclaman
eje de amanecer en el Caribe****.
Árbol pensado en Dios
que ordena los niveles:
raíz a copa, espacio en su lugar.
Lo que vivió ignorado
al alba de su magma misterioso
entre el caos bullente
alarga su verdad.
Es compañero fiel,
me lame su caricia
en cualquier latitud;
alentado por mí
viene conmigo,
duerme a mi lado,
vive de mi calor.
Abierta está su copa
con el dorado zuño
ámbar sobre la nieve,
para mojar mi lengua
en sabia savia
y calentar mi mano
en trópicos de almíbar.
Árbol perpetuo de mi isla buena,
como sus Aguas Buenas,
como su bierbabuena,
perpetua idea buena,
árbol reiterado.
* Elegías desde la orilla del triunfo (Josefina Romo Arregui)
** Alfonsa de la Torre, la genial poeta que escribió: me llamaban Alondra / pero yo sabía bien que me llamaba Alfonsa / y Dios bien lo sabía
*** Antonio Machado, desde luego
**** El canto está dedicado al Jobo de las Indias (ciruelo ácido o amarillo)
Ilustraciones: Alfonsa de la Torre, Diana Ramírez de Arellano y lápida de Josefina Romo
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El mejor poema a un árbol que he leido hasta el momento.
ResponderEliminarLa voz del poeta discurre libremente y con arte magistral.
Manuel Lasso
Novelista
Es una poeta muy interesante. Me he hecho de muchas de sus obras y la conozco bien. Me interesó en principio, por su amistad con Josefina Romo y Alfonsa de la Torre, pero es una voz personalísima. Estoy trabajando la correspondencia Romo-de la Torre y espero que por ahí salga Diana. Gracias y mi afecto
EliminarEs una poeta muy interesante. Me he hecho de muchas de sus obras y la conozco bien. Me interesó en principio, por su amistad con Josefina Romo y Alfonsa de la Torre, pero es una voz personalísima. Estoy trabajando la correspondencia Romo-de la Torre y espero que por ahí salga Diana. Gracias y mi afecto
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