lunes, 20 de noviembre de 2017

MIGUEL HERNÁNDEZ SEGÚN DÍEZ DE REVENGA

Francisco Javier Díez de Revenga. Miguel Hernández: en las lunas del perito. Introducción: Aitor L. Larrabide. Orihuela. Fundación Cultural Miguel Hernández. 2017. Biblioteca Hernandiana · Varia. ISBN: 978 - 84 - 942823 - 6 - 2.
Cuando era algo poco más que jovencito, buscaba los libros de Miguel Hernández en librerías que los vendían, generalmente de la editorial Losada. Eran libros prohibidos por la censura franquista y ya sabíamos a lo que nos exponíamos si éramos descubiertos. Era como el contrabando, pero intelectual. Cuando llegó la transición, algún partido político, que parecía habernos salvado la vida, se apropió, al menos así lo interpreté, de su figura y obra. Entonces me alejé del poeta. Llevaba a mis alumnos a su casa de Orihuela y le dedicaba el tiempo que se me ocurría. Pero le perdí la devoción que le había tenido. ¿Quién es nadie para raptar la obra del poeta oriolano y la de Antonio Machado y levantarla como estandarte de liberación? Todo era Hernández y Machado. En cualquier conversación salían Machado y Hernández. Aquello me mataba porque parecía un salvoconducto para dar entender que se estaba de su lado político o que cada uno era un experto en estos poetas que fueron carne de exilio y de prisión. No era lo afectivo, era lo político. No quiero que nadie me dirija hacia ninguna parte, no quiero que nadie me libre de nada, ni que nadie me salve de la vida, pues de la vida me acuerdo. Porque quien lo decía lo repetía como consigna, además, sin haberlo leído. Hay que dejar a cada persona con su pequeña historia personal y no marcar directrices. Ni enseñar, como un atributo de poder para machacar con la auctoritas. Es el puro testimonio lo que atrae a los demás.
Aquí está este escaparate y sólo el que lo desea lo mira y lo lee. No es el tolle et lege  agustiniano que siempre me ha parecido imperativo. Aquí sólo se lee por voluntad propia. De cuando en cuando, releo al poeta del que se apropiaron sin necesidad, sí para mostrar como bandera una víctima del franquismo, por ello repudiable. Me refiero al franquismo, no a los que me lo quitaron de mi referencia. El poeta debió de quedar a disposición de sus lectores. Pero... Sin embargo, este libro me ha interesado porque me ha puesto en contacto con aspectos literarios y biográficos que, si eran interesantes entonces, ahora lo son más, recobrada la perspectiva y borrado ya por el tiempo y la distancia aquello que me molestó en la transición y años posteriores. Sobre todo me ha permitido cambiar mi chic sobre el poeta y darme cuenta de que mi alejamiento sólo me perjudicó a mí mismo.
Tengo noticia de la Fundación Miguel Hernández. Sé de su trabajo. Del trabajo del Director de la Fundación Cultural Miguel Hernández, Aitor L. Larrabide, quien escribe la introducción del libro. Leyendo el prólogo, quizá no haga falta leer este resumen. Aunque, si no se lee, siempre faltará una opinión. También he destacado en Puente Atlántico, en otras ocasiones, la labor intelectual del catedrático, ya emérito, de la Universidad de Murcia Dr. D. Francisco Javier Díez de Revenga, a quien corresponde la autoría de este libro que ha sido editado con sobriedad, pero con gusto. Se acompaña de algunas fotografías que ilustran los diecinueve capítulos de que consta el libro. Antes de comentar el contenido, quiero detallar la dedicación intelectual del profesor Díez de Revenga al escritor de Orihuela: Estudios literarios: uno. Ediciones: seis. Artículos en revistas académicas y universitarias: veintisiete. Reseñas: seis. Congresos: dieciocho. Capítulos de libros: catorce. Artículos de prensa: veinticinco. Cursos y conferencias: treinta y cinco. Suficiente bagaje para calificarlo como especialista en el poeta Miguel Hernández y hacerlo con la brillantez que acostumbra. Sus artículos dan muestra de sus conocimientos y los datos que entrevera indican horas de investigación, pues su investigación no se comprendería sin pensar en las revistas, periódicos y libros que ha debido leer para transmitirnos cuanto vamos a leer.
Son diecinueve los capítulos que lo componen, todos independientes, todos relacionados, escritos en fechas diversas, a partir de 1971. Se refieren a aspectos biográficos, porque es obvio saber del personaje, y a otras varias -silua de varia leccion- temáticas referentes al poeta y sus influencias y concatenaciones con otras épocas, incluso la actual. Díez de Revenga conoce perfectamente una sólida bibliografía, la que maneja y le es útil, y domina otros recursos y los resortes de quien está acostumbrado a relacionar, inferir, deducir y entremezclar saberes. Podría haber introducido la relación de Bleiberg con Hernández en la cárcel de Torrijos, como un referente más de la amistad de la generación del 36. Pero esto es sólo una anécdota, porque ese primer capítulo sirve para construir el entramado que lo va a proyectar hacia aventuras de mayor trascendencia, mapa tan bien trazado que analizará las relaciones regionales y las nacionales del poeta. Sin olvidar, por supuesto, cuanto encuentra en la obra de Miguel Hernández desde 1933. Así hace con Perito en lunas y los poemas que quedaron fuera, octavas reales brillantes que no desmerecen en valor literario de las que eligió para el libro.
La relación de Miguel Hernández con los literatos de Murcia, el diario La Verdad y la revista Sudeste  queda especificada y clarificada. Por aquel entonces, en la Universidad de Murcia tuvieron su cátedra Jorge Guillén (1926-1929) y Joaquín de Entrambasaguas (1934-1941). Eso quiere decir que las actividades literarias aumentaron, por ser profesores y escritores, así como las relaciones con localidades cercanas, como son Cartagena (Carmen Conde, Antonio Oliver, María Cegarra), Orihuela (Miguel Hernández, Ramón Sijé) y con menor intensidad Lorca (Antonio Para Vico, Miguel Gimeno Castellar), ciudad que no consigue tener un literato de la valía de los de Cartagena u Orihuela. Vuelvo aquí a reseñar las relaciones entre Entrembasaguas y Germán Bleiberg, pues aquel fue profesor de Bleiberg, cuando este sale de la cárcel de Torrijos, en la que fue seis meses compañero de Miguel Hernández, y de Alfonsa de la Torre, que fue también su alumna y becaria en el CSIC. Entrambasaguas era entonces profesor de la Universidad de Madrid y fue director de la tesis doctoral de la poeta de Cuéllar sobre Carolina Coronado.
Pero no son estas relaciones las únicas que analiza el profesor Revenga sino que, por un lado, se ocupa del valor dialectal de la poesía de Miguel Hernández en un serio estudio filológico. Así se va entretejiendo la presencia de Miguel Hernández en la literatura y en la tierra, así analiza las tres heridas del poeta, amor, muerte y olvido, es decir, manifiesta cómo bebe la poesía del oriolano de la tradicional, lo que contribuye a difuminar aquel sambenito de poeta inculto. Porque Díez de Revenga se ocupa también de la conexión entre la poesía de la vanguardia y de la generación del 27. El profesor Revenga inicia el libro tirando una piedra al centro de la laguna poética del poeta de Orihuela y la onda expansiva nos ha conducido a numerosos lugares en donde se ven los antecedentes, la huella o la presencia de otros poetas. Y, de este modo, nos sumergimos, al llegar a los clásicos, en la influencia de Lope y de Góngora en la poesía o teatro del poeta Miguel Hernández. La versificación clásica hernandiana sólo puede proceder de la lectura de estos grandes poetas. Por ello, parece un poeta clasicista como consecuencia de su plena incursión en la generación del 36, diletante del soneto y de otros metros cultivados por poetas del 27 y de la preguerra quienes, a su vez, bebieron de los poetas renacentistas y barrocos.
Si sólo fuese de este estilo el resto del libro podríamos sentirnos dichosos por las posibilidades que abren las relaciones que el autor analiza y su lectura nos iba a ser igualmente provechosa. De este modo, se acrecienta la valía del poeta y el lector va conociendo las posibilidades que tiene una lectura provechosa de la obra de Miguel Hernández. Porque este libro es de buen provecho para todos los lectores posibles, tanto universitarios como estudiantes de literatura. Pero, en verdad, quien va a extraer un buen provecho de su lectura son los amantes de la poesía de Miguel Hernández. Porque la pureza de los versos del poeta, tan límpidos y claros como la luna de Orihuela, necesita un lector/a que disfrute con los poemas, que sepa profundizar hasta el tuétano de los versos del poeta sin suerte en la vida. Son tantas las anotaciones del profesor Díez de Revenga, son tantas y tantas las anotaciones puntuales aclaratorias, el mundo culturalista que circunda cada uno de los capítulos o artículos del libro, que parece este libro un tesoro, un pozo de cuyo fondo se pueden extraer tantas lunas como se busquen.
Es de notar la bibliografía que el profesor de la Universidad de Murcia va dejando, como jirones de sabiduría, tras su larga vida intelectual. Unas veces es Gerardo Diego, otras Miguel Hernández, otras la Generación del 27. Tuvimos la oportunidad de comentar los libros anteriores del citado profesor y ahora tenemos la suerte de hacer lo mismo con este libro sobre el poeta oriolano. Ofrece siempre productos no perecederos de los que se puede extraer alimentos útiles para mantener viva la inteligencia y continuar un aprendizaje fuera de las aulas que, en verdad, va a ser propicio para un mayor conocimiento del escrito y circunstancias del gran poeta de Orihuela Miguel Hernández, por tantas cosas vinculado a Murcia. Nada mejor que la lectura de este libro como homenaje al poeta del que el 28 de marzo se cumplió el 75 aniversario de su muerte temprana.

Y, para que ustedes vean lo que es la vida, la Lotería y Apuestas del Estado Español  homenajea a Miguel Hernández en el 75 aniversario de su fallecimiento. Y, hablando de fetichismos, el 30800 es el distrito postal de la Muy Ilustre y Muy Leal Ciudad de Lorca. Vaya por Dios. Poeta y lotería. Como Bécquer y la oda al dorso de un billete escrita.



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