miércoles, 26 de enero de 2011

ALFONSA DE LA TORRE (8)




Prometió regresar al otro día...

La estancia de Alfonsa en Madrid le sirvió para hallar una libertad social, que no encontraba en su pueblo, para relacionarse y gozar de otras amistades diferentes y diferenciadas. En Cuéllar, sólo compartía paseos y conversaciones con Manuela de Villalpando u otros personajes “ilustrados”. En Madrid, sin embargo, el ambiente era otro, pues se codeaba con mucha gente de su propio nivel intelectual con la que podía intercambiar conocimientos, opiniones y experiencias: Josefina Romo Arregui, Diana Ramírez de Arellano, Carmen Conde, Ernestina de Champourcin, Menchu Gal, Rosa Chacel, María Teresa León, María Zambrano, Concha Méndez, Maruja Mallo, Berta Singerman, Angie Simonis, Ana María Sagi, Lucía Sánchez Saornil, Irene Polo, Gabriela Mistral, Victoria Durán, entre otras, algunas de las cuales eran lesbianas confesas y otras lo confesaron después, como Gabriela Mistral, que amaba desesperadamente a Doris Dana, como confiesa en sus cartas, que los sectores conservadores consideran que "no son concluyentes" para definirla como lesbiana. Esto no quiere decir nada, pero es un dato objetivo.

No muestro sorpresa por la presencia de lesbianas en la literatura femenina moderna porque es un fenómeno constante desde la misma Safo, quizá antes. Si, como se ha dicho en otro capítulo anterior, la experiencia lesbiana se articula a través del concepto “feminidad”, a todas ellas se les añade como cualidad su preocupación por la situación de la mujer, pues no se debe olvidar que son las relaciones afectivas las que marcan su característica más visible. Diana Ramírez dice de Alfonsa que es “poeta de alto vuelo y defensora de los derechos femeninos”. Josefina Romo es el hilo conductor, pero pronto desaparece incluso de España. Diana, que la conoce por medio de Josefina, quizá sólo esté en España entre 1951 y 1954, pues se marcha cuando concluye sus tesis doctoral.

No hay que olvidar que muchas de ellas, como Alfonsa, viven mientras estudian en la Residencia de Señoritas, progresista y liberal, abierta al feminismo, y que en Madrid existe cierto Círculo Sáfico. Mercedes de Acosta (1893-1968) perteneció al “círculo de costura” y Menchu Gal quiso retratarla vestida de egipcia.

Para mí, hay una clara falta de evidencia de lesbianismo en la escritura de Alfonsa, a pesar de la temática que es objeto de su poesía, porque de su vida, en este aspecto, apenas conocemos sino maledicencias, lo que es un impedimento a la hora de leer el deseo o la pasión lésbica. Para mí, es posible que la sexualidad de Alfonsa se produzca entre el autoerotismo y el rechazo a la soledad, pero también por el miedo a contraer matrimonio, aunque esto es una conjetura, como casi todo lo que se diga hasta el estudio definitivo, o sea, hasta que haya pruebas más (de)terminantes. Es fácil -y posiblemente correcto- pensar que, descartado el hombre como objeto -o sujeto- sexual, sólo queda la mujer, la nada o la muerte de la pasión (el tiempo que dure..., como se dice ahora incluso de unión heterosexual). O simplemente la consideración de que la castidad está por encima de todo, por muy humano que sea. Eso sí, evidentemente, sus textos no tratan del deseo de sexo, no describen actos sexuales lesbianos (ni heteroxesuales) y son de una gran limpieza incluso en las imágenes que pretendida o presuntamente han sido comentadas como eróticas o lésbicas. Por ello, concluyo: para ver su escrito siquiera como literatura queer hay que hacer ciertas virguerías, aunque ahora mismo sólo estamos en el principio. ¿Acaso la alondra Alfonsa es lesbiana porque trata el tema de las amazonas? Debe esgrimirse algún argumento más. Pero, leida toda la obra de Alfonsa, ¿existe amplitud textual suficiente para realizar una crítica feminista que determine sin dudas el concepto que buscamos? Estoy casi convencido de que sólo el lector puede interpretar al escritor si el segundo consigue con el primero una interacción de índole cultural. En este sentido deberá ir la crítica. Sin predeterminar resultados.

Se pueden encontrar rasgos que se dan en la época madrileña, como la escasez de confianza en el matrimonio, sobre todo si pasa por la Iglesia y se consideran sus lazos irrompibles, y otros que se dan en ella misma, como su rebelión contra las normas sociales diferenciadoras, pero, en su literatura, no aparecen los tópicos amorosos clásicos comunes, como el perdón, el foedus amoris (pacto de mutua fidelidad), militia amoris (el amor como una empresa bélica), el reencuentro, el amor como dulce herida, el amor atormentado o la amada como diosa. Tampoco hay queja por no lograr amar ni ser amada.

Quien primero escribe sobre la poesía de Alfonsa es Josefina Romo, autora de un prólogo aséptico y tradicional en el que no nos descubre nada de la persona/ personalidad de Alfonsa y lo único que hace es apostillar sus aseveraciones con versos de la autora. Es prudente y sale del paso. Aunque cita a Safo, Santa Teresa, Sor Juana Inés de la Cruz y Carolina Coronado, ni siquiera entra en el análisis del poema más complejo o comprometido, Viento de despedida, que dedica a su prima María Luisa.

Ni siquiera advierte el sensualismo de alguna excelente descripción, como la que Sabiniano hace de la pastora, trasunta, a mi corto entender, de la misma poeta, Alfonsa:

Como un ala de luz, la cabellera
alumbraba su cara de manzana,
y con fiel languidez de enredadera

caía entre matices de avellana,
hasta tocar en sierpes la cintura
que hundía un ceñidor de mejorana.

Su piel era una piel de almendra oscura
y tenía en el gesto tanta gracia
que me borró de pronto la cordura.

Como gemelas hojas de una acacia,
sus ojos en el rostro relucían,
con un mirar de agua que no sacia.

Los pliegues de la falda le caían
como esmaltado prado, modelando
las formas que a través se percibían.

Repiraba de un modo quieto y blando,
brizando en la clausura del corpiño
dos tórtolas que estaban dormitando.


Versos más abajo, podemos leer:

Envuelta en el milagro de la luna,
Anarda, sin sandalias y en cabellos,
contaba las estrellas una a una.


A no ser que Alfonsa le dé otro sentido, Anarda es un nombre de pastora 'neoclásica', como llaman los poetas del XVIII Clori o Dorila a las suyas. Quizá se le pasara por alto, a la crítica, no a la autora, que, Anarda es también la destinataria de un soneto de Sor Juan Inés de la Cruz a su amada, porque el texto es equívoco, como todos los que quieren llegar a expresar experiencias místicas basándose en las terrenas:

Mandas, Anarda, que sin llanto asista

(Discurre inevitable el llanto a vista de quien ama)

Mandas, Anarda, que sin llanto asista
a ver tus ojos, de lo cual sospecho,
que el ignorar la causa, es quien te ha hecho
querer, que emprenda yo tanta conquista.

Amor, Señora, sin que me resista,
que tiene en fuego el corazón deshecho,
como hace huir la sangre allá en el pecho,
vaporiza en ardores por la vista.

Buscan luego mis ojos tu presencia,
que centro juzga de su dulce encanto,
y cuando mi atención te reverencia.

Los virtuales rayos entretanto,
como hallan en tu nieve resistencia,
lo que salió vapor, se vuelve llanto.


De Sor Juana Inés de la Cruz se dice que tuvo un amor (platónico) por María Luisa Manrique de Lara. Según Octavio Paz (Sor Juana Inés de la Cruz o Las Trampas de la Fe, 1982), ese amor era correspondido, pues ambas se quedaban solas en la celda de la monja cuando la dama de la alta sociedad mexicana la visitaba. ¿Otra vez la maledicencia?

En la actualidad, en México se ha fundado una asociación lésbica que se denomina El closet de Sor Juana (www.culturalesbiana.blogsone.com/2006/11/20/el-closet-de-sor-juana/

lunes, 24 de enero de 2011

ALFONSA DE LA TORRE (7)




¿Es posible y/o conveniente una lectura sáfica de la poesía de Alfonsa de la Torre?

Hasta la web oficial de José García Nieto admite que recibió el premio Adonais por Dama de soledad, con lo que la bella Juana García Noreña, en realidad María Ángeles (Angelines) Fernández Borbolla, casi siempre se le quita el primer apellido, fue alguien que se plegó al juego de la impostura para caer en la miseria oficial de donde la rescató Alfonsa de la Torre. ¿Fue en al año 1951, como se dice, o en el 1952? Digo 1952 -la biografía actual de la poetisa no es muy concreta en datos y la siguiente tendrá problemas para detallarlos- porque quizá se fuese a vivir con ella a Cuéllar, a esa finca llamada “La Charca” (un retiro como el de Fray Luis en “La Flecha”), tras la muerte de su padre, con quien Alfonsa estaba muy unida, y fecha en la que abandonó el piso que tenía alquilado en Madrid. Este hecho tan natural provocó el odio de su hermano Basilio, quien procuró y consiguió hacerle la vida imposible, expulsó de “La Charca” a Angelines (Ángela, Ángeles o sencillamente Juana) tras el fallecimiento de su hermana, a quien Alfonsa le había dado derecho de permanencia en su casa en el testamento que hizo, quemó los inéditos de su hermana y vendió la biblioteca familiar, a la que tampoco tenía derecho pues la heredera era ella y lo que quería hacer de la casa solariega era una Fundación Cultural. Este Basilio era todo un dije.

También nos ofrece, entre otros testimonios ya conocidos por publicados en este bloog, noticias de este asunto, Ernesto Escapa: “EL JARDÍN DE LAS POETISAS. “En los bajos de Cuéllar se conserva entre arbolado la finca La Charca, cuyo chalet modernista albergó la existencia esotérica de una poetisa singular: Alfonsa de la Torre. A su familia perteneció también el palacio románico donde se casó Pedro I, situado en la calle del Colegio. Nacida en 1915, se doctoró en Letras y viajó por Europa antes de recluirse en su paraíso de Cuéllar, rodeada de árboles y animales exóticos, desde pavos reales a tigres. Aquí hizo su obra y vivió sus amores, siempre en la cuerda del riesgo. Se abrasó en el horno alquímico, vaticinó hechos venideros, como la nevada del día de su muerte, vistió de tules en la escuela de Alejandría y arropó el desamparo de la poetisa Ángeles Borbolla, aquella muchacha indecisa que el Premio Cervantes José García Nieto usó como tapadera de un escándalo: premiarse a sí mismo en el Adonais de 1950. Dama de la soledad fue el título y Juana García Noreña su seudónimo” (“La posada del duque”, en laposadanet.com). Francisco Otero (El Adelantado de Indiana) afirma: “Juana era de origen asturiano y estaba unida al poeta José García Nieto por una relación sentimental que iba más allá de su común amor a la poesía”.

Me quedo con lo de “arropó el desamparo de la poetisa”, por la sensibilidad comprensiva del escritor.

De ese “vivir juntas” procede el todavía no proclamado a todos los vientos estigma de su posible/probable lesbianismo. A mí, personalmente, me parece, de ser cierto, una opción individual a ejercer por propia decisión y de ahí mi respeto -quizá indiferencia por la situación-. No por ello Alfonsa deja de ser una poeta excepcional aunque, de no serlo, no podríamos haber leído unos muy bellos poemas en los que parece abundar la temática erótica lésbica.

Mi intención no radica en comprobar si algunos o muchos de los textos de Alfonsa de la Torre admiten una lectura erótica lésbica, cosa que parece probada para algunos críticos literarios expertos, dado que “la experiencia lesbiana no se articula sólo a través de las relaciones sexuales, sino a través del concepto de “feminidad”, en el establecimiento de la relaciones afectivas”, según alguna opinión teórica sobre la que volveremos. En la novela, sólo hay que “cuantificar si los personajes femeninos principales hacen el amor”. Mi intención estaría por el camino de la segunda premisa, concretamente en saber si mantuvo alguna relación con otra persona –como sabemos, entre otras, de Carmen Conde–, con Juana (Ángeles) sólo, o con nadie, pues, según su biógrafo, al intentar el médico en su última enfermedad (cáncer de matriz) hacerle una exploración, “Alfonsa, muy alterada, prorrumpió en grandes voces diciendo que a ella nadie la tocaba entre gritos de ¡soy virgen!, ¡soy virgen!”, lo que da la sensación de que era un poco retrógrada en estos asuntos sexuales y de tener un pudor exagerado.

Con relación a Alfonsa, por supuesto, no tenemos información de lo que pudiera suceder en su vida privada y la de Juana (Ángeles). Pero, como acepto y creo que los poetas son (re)interpretables de cuando en cuando, o casi siempre, es mi deseo comprobar si es correcta la utilización de una teoría feminista con relación a su vida y a su obra. No sé si es correcta una lectura sáfica de Alfonsa de la Torre, pero sí es correcto que el lector sepa el enfoque al que se ha sometido su poesía quizá desde el primer estudio de Diana Ramírez de Arellano, como ya veremos en su momento.

Acaba de aparecer al público prácticamente Vida de Alfonsa de la Torre (Madrid, Eila Editores, 2009) escrita por Jesús González de la Torre, quien, como pariente, debió conocer bien aquella situación y así la describe, aunque no toma partido pues se hace eco de cuanto sobre ella se había escrito: “Su llegada a Cuéllar desató todo tipo de comentarios en el pueblo, desde la posible relación lésbica de la pareja a la más extendida y disparatada relación de madre e hija” (p.72). Una de sus características personales, en opinión de su biógrafo, era ser “defensora de la libertad de la mujer” (p. 76): "Su reivindicación de la mujer, auténtico feminismo sin connotación política ni oportunista, nacía de su valiente y rompedora personalidad, y se servía de su poesía para manifestarlo" (p. 35).

El mismo Gonzálz de la Torre expone: "Al referirnos, unas líneas más arriba, a la heterodoxia femenina, viene a mi memoria, por curioso, un hecho ocurrido hace un par de años. Un amigo cuellarano de Alfonsa, indignado por las insinuaciones vertidas en un libro en el que se hacía referencia a las posibles inclinaciones lésbicas de la poeta, me hizo llegar una carta, con fotocopia incluida, de un escrito dirigido al alcalde el pueblo, que había subvencionado el libro, pidiéndole la retirada de la edición” (p. 63).

Los vientos soplan hoy favorables a todas las heterodoxias. Lo que quiero significar no es que no se trate el tema o que se oculte, Dios me libre, sino de encontrar verdaderos argumentos para que los resultados que hallemos, fueren los que fueren, sean, eso sí, verdaderos, y a cada uno se le restituya a su condición primigenia.

No hay que olvidar que su poesía, autobiográfica en muchos sentidos, es críptica en el terreno sexual, pero tampoco hemos de olvidar que conoció durante la guerra civil a un joven italiano, “con el que paseaba de la mano por las calles de Segovia en estado de arrobamiento, diciendo amore, amore” (González de la Torre, p. 48). Luego ajena al amor que despierta un hombre en una mujer no lo era. Otra cosa es que tuviera una vida sexual activa con hombres de su agrado.

sábado, 22 de enero de 2011

ALFONSA DE LA TORRE (6)






Que sí, que continuaré con el tema por donde iba y seguiré con otros asuntos delicados que atacaré de seguido. Pero no quiero precipitarme y estoy estudiando cuanto leo y pienso, porque no quiero dejarme llevar por primeras impresiones ni por lo que dicen los estudiosos.

He adquirido un libro en una librería de viejo, caro, en el que Diana Ramírez de Arellano se ocupa de Alfonsa de la Torre: Poesía contemporánea en lengua española, de 1961. En él se publica el primer análisis serio de la poesía de la poeta de Cuéllar y los que de ella se ocupan en la actualidad han debido leerlo, iba a decir que a la fuerza, porque es casi imprescindible: marca el camino a seguir. Diana, amiga de Alfonsa por medio de Josefina Romo, da como en prensa, es decir, como de próxima aparición, tres nuevos libros: Adolescente en Laberinto, Plazuela de las obediencias y Memento Andrómeda. Sólo se publicó el segundo.

Esta buena amiga de Alfonsa vio y tuvo en su mano esos libros y copió algunos poemas que, de no haberse incluido en su ensayo, se hubieran perdido. Los poemas que siguen formaban parte del libro Adolescente en Laberinto.


SONETOS

Estoy en el umbral del Laberinto
dejando a un lado mi jardín de lauro,
y, aunque escucho mugir al Minotauro,
no tiembla mi columna ni su plinto.

Espero que el valor no quede extinto
por un lapita más, por un centauro,
ya que se eleva mi Ascendente en Tauro
corona ganaré en azul jacinto.

Puso en la empresa velas desplegadas,
que las negras se fueron por la borda
porque no ocurra aquí lo que a Teseo.

¡Oh mis siete parejas consagradas!,
no temáis al amor, ni a quien lo aborda.
¡La máscara del monstruo por trofeo!




Como lluvia de marzo en el sotillo
oigo tu voz por pájaros herida,
el aire se la lleva, conmovida,
aromando de rosas el tomillo;

entre el trigo maduro, sólo un grillo
canta consciente su canción vencida,
y es en la noche una emoción perdida
la silueta intangible del castillo.

¿Por qué con tus acentos melodiosos,
abiertos a la tímida arrogancia,
no colmas mis sentidos ambiciosos?

Habla, que hasta en los párpados escrita
tengo tu voz, antigua resonancia
que mi cansada sangre necesita.




Ya siento que a mi lado no te siento
y sólo tu silencio me acompaña;
con tu ausencia la estrella me es extraña
y es la flor causa de mi desaliento;

en la clausura del remordimiento
la espina audaz, que sin descanso daña,
procura, firme, adolorar la entraña,
declarando la guerra al pensamiento.

¿Por qué es la noche como ayer, serena?,
¿por qué se besa el tilo con la acacia
y están los pies desnudos en la arena?,

¿por qué todo es igual y no acontece
que al faltar el influjo de tu gracia
el campo, todo, de dolor, perece?

(Nota: la primera versión de este soneto aparece en Égloga)




Detrás del ventanal, codo con codo,
vemos caer la nieve sigilosa...
Tú dices: "-La mortaja de una rosa-".
Rápida atajo yo: "-De ningún modo.

Son las canas del Estío. Sabio todo.
Las virutas del mármol de una fosa-".
"-¡Oh mi culta doctora primorosa!,
el amor no le va, busque acomodo-".

"-Está bien, mi señor. Y si profeso
el alto grado de los ruiseñores,
¿qué extraño es que lo ejerza con el pico?-"

"-¡Pequeño corazón de mis amores!,
pues deja que yo pique ese acerico-".
... Y así nació entre nieve el primer beso.




Paloma de papel, carta primera,
ven a mí con tus picos impacientes,
te abriré con mis uñas, con mis dientes,
te besaré después de tanta espera.

Te anidaré, paloma mensajera,
entre mis manos suaves y calientes,
y candados pondré, pondré serpientes
que custodien tu buche y mi quimera.

Háblame de él, amiga silenciosa,
aunque por sangre me devuelvas tinta
y en lugar de su voz, patas de araña.

Viérteme el contenido de tu entraña,
y no críes, ¡por Dios!, pájara pinta,
que la ausencia de amor es dolorosa.



Ilustraciones: Rudolf Schuler, pintor alemán que reside en Altea.
Fotografía: Alfonsa de la Torre

viernes, 21 de enero de 2011

ALFONSA DE LA TORRE (5)





VIENTO DE DESPEDIDA

Para mi prima María Luisa


Viento de despedida, este que mueve
nuestros cabellos y la hierba frágil.
Cerca, el dolor de pálidos rastrojos
languideciendo al sol sin sus espigas
que fueron voz de luz, otras mañanas.
Las colinas acuden a su duelo
y no hay gota de flor que las dilate
una muerte por siglos esparcida:
yacen bajo las nubes, osamentas
de gigantescos monstruos, calcinadas.
Y más cerca de mí, los girasoles,
-última hornada del muriente estío
que en tallos delgadísimos se ofrecen,
como doradas tortas, a la vista-.
El viento los columpia entre las hojas
y finge en la rizadas coles, lunas.
Mueve luego estos álamos amigos
de cimbreantes troncos y altas ramas
alzadas al azul en suave canto.
Sus hojas, por el talle suspendidas,
tiemblan ante la muerte que se acerca,
llenando el aire claro de sollozos
y su verde en adiós derrochando.
Nos envuelve también el viento triste
a las dos, que en cercana despedida
disfrutamos la sombra de los tiemblos
con lentitud de claustro en nuestras almas.
Arroyo niño nace entre nosotras
y corre por los tréboles sencillos
y con su risa atrae los ruiseñores.
A su paso, campánulas de grana,
chirivitas rosadas y azulinas
se aduermen con la esencia de su cauce.


(Fragmento del poema perteneciente al libro ÉGLOGA)
Ilustración: Margarita P.

jueves, 20 de enero de 2011

MARÍA DEL AMOR HERNÁNDEZ





Bien sabe Dios que, cuando recibí un par de correos con algunos de tus poemas, los que abajo se pueden leer, para que yo te diese una opinión de los mismos, como si ya fuese un venerable anciano o un poeta celebrado, andaba metido en un berenjenal del que he tardado casi dos años en salir. Por ello, mi retraso en contestarte, Amor, y por ello los incluyo en este bloog, ahora que me encuentro casi muy bien. Bueno, por ello y porque malditos sean los que te robaron el ordenador y se llevaron casi todos tus poemas. Así, por si estos los habías perdido, los dejo aquí a continuación para que los leas. Yo tengo una costumbre: cuando escribo poesía, que recién escrita me parece la mejor del mundo, la dejo en un cajón olvidada y, pasado un tiempo prudencial, cuando está llena de polvo, como el arpa de Bécquer, la vuelvo a leer.Ya me parece menos celestial y me pongo a corregir, a trabajarla. Pero eso es lo que yo hago. Tú debes hacer lo que tu numen te indique.

Poemas rescatados


AMOR Y REGALOS

En una noche de navidad ,
en un pueblo blanco y dorado,
las luces dentro de las casas
rutilantes van tintineando,

Por el sendero, se ven bajar
pastores, camellos cargados,
uno de mirra, otro de incienso
el otro con muchos regalos.

Van detrás de una gran estrella
que en la noche les va guiando,
¡Tened cuidado con la cuesta!
¡Eh! bajad despacio, despacio.

Los llevan a un niño pequeño,
un niño divino y humano,
es hijo de María y José
que en un pesebre está llorando.

Una luz brillante en el cielo,
les va guiando hasta el frío establo
traen patucos hechos a mano
y gorritos rojos y blancos.

Llegan los pastores a Belén
y detrás de ellos sus rebaños,
el niño chiquito se ríe
al ver a los tres Reyes Magos.

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MI HABITACIÓN

Mi casa se refugiaba abrigada,
en un recodo del Mediterráneo,
asoma el mar temprano, en mi ventana,
se oye a lo lejos tañar las campanas,
repican a misa, el mar a mañana.

Amanece mojado con las gotas
jugand, en el cristal de la ventana,
mis ojos se enturbian de vaho y escarcha,
miro a lo lejos como se vistió
de plomo, la mar en la lontananza.

La lluvia densa empujado las olas,
la blanca espuma, en las rocas estalla,
en mi habitación soledad y ecos,
mi libertad en ella encarcelada.

Quiero que mi amor parezca locura,
por tu amor, lloran las olas y mi alma,
¡Dejad que llore! En las noches oscuras
¡Dejad que llore! Hasta que llegue el alba.

±±±±±±±±±±±±±±±±±±±±±±±±


LA TORMENTA

Esta noche tengo miedo
tengo más miedo que nunca,
las calles están vacías
y fuera un gato maúlla.

Estoy yo solo en mi cuarto
sólo vislumbro penumbra,
se refleja en la ventana
la tenue luz de la luna.

Se apagaron las farolas
quizás sea por la lluvia,
otro relámpago fuera
mi dormitorio alumbra.

Esta noche tengo miedo
tengo más miedo que nunca,
¡Que termine la tormenta!
que tantos truenos me asustan.

Veo sombras vacilantes
sé seguro que son brujas,
quiero que entres y me arropes
y tápame hasta la nuca.

Algo hay bajo mi cama
y cuando miro se oculta,
el reloj abajo suena
da las campanadas… la una.

Quiero que sea mañana
oír el gallo que madruga,
levantarme mirando el sol
disipar todas las dudas.

Esta noche tengo miedo,
tengo más miedo que nunca.

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

ESPECTROS DE UN CABALLO BLANCO

El despojo de la sociedad,
semilla en tierra de difunto,
murmullo, clamor del silencio,
silencio que quiere imponerse
al rumor de la vida y al tiempo.

Guadañas que muestran su brillo
en la hora triste del destierro,
cuerpos céreos y sin mirada
deambulan, bajo el cielo etéreo.

Entre nubes atizonadas
cielos sin color ni reflejo,
canta el cárabo impertinente
al compás de futuros muertos.

Cadáveres pasean inertes,
levitando y reflejándose
en imaginarios espejos,
susurrando tristes canciones,
cuentan derrotas de otros tiempos.

Tenebrosas noches que dejan
entrever futuros inciertos,
mientras agujas compartidas
encarnan sus ruinosos cuerpos.

Descaminados, peregrinos.
entre sombras solos y enfermos
por morir, siguen viviendo,
por morir ya están muertos.

ƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗƗ

QUIERO UN COLUMPIO

¡Quiero un columpio madre!
que suba muy muy alto,
que corte el aire y el viento.
un columpio de esparto.
En las ramas de un árbol
en las ramas de un cedro,
que me eleve a la luna
y viva en mi recuerdo.

Donde me acune el viento
que me envuelvan las nubes,
que los malos momentos
se borren y se nublen..

¡Quiero un columpio madre!
que me columpie lejos,
donde los niños jueguen
y se cumplan sus derechos.

Donde no me pegues más,
que se me quite el miedo,
y que me lleve a un lugar
donde me lean cuentos.

¡Quiero un columpio madre!
que nos lleve muy lejos,
donde no pegue papá,
¡No quiero, no quiero eso!

yo quiero soñar feliz,
tener felices sueños,
acostarme tranquilo
dormirme con un beso,

y ¡Pregúntame madre!
pregúntame que quiero,
quiero un columpio alto
que me aúpe hasta el cielo.

φφφφφφφφφφφφφφφ

MARIQUITA

Mariquita roja y blanca,
dime que famoso pintor
pintó a lunares tu espalda,
graciosamente dispuestos
lunares blancos de nácar.

Qué buscabas de mañana
buscas un florido almendro
repleto de flores blancas,
vuela, vuela, mariquita
vuela con lujosas alas.

Colócate una guirnalda
con las gotas del rocío
mariquita roja y blanca
y vuela sobre mi jardín
mariquita de oro y plata.

ﻼﻼﻼﻼﻼﻼﻼﻼﻼﻼﻼﻼﻼﻼﻼﻼﻼﻼﻼﻼ

¿CUÁL ES MI CULPA?

Pregunto cuál es mi culpa,
Con una presunción necia,
Que sin pecar se me acusa
Y al dolor se me sentencia.

¿Qué podría ser más raro?
Que el humor bajo consejo,
Que el frio mármol templado,
Que la vida bajo el miedo.

¡Dios, no puedo con esta cruz!
¿Qué ánimas son las que me aclaman?
Las que me alejan de la luz,
¿Qué obstinadas alas guardas?

Sobreviviendo a la noche,
Sin saber porqué, me llaman
Y sin usar mis dolores,
Intento vivir al alba.


‽‽‽‽‽‽‽‽‽‽‽‽‽‽‽‽‽‽‽‽‽

¿A DÓNDE, PADRE?

Se enredó tu cabello con el mío,
Añorando el calor de tu regazo
Tú, soberbio y galan, siempre calmado
Bajo el fruto de tu sagrado rio.

¿Dónde fueron aquellas horas padre?
Donde entre frescura y sol andábamos
Entre los campos claros y ondulados,
Sobre fragaancias y brisas suaves.

La etenidad divina nos separa
Y entre la noche solo el otoño acude,
Se enredó tu cabello con el mio.

Refugiándome en tu eterna mirada
En esta hora solo la muerte fluye
Coronado cano con lauro y espino.

miércoles, 19 de enero de 2011

LOS VIEJOS POSTISTAS NUNCA MUEREN







Suele ser tanto tópico como verdad aquello de que, dada mi edad, tengo más amigos desaparecidos que en vida terrena. Son amigos entrañables, amigos con los que, quizá, no hayas hablado ni una sola vez, pero se contacta con ellos por un motivo estético o artístico: música, literatura... Ha fallecido Carlos Edmundo de Ory y yo acabo de enterarme a través de Internet y hace ya tres meses -¿cómo puedo vivir tan alejado de los días y sus acontecimientos?-, con lo que el dolor parece que se agiganta porque ya es penoso perder un amigo y un poeta. Ya queda menos para acceder al lugar que él ya ha alcanzado.

La verdad es que fue Félix Grande quien, antes de saber del poeta exiliado en Amiens, chez madame Bernard, me enseñó e ilustró sobre el poeta con la lectura de dos libros suyos, Apuntes sobre poesía española de posguerra (Madrid, Taurus, 1970)y Carlos Edmundo de Ory. Poesía. 1945-1969 (Barcelona, Edhasa, 1970). En el primero, le dedica el capítulo titulado Carlos, Carlos... (pp. 79-95) y el segundo lo abre una introducción sobre el poeta gaditano y una antología de su poesía publicada hasta entonces. Esto significó, reivindicado, que se volviera a contar con él en el panorama poético español, del que lo echó la incompetencia cultural del régimen o de los hombres envidiosos del régimen.

Poseo los siguientes libros de Carlos Edmundo:
POESÍA
a) Los sonetos (Madrid, Taurus, 1963)
b) Poemas (Madrid, Rialp, Col. Adonais, nº 268, 1969)
c) Poesía. 1945-1969 (Barcelona (Edhasa, 1970)
d)Música de lobo (Madrid, 1970; libro dedicado y obsequiado por su autor. Sólo se editaron 300 ejemplares)
e)Técnica y llanto (Barcelona, Ocnos-Llibres de Sinera, 1971; libro dedicado)
f) Los poemas de 1944 (Madrid, 1973)
g) Poesía abierta (Barcelona, Barral, 1974)
h) Lee sin temor (Madrid, Editora NAcional, 1976)
i) Energeia (Barcelona, Plaza & Janés, 1978)
j) Metanoia (Madrid, Cátedra, 1978, libro dedicado)
k) La flauta prohibida (Madrid, Zero-Zyx, 1979)
l) Miserable ternura -Cabaña (Madrid, Hiperión, 1981)
PROSA
m) Una exhibición peligrosa (Madrid, Taurus, 1964)
n) El alfabeto griego (Cuentos) (Barcelona, Col. La Esquina, 1970; libro dedicado)
ñ) Mephiboseth en Onou (Diario de un loco), (Las Palmas, Inventarios provisionales, 1973)
o) Basuras (Madrid-Gijón, Júcar, 1975)
p) Diario, vol I (Barcelona, Barral, 1975)
ENSAYO
q) Lorca (en francés) (Paris, Editions Universitaires, 1967, libro dedicado por el autor y obsequiado por el mismo)

Esos libros dedicados me fueron enviados por el poeta desde Amiens, donde vivía, en su miserable cabaña, del aliento de la gente que establecía contacto con él. Como el jovenzuelo que era yo hace ya cincuenta años. Mantuve con él una no muy abundante correspondencia durante estos años, en la que casi siempre se intercalaba un comentario desfavorable genérico para los sostenedores y responsables del régimen. Se cortó sin saber cómo ni por qué. Lo he achacado siempre a la pregunta que le hice de si era hijo de Eduardo de Ory. En ese momento dejó esa carta sin contestar. Y entendí que sobraba ya en ese panorama.

La vida, con sus vueltas, interrumpió todo contacto con el poeta. Pude conocerlo en Granada. Homenajeado y condecorado por la Junta de Andalucía, estaba en la Universidad para hacer una lectura de su obra. Pero, actuaba por la noche y yo no podía quedarme. Nunca sabré si así fue mejor.

Todo el mundo sabe ya del mundo de Ory. Para conocer mejor el POSTISMO, recomiendo el libro de Jaume Pont EL POSTISMO. Un movimiento estético-literario de vanguardia (Barcelona, Edicions del Mall, 1987).

Antes todo estaba en los libros. Hoy todo está en Internet. Se puede acudir a él para conocer su vida y obra. Yo sólo he contado lo que recuerdo de aquellos tiempos. Aunque me hago un propósito: he de localizar esas cartas que nos cruzamos porque deben estar en alguna caja con otras cosas que hacían referencia al poeta; como las diapositivas que utilizaba cuando, de vez en vez, iba a algún instituto para hablar de Carlos Edmundo de Ory y del Postimso, algo que sonaba a chino a los alumnos disciplinados de la época. Ahí comenzó la orymanía.

UNA MUESTRA DE SU POESÍA

Mano que ata

No me acostumbro a que tu boca alumbre
ascua que cuelas con sus alas de ave
ave que es flor de fuego y nieve ingrave
que llueve en labios de hombre con su lumbre.

Me admiro de tu beso de olor casto
del holocausto de tu impronta lenta:
carne que cunde en la honda sed sedienta
cada vez que en tu tez mi sombra gasto.

No es todo vano no es vano este vino
de tu sal viva que mi lengua aprieta
mirando al mar que bulle en el amor.

Sólo es vana la cosa y el divino
espino de la rosa que sujeta
la mano que ata el cielo con la flor.

(De Los sonetos, 1970)


Los antiguos aconsejaban colocar una mano
sobre las espinas de los cedros jóvenes
con el fin de que Prana condensado
penetrase por las yemas de los dedos.

Los antiguos bebían en los cráneos
de sus terribles enemigos;
los cálices para los rituales sagrados
se hacían del hueso sincipital de la coronilla.

Los antiguos solían señalar
los días buenos y los días malos.
Así recordaban las secuencias
de los manvaratas y pralayas
aunque aplicado al existir humano.

Los antiguos llamaban al sentimiento
la forja del poder.
El Maestro vigila los fuegos.
Los fuegos que ilumina el aura.
Y que además habita el espacio.
De ahí la importancia tan grande de los fuegos

(De Música de lobo, 1970)


Concluso todo, he vuelto a leer la dedicatoria que me puso en Música de lobo: "Para José Luis Molina Martínez con "un trago diario del vaso lleno" para estar borracho de eternidad. Cordialmente, Carlos. Mayo, 1971".

martes, 18 de enero de 2011

CHON





Chon Pérez-Castejón Abad es mi amiga. Su padre cantaba zarzuela y era amigo de mi madre. Cuando se lo cuento, se ríe. Ella también canta que ni los pájaros cantores. Así que a ella le gusta leer poesía en común y a mí en privado. Me ha enviado unos poemas para que los lea. Ella no quiere ser poeta de los que publican sus libros. Ella escribe por necesidad. La poesía no va a tapar el hueco que tiene abierto en su vida. Yo, tampoco. Pero sabe que entiendo su por qué. No sé si se enfadará, pero los hago públicos.

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞


Ahora…
me cuesta correr rápido,
alcanzar a mis nietos jugando,
las rodillas me dicen ¡basta!
Y busco el sol que me acaricia.

Antes…
No me cansaba nunca,
pensaba que la vida era así,
no hacía recuento de los días,
el tiempo pasaba despacio,
vivía en la realidad más pura.

Ahora…
Mi reloj vital marca el tiempo:
no es noticia la falta de amigos,
meditas los segundos y las horas
y sientes que la vida es corta.

Antes…
La muerte ajena, extraña,
era la de los demás,
no pensaba en los años que pasan.
Y un golpe duro, terrible,
me paró la vida en seco.

Ahora…
Vivir el momento
marca mis días.

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

Ayer estabas triste sin saber por qué.
Analizaste tu día paso a paso,
pero no encontrabas el motivo
de tu tristeza, ni de tu fracaso.

Quizás tu conducta, con alguna frecuencia,
se aparta de un claro concepto
nacido de un rígido pensamiento,
relacionado a veces con un fracaso,
fruto de deberes y trabajos.

Crees que estás en uno de esos días locos
en que nada parece satisfactorio,
¡que es condición humana!,
replicas,
que te encuentres triste y malhumorada,
si te levantas
con el pie izquierdo, por las mañanas.

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

Cuando el alma suspira,
y cree que todo acabó,
el hastío se hace dueño,
desprecia cuanto aparece en su vida
creyendo que el suspiro es eterno.

Un pensamiento fugaz,
arropado por la niebla de los años,
y una pregunta resuena,
entre olores
y claridades de amaneceres:
¿queda algo de mi vida?

La causa viene medida,
de si, al fin, tus años locos
esperan la primavera.

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

Cuando pienso en la noche de los tiempos
busco algo que me oriente,
algo que, al fulgor de la ilusión,
me aliente,
a seguir por una senda, que aún no he decidido.

Quizás esa senda no la encuentre nunca,
esa senda que no es eternidad vacía,
que en mi yo íntimo, quiero que aparezca
con un deseo ferviente,
que ilumine con una luz mi destino,
y que me libre de una suerte
incierta,
convirtiendo mi vida
en un futuro transcendente
de algo eterno que, para mí, no existe.

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

Decía Jean Cocteau: “Yo sé que la poesía es imprescindible.
Pero no sé para qué
”.
YO, sí lo sé. Para mí la poesía es imprescindible para poder vivir.



Durante mucho tiempo,
he tirado
mis poemas
a la papelera.

Ahora, nada importa
Todo quedó en el olvido,
en el tiempo,
en la luz,
en el viento… y
en la prisión
de mis recuerdos.

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

La culpa siempre está presente,
todos tienen que sufrir castigo.
Nadie es inocente
dentro de la maldad pensante.

Estamos en un mundo amoral,
somos pecadores desde que nacimos,
el pecado está en nuestros genes,
hay que santificarse con cilicios.

Pienso:
¿No es más fácil
para el que guía el universo
hacernos buenos a todos
a su imagen y semejanza?
sin envidias, sin guerras ni luchas,
trabajando por los demás,
sin especular, ni robar..
Sólo practicando el verbo AMAR.

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

La suave despedida de la tarde
atrae los espíritus del cielo,
y las estrellas aparecen vivas
huyendo del sol que las apaga con celo,


¿Qué nos dicen las estrellas misteriosas
en el lenguaje de los astros nocturnos?
los objetos navegantes
nos hablan de estrellas errantes,
de Casiopea, de Circe
de Taurus o Neptuno.

No quiero que el misterio termine
en cualquier planeta buscando minerales,
quiero seguir mirando al infinito
buscando un sueño, un horóscopo adivino,
que acabe con mis incertidumbres vitales.

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

Llueve profundo, a cántaros,
me empapan
sus gotas transparentes,
que calan hasta los huesos.

Mis pasos rápidos
sortean el horizonte preñado
de barro prieto.

Las piedras gritan.

Mañana será un día
en que se oiga el rumor,
al crecer la hierba

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

Más allá del Universo
debe haber alguien
a quien yo le pregunte
lo que a mí me corroe.

Odios y guerras constantes,
maremotos y volcanes,
hambres y muerte sin cuento,
¿cuándo podrán acabarse?.

¿A quién le pido explicaciones
de la maldad de los hombres,
de la codicia, la muerte…
de seres que se comportan
matando a sus semejantes?

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

Miro al mar,
hermoso, transparente, nítido,
¡que pena me da!, que sea
basurero de la Humanidad.

Vertidos de negro chapapote,
infierno para violar con dolor y con muerte,
los hombres lo han convertido
en asesino de seres inocentes

Desaparecen del mar
cada día
animales que lo pueblan y palpitan.
Seres que les va faltando el futuro,
Y con dolor lo vemos sin remedio.

Siento que la rabia me trastorna,
y la impotencia más absoluta me devora.
Seres humanos
golpeando salvajemente,
a seres indefensos hasta la muerte,
con el sentimiento atroz de la codicia

La sangre púrpura
mancha el blanco hielo,
y como torrentes inundan los glaciares,
hasta la orilla de un mar sin horizonte
que se muere, y nadie le protege.

Ballenas varadas en la orilla,
el mar las arroja a la deriva, ¿la ayuda?
intento vano.
¿Qué destino las lleva hacia la playa
a exhalar su último suspiro?

Pienso que la locura
nos atenaza y nos ahoga,
que los dioses nos han abandonado,
que el delirio de la sinrazón y la avaricia
calla las voces que gritan buscando
y pidiendo, la dignidad y la justicia.

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

PALABRAS

Son muy pocas las palabras que duelen
si estás curtida en los vaivenes de la vida.
Mi mirada huidiza esconde mi respuesta
y la suave despedida acalla mi boca.

Son muy pocas las cosas que permanecen
con el amor y la dicha esperadas. Hay palabras…
palabras que llenan el alma de calor,
a veces desamor, y a veces desencanto.

Las palabras hermosas importan tanto,
que me dan la felicidad prometida,
palabras donde la luz cae sobre el pasado,
palabras lejanas,
como besos de música y perfumes de nostalgia.
Palabras…
que nos traen susurros y recuerdos ya olvidados.

Pero no se olvida,
el aliento de una palabra amiga,
y que alguien te diga que te ama.

∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

YO

Mis sueños vuelven…
Mis demonios a veces creo
que han muerto con los años.
Siento la mentira de antaño
acuchillada por el miedo.
Las noches de vigilia,
las paredes oyen,
la radio clandestina.

La niña que fui regresa despacio, tranquila,
recordando las temerosas penitencias
y ritos absurdos,
borrando temores y falacias.

Mis angustias de falsos errores
y mentiras vanas,
no mueren, se duermen;
no hay olvido, te marcan.

ALFONSA DE LA TORRE (4)






Vienes a mí
en un revolotear de pájaros remotos,
espejeando aguas
y encantando flores,
asombrando la serpiente de mi
nostalgia que desconoce
el vuelo.

¿De dónde,
en alas míticas de papel,
te acercas removiendo siglos
desde ese jardín que los aires ignoran?

Por los dos nombres que pilotas
desde la eternidad,
y que podrían ser fábula,
te entrego este sueño que me roza
como el canto
de un gorrión,
como el amanecer de un lirio en un
barbecho olvidado.

Óyelo desperezarse...
¡Si será ibis que dejó la inconsecuencia
del agua!
Aletea y no quiere ser mariposa
ni liebre que las horas cazarían.

Sólo esperanza -recuerdo no cuajado-,
o recuerdo -esperanza madura-,
momias doradas que los hombres
conservan
y que sólo vendimia la muerte.

Si respiras,
si los sicomoros te dan sombra
y tu mano aprisiona los peces
que el estanque ostenta,
¡oh Princesa, descendiente de Ra!,
¿para qué inventarte?




Háblanos de tu edad primera,
de tu infancia entre tumbas,
cuando todo era un jugar desmesurado
de delfines tímidos,
de horas como alondras desplegando
canciones,
de semillas reveladas en bandejas
y de sueño que intentaran
sobre pirámides
escalar el día.

¿Recuerdas?
Te envolvía el polvo,
el viento de eternidad que espumaba
el silencio,
en tanto que crecías custodiada
por gavilanes,
como si no esperaras más que
una corona
o un anillo que trajeran sus garras.

Así abriéronse los lotos en la
inundación de tu sangre
hasta que fuiste
jeroglífico de amor por el que no
pasan leones.

Sobraban muertos.
Tantos dormidos que las ondas
arrastraran,
acumulando su soledad entre piedras
desde que languidecían las sombras
y mariposas inquietaban la orilla.

En un fulgor de anunciación ausente,
ardían paisajes
de planicies diáfanas,
donde respiraban rosas
únicas en esplendor
y turquesas.

Espera.
Detendré la visión que hizo entreabrir
tus pestañas hieráticas
y resbalar belleza
por el ónice asombrado de tus ojos.

Ojos que van a ser de Reina,
coronados de sombrías alas,
golondrinas volando por el cielo
del pensar
posadas sobre una mora sangrienta.

Abríos y contemplad:

(De Oda a la Reina del Irán, Madrid, 1948)

Ilustraciones: Portada fotocopiada del libro
Princesa Fawziad

sábado, 15 de enero de 2011

ALFONSA DE LA TORRE (3)




Aunque entra dentro de lo posible que la curiosidad haya provocado a algunos de los escasos lectores asiduos de este bloog la decisión de informarse por su cuenta, es este para mí ahora el momento de suministrar datos biográficos sobre la poetisa para quien no ha ejercido esa iniciativa. Copiamos un resumen que puede servir para centrarnos en el personaje y su circunstancia aunque ya volveremos sobre otras cuestiones biográficas acudiendo a los escritos de su sobrino Jesús González de la Torre:

“Alfonsa de la Torre nació en Cuéllar (Segovia) en abril de 1915. Desde los tres hasta los seis años padeció una extraña ceguera que le marcó para toda su vida. Durante ese período en que estuvo ciega, empezaron a surgir sus primeros versos, que la niña recitaba a su madre. Estudió primaria en el colegio de monjas de La Divina Pastora, de Cuéllar, y a los dieciséis años se trasladó a Segovia para hacer el Bachillerato. En el Instituto segoviano coincidió con Luís Felipe Peñalosa, Dionisio Ridruejo y los hermanos Cáceres, con los que creó un grupo de teatro que representaba obras clásicas. Al terminar el Bachillerato se trasladó a Madrid, donde vivió en la Residencia de Señoritas mientras cursaba estudios en la Facultad de Filosofía y Letras. En la Universidad se hizo amiga de Carmen Conde y Josefina Romo Arregui, su consejera literaria, y fue alumna de Pedro Salinas y de Joaquín de Entrambasaguas, que alentaron su creación poética. Una vez licenciada, siguió los cursos de doctorado con una tesis sobre Carolina Coronado por la que recibió el Premio Extraordinario. Aunque escribió poesía toda su vida, su primera publicación poética tuvo lugar en 1943. Publicado por la Editoral Hispánica, Égloga es un poemario sobre la naturaleza, la melancolía y el amor, con introducción de Josefina Romo, sobre el que Dionisio Ridruejo escribió este comentario estrambótico: Hoy, por primera vez, Alfonsa tiene la incertidumbre de escribir. Y en el comienzo de la Castilla de la Unidad a la Castilla del Imperio, un automóvil va a llevar una embajada de versos. En 1951 recibió el Premio Nacional de Literatura por el Oratorio de San Bernardino, publicado en 1950, y dedicado a la portada de Santa Andrea y San Bernardino en Perugia (Italia) del escultor Agostino Duccio (el Duccio, 1418-1481). Alfonsa de la Torre publicó su último libro de poesía, Plazuela de las obediencias, en 1969. Vivió hasta su muerte en 1993 rodeada de pinos en la finca “La Charca” de Cuéllar (Capi Corrales Rodrigáñez, “Alfonsa de la Torre (1915-1993”, en Paloma Alcalá Cortijo, Capi Corrales Rodrigáñez, Julia López Giráldez, coords., Ni tontas ni locas. Las intelectuales en el Madrid del primer tercio del siglo XX, Madrid, FECYT, 2009, p. 168).

En apariencia, sólo en apariencia, porque desconocemos –desconozco– la intimidad de la poetisa y sus posibles luchas interiores o características personales consideradas como desviación en la época, la vida de Alfonsa transcurre dentro de los cánones, sin obviar su estancia en la Residencia de Señoritas (Carmen Zulueta/Alicia Moreno, Ni convento ni college. La Residencia de Señoritas, Madrid, Residencia de Estudiantes-CSIC, 1993), progresista, en la que bien pudo avivar algún rescoldo interior anterior que la llevara a elegir un camino de libertad o a liberalizarse de cuanto equipaje le impidiese su viaje personal por la vida, asunto que trataremos más tarde, Deo volente. A mi entender, aunque pudo conocer a gente con otra mentalidad, la influencia educativa del centro formativo en sí no es, para nada, determinante, además de no tener noticia alguna de su paso por la misma. Si acaso, le serviría, de no haber poseído esa cualidad, para aprender a enjuiciar las cosas con tolerancia y respeto, pues ello se deriva del objetivo básico de este centro. Citar esta circunstancia se debe a ser la única estancia importante de Alfonsa fuera de Cuéllar mientras era estudiante. Volveremos sobre ello con más lujo de detalles.

Dos son los problemas personales que hubo de vivir la escritora de ser ciertos los murmurios llegados a nosotros: la concesión del premio Adonais 1950 a Juana García Noreña, por sus consecuencias, y su condición sexual, de ser algo más que conjeturas.

La concesión del Premio Adonais de Poesía de 1950 revoluciona el ambiente literario e influye gravemente sobre Alfonsa de la Torre y Juana García Noreña o Ángelines de la Borbolla, que es lo mismo. Lo consigue Juana García Noreña (J. G. N.), por su libro Dama de soledad (nº 69 de la colección Adonais). Muy pronto se filtra que la autora era una persona alquilada por José García Nieto (J. G. N) puesto que, aun siendo miembro del jurado y por ello no participó activamente en la votación, el libro era de su autoría. La situación que esto crea, conocida a través de los testimonios que siguen, hacen que Juana y Alfonsa salgan para Cuéllar y vivan en la casa de esta última hasta la muerte de esta última, con las habladurías consiguientes.

De esta situación extraliteraria, se ha hecho eco mucho articulista, sin más investigación que creerse la afirmación hecha por el primero que lo dijo. Existe la creencia de que esto fue algo creado por algunos malhablados marujones del Café Gijón. Y es que siempre ha habido gente que ha vertido un vaso de agua sobre la tierra y no ha sido posible recogerlo a pesar de las consecuencias que puede tener el acto en la privacidad de los “criticados”.

Hay opiniones para todos los gustos. Eso sí, unos siguen a otros, beben de la misma fuente y no aportan singularidad alguna. Así que, de este affaire, se pueden deducir daños para ambas dada la sensibilidad de, al menos, Alfonsa, sin que por ello creamos las ficciones que son comunes y originadas, quizá desvirtuadas, por Haro Tecglen.

1. “Pero, para decepción de unos pocos y regocijo de muchos, Juana existía en carne mortal de joven mujer. Perseguida por los reporteros que no tenían que llevarse ninguna noticia a la pluma, acosada por poetas agraviados, un día de 1951, Juana García Noreña desapareció de Madrid sin dejar rastro, como un fantasma de papel de periódico. El cuerpo y el desasosegado espíritu de Juana se refugiaron en la finca La Charca, de Cuéllar, rodeada de pinos, residencia de Alfonsa de la Torre. Allí vivió cuarenta y dos años, hasta la muerte de Alfonsa en 1993. Entonces, Basilio, el hermano de Alfonsa, señorito de fusta y mando en plaza, la expulsó sin ningún miramiento ni contemplación. Juana volvió a Asturias y todavía hoy su fantasma hecho de sombra habita entre la niebla de los valles de Somiedo”. (Francisco Otero, “la Poesía de Alfonsa de la Torre”, en El Adelantado de Indiana.

2. Dama de soledad de Juana García Noreña —seudónimo de Angelines de la Borbolla— no sólo ganó el Premio Adonais en 1950, sino que ascendió a la primera línea de la poesía del momento. La crítica, perpleja, agitó sus halagos como ramas de olivo; aclamó el advenimiento de una deidad poética encarnada en 24 años de feminidad. El académico M. Fernández Almagro (ABC, 5 de enero de 1951, p. 15) aseguró que la obra guardaba “un aire inconfundible, más que de juventud, de adolescencia” y solapaba sencillez y complejidad métrica. Pero un Mesías cobija en túnicas o cuartillas el perfil seguro de la muerte. En el emblemático Café Gijón, germinó el escepticismo. En un acróstico del poema La otra muerte figuraba el nombre de García Nieto —miembro del jurado— y muchos intelectuales sospecharon de la firmante. No obstante, el entonces director de la colección Adonais, José Luis Cano, creía en la sinceridad de Juana y apuntó que recitaba de memoria casi todos los poemas del libro. Juan Ramón Jiménez compuso, incluso, un poema inspirado en Dama de soledad; Gerardo Diego, en Gerardo Diego y Adonais, reivindicaba a Juana García Noreña y la equiparaba a Gabriela Mistral. La savia profética del poemario se disgregó en la cruz de la mentira. En realidad, el auténtico autor de Dama de Soledad, José García Nieto, movió todo desde lo alto. Dispuso un vástago inventado en su propia lengua; propagó parábolas de juventud y demostró que la edad no limita la autenticidad de la poesía. ¿La palabra, los nombres o, quizá, los hombres? ¿Hay trinidades santas en la poesía? (Esteban, “Evangelio según Adonais”, 27 noviembre 2008, en La renovación de las palabras).

3. “En la historia secreta de esta tertulia y en la biografía de su máximo representante, José García Nieto, hubo un episodio verdaderamente novelesco, coincidente en el tiempo con el nacimiento del premio Café Gijón para novelas cortas. Efectivamente, en 1950 ganaba el prestigioso Adonais de poesía una autora desconocida llamada Juana García Noreña, por el libro titulado Dama de soledad, que fue inmediatamente saludado con entusiasmo por la crítica. La sospecha, sin embargo, de que tras aquel nombre se ocultaba el propio José García Nieto (la coincidencia de las iniciales y un revelador acróstico así lo apuntaban), quien era además miembro del jurado que otorgaba el premio, no tardó en extenderse desde los veladores del Café Gijón. José García Nieto murió el 27 de febrero del 2001. Unos días después, desde las páginas de El País, Eduardo Haro Tecglen (“Un libro de García Nieto”, en Babelia, El País, 10 de marzo de 2001) resumía y aclaraba finalmente buena parte del enigma de Juana García Noreña: “Pocos saben que uno de los mejores libros de José García Nieto fue Dama de ooledad, firmado por Juana García Noreña (las iniciales son las mismas de Pepe); no creo que entre en sus obras completas. Lo escribió como un juego literario: para presentarlo al Premio Adonais, y él mismo estaba en el jurado: quería saber lo que opinaban los demás sin saber que era suyo. Opinaron tan bien, que lo premiaron: García Nieto no se atrevió a decir que era suyo: le dio vergüenza por quienes habían encontrado una escritura genuinamente femenina. Huyó hacia adelante y encontró una muchacha que aceptó fingir que era la autora. Tenía algo más de misterio aquella criatura; alguna cosa más que ocultaba para sí. Se encontró de pronto recibiendo y gestionando una gloria grande, el libro era impresionante, recitando en público, entrevistada. Y, luego, descubierta. Alguien sospechó de las siglas que ella dio como seudónimo: el suyo real no lo debo decir; otro encontró un acróstico en el que podía leerse el nombre completo de García Nieto: JOven a la muerte voy SÉ que me espera y me llama, y alguien más lo publicó. “Juana” estaba despavorida. Una noche me la trajo un señor a casa: la había encontrado en un banco dormida, y no se despertaba: la llevó a una casa de socorro, la hicieron un lavado de estómago y ella dio mi dirección, porque no se atrevía a volver a casa de sus padres. Durmió, descansó, lloró; escribió una carta al periódico que había descubierto la cuestión defendiéndose y fingiendo que el acróstico se debía a un amor oculto por García Nieto. La realidad es que la carta la escribí yo; y un poema que mandó al mismo periódico lo hizo García Nieto. No era bueno que siguiese en mi casa, que era la de un hombre solo aunque no había ninguna posibilidad de otra relación: mi sólo cariño lo tuvo siempre y le encontramos un escondite en casa de la gran actriz Elena Salvador; luego, en la de Blanca Montarco. Íbamos a verla Gerardo Diego, que había publicado un artículo en ABC defendiendo a la autora femenina del libro: no sabía la verdad, y tardó mucho en aceptarla, y otros amigos, y, finalmente, se fue de Madrid. Creo que para siempre. Un día en que pasaba yo por la Gran Vía se paró un taxi a mi lado y se bajó “Juana García Noreña”: con unas botas de montar, un látigo en la mano. Me dijo que vivía en la finca de pueblo de una poetisa. No he vuelto a saber más”. El verdadero nombre de “Juana García Noreña”, que no quiere desvelar Eduardo Haro Tecglen, no era estrictamente un misterio, puesto que ya había sido difundido en el mismo 1950, mediante una nota sin firma (nota muy probablemente redactada por el propio García Nieto) publicada en Cuadernos Hispanoamericanos (nº 18, nov.-dic. 1950, p. 72) dando detallada noticia de la concesión del premio a una poetisa hasta entonces desconocida, llamada Ángeles Borbolla, de la que se informaba que era: “Una menudita asturiana de veinticuatro años, quien para los olímpicos del Café Gijón era apenas una entrometida que, según ella misma decía, escribía de vez en cuando cuentecillos en prosa, resulta que estaba haciendo, a solas, un buen libro de versos. Ni los más íntimos conocían esa labor.” (Carlos García Espina, El Café Gijón. Reportaje documental y gráfico sobre el premio de novela del centenario café madrileño, Gijón, Llibros del Pexe, 2001, pp. 19-24).

4. Juan Manuel de Prada también saca tajada literaria: “...tenemos que hacer mención al descacharrante caso de Juana García Noreña, quien con su poemario Dama de soledad obtuvo el prestigioso Premio Adonais, allá por los años cincuenta. A todos los miembros del jurado, el libro de la poetisa novel les pareció el mejor sin disputa; sólo el poeta José García Nieto permanecía callado, renuente a pronunciar un elogio. Pero su silencio no expresaba una disidencia, sino más bien un entusiasmo secreto, malicioso e inconfesable. Y es que, como luego se sabría, García Nieto era el verdadero autor del poemario premiado. Al no atreverse a confesar el pufo, García Nieto convenció a una bella señorita para que recogiese el premio, haciéndose pasar por la espectral Juana García Noreña. Pero, entre tanto, los rumores habían empezado a circular por los mentideros literarios madrileños; un periodista, además, acababa de descubrir en uno de los poemas de Dama de soledad un acróstico que revelaba el nombre de García Nieto. La muchacha, perseguida por los gacetilleros, tuvo que refugiarse en casa de García Nieto, hasta que amainó el escándalo. Luego, desaparecería sin dejar huella, como un fantasma de tinta, como una fragancia de letras esquivas que se queda temblando en el aire, un segundo antes de desvanecerse” (“Negros de sí mismos”, en XL Semanal, nº 958, 5-11 marzo, 2006).

5. José López Rueda escribe un artículo sobre Luis Jiménez Martos (“En la muerte de un poeta”, en De poesía,Prometeo digital) en el que hace referencia a su libro Mis memorias del Adonais: “Pero, sin duda, la función más importante desempeñada por Luis ha sido la de director de la prestigiosa Colección Adonais, cargo para el que fue nombrado en 1963 y que ejerció casi hasta su muerte, es decir, más de tres décadas. Lo heredó de José Luis Cano, otro gran mecenas de la poesía española. De sus actividades en este campo nos ha dejado noticias muy puntuales en su libro Mis memorias del Adonais, indispensable para conocer mucho de lo más importante acontecido en el ámbito de la poesía española durante la segunda mitad del pasado siglo XX. Es una delicia para el lector de poesía recorrer de la mano de Luis todas las peripecias del mundillo poético español con sus pequeñas intrigas e incluso sus curiosos misterios, como la indignación de José García Nieto porque Luis revelara en una entrevista que Juana García Noreña, quien obtuvo el Adonais de 1950 con Dama de soledad, era un seudónimo del propio García Nieto”.

6. Viernes, 31 de marzo. Entre los pinos.
“La semana pasada, por un doble error, dejé una historia a medio contar. El primer error fue que me excedí en el espacio de este diario y el segundo que cuando me avisaron mandé cortar, a la brava, un párrafo en el que se concluía. Bueno: todas las historias son inconclusas o tal vez todas tengan la misma conclusión. El caso es que dejé a Juana García Noreña, la chica asturiana que José García Nieto se llevó a Madrid para justificar la humorada que había gastado al jurado del premio Adonais, desaparecida y desesperada. A mí me lo contaron en Segovia: la muchacha, perseguida por la prensa, huyó a Cuéllar donde Alfonsa de la Torre le dio cobijo en su casa entre los pinos. Vivieron su vida lejos de murmuraciones: hoy pienso en ellas, al amparo de las bestias, y acaricio su vida como quien afronta un misterio. También en aquellos años duros de la posguerra era posible concebir, aunque no pasase del pensamiento, una vida al margen. Sólo vi unos minutos, desde el autobús que me llevaba a Valladolid, la casa de Alfonsa de la Torre. Triste, misteriosa, con cierto aire art-decó y ya abandonada: he buscado por todos los sitios algún poema de Alfonsa de la Torre. En vano. Aunque me puedo imaginar los adjetivos modernistas puestos a flotar sobre la piel del agua, sobre la cálida presencia de alguien a quien amamos y que, como todos, huye del espanto” (Xuan Bello, “Con el lenguaje de la melancolía”, en El Comercio Digital, 9 abril 2006).

7. “La muy joven poeta Juana García Noreña ganó el Adonáis del 50 con su Dama de soledad, delicado y melancólico cuadernillo. No tardó en conmoverse el paisaje literario de entonces, y el aire ya repetía maravillas, como si los pájaros hablasen o las estatuas bajaran de sus pedestales. Juana recibió elogios de todas partes: léanse, por ejemplo, los cariñosos comentarios de Gerardo Diego o las efervescencias ultramarinas de Juan Ramón en el volumen que el primero dedicó a los anales del veterano certamen. Pero el final de la historia, si es que tuvo alguno, está bien registrado en el anecdotario descacharrante de la poesía española. Juana no era Juana, y las crecientes sospechas apuntaron unánimes hacia José García Nieto. Bien es cierto que hubo quien defendió una versión alternativa --creyente-- de los hechos, probablemente al dictado del propio García Nieto. Como toda mentira bien urdida, esta termina por hacer brecha en la realidad, y se llega a asegurar, testigos mediante, que Juana había escapado de la canalla poética y buscado amparo como secretaria de una escritora madura, aportándose así esa pizca de sal lésbica que redondeó maravillosa- mente la parábola. No sé por qué estos días me ha dado por pensar en la pobre Juana. Es triste que ahora se la recuerde más por la anécdota que por sus versos. Es triste que siempre se hable más de poetas que de poemas, como si quisiéramos siempre que los poetas fueran, inagotablemente, su propia pose, condenados al infierno de la autoría. Parece que a Juana no le perdonaron que tuviera más pelos en las pantorrillas de lo que se le supone a una tierna adolescente. De igual manera que a otros poetas no les toleran su ideario político, su condición sexual o la talla de sus pantalones, a Juana la condenaron por el pecadillo venial de no existir. Pero la poesía es la que inventa al poeta y no al contrario. La poesía es voz, y esa voz se parece a una conciencia: es conciencia, a veces masculina, otras femenina, según qué juegos. Al cabo, poco importa si García Nieto creó a Juana García Noreña, o si fue ella quien dio vida al director de la revista Garcilaso. Las dos posibilidades, de hecho, se me antojan perfecta-mente verosímiles. Sin duda, ambas sucediron a un tiempo” (Juan Manuel Macías, “Juana”, en Las diosas y las nubes, 28 octubre 2010).

8. “Nadie consiguió arrancarle a nuestro admirado poeta –ni los amigos más íntimos- verdad alguna afirmativa. Tampoco rotundamente negativa. Y ahí quedó la cosa, ya olvidada con el paso del tiempo. Muchos años después, el autor confesaba a Rosario Hiriart la verdad de ese lance y así lo revela esta escritora en su libro sobre el poeta” (La mirada poética de José García Nieto, Barcelona, Icaria, 1990). [Jacinto López Gorjé, “La poesía amorosa”, en José Luis Cano et alii, Medio siglo de Adonais (1943-1993), Madrid, Rialp, 1993, pp. 157-158].

9. 22 de octubre
“El affaire Juana García Noreña, premio Adonais 1950 con su libro Dama de soledad, vuelve a tener actualidad. Habían corrido rumores por los mentideros literarios madrileños de que el libro no era de Juana García Noreña -seudónimo de Angelines de la Borbolla-, sino del poeta José García Nieto, que había formado parte del jurado. El asunto ha sido comentado hasta la saciedad en las tertulias literarias, sobre todo en la del café Gijón, cita permanente de los poetas. El rumor se apoya en que en uno de los poemas del libro, el titulado "La otra muerte", figura un acróstico con el nombre de García Nieto. Pero, en mí opinión, ese acróstico no prueba nada, pues podría ser un homenaje de la autora al director de Garcilaso. Por otra parte, me cuesta creer que una muchacha de 20 años -preciosa, por cierto- haya querido figurar como autora del libro, no siéndolo, y que hubiese recibido tan campante no sólo las 3.000 pesetas del premio, que yo mismo, como di rector de Adonais, le entregué, sino los varios homenajes e invitaciones que, sin dudarlo un instante, aceptó. Por ejemplo, dio un recital de la obra premiada en el círculo Medina, en el que yo la presenté, y en el que Juana recitó de memoria casi todos los poemas del libro. Por otra parte, Pepe García Nieto ha publicado una carta en la revista Correo Literario, que dirige Leopoldo Panero, afirmando rotundamente que el libro Dama de soledad no es de ninguna manera suyo, sino de Juana García Noreña, que lo presentó al Premio Adonais. He hablado del asunto con Gerardo Diego y con Vicente. Gerardo cree firmemente que el Ebro es de Juana, a la que ha conocido en el Gijón, pero Vicente no está tan seguro.
25 de noviembre
El affaire Juana García Noreña ha tenido un final novelesco. En la tertulia del café Gijón, el más famoso mentidero madrileño, corre la especie, probablemente falsa, de que Juana se ha dejado seducir por una amiga suya, poetisa y bastante mayor que ella, A. de la T., quien la ha contratado como su secretaria y se la ha llevado a su casa de Cuéllar, donde viven juntas. Ya la llaman la castellana de Cuéllar, remedando el título de la conocida novela histórica de Espronceda” (José Luis Cano, “Poetas y poetisas”, en El Paíss, 28 mayo 1985.

Parece, pues, ser cierta la descalificante broma del atildado José García Nieto. Así que, sin saber nada de cuanto sucedió, Alfonsa y Juana se unen en la desgracia, salen de Madrid y viven juntas en Cuéllar hasta que la muerte las separa, como ya se sabe. Esta convivencia es lo que, según entiendo, da pie a hablar de inclinación lésbica compartida entre ambas mujeres que, al parecer, callan y soportan, fuera o fuese verdad o mentira lo que de ellas se piensa y quizá alguno murmura como insulto machista. Volveré sobre esto.

No esperaba yo que el tema acabase como se encuentra ahora mismo. Pero, si lo quieren saber, han de leer otro testimonio relacionado con el tema:

"MUCHO tiene que interesarnos a los asturianos la llegada a las librerías del último Premio Quiñones: La suite de Manolete, Joaquín Pérez Azaústre (Alianza Editorial). En primer lugar, por la brillante intriga literaria que construye en torno a Juana García Noreña; aquel personaje de ficción o no tan ficción con el que García Nieto se presenta al Adonais en 1950 y lo gana. Nacida en Llanes, igual que el propio García Nieto, y con una intriga (todo es novela negra y temible en Joaquín) acerca de un embarazo, de unos duros de la época, de un pan bajo el brazo por dar la cara en un premio casi enteramente político en la época. En segundo lugar, una rotunda obra de arte, por cuanto se investiga la historia de un libro que no llegó a escribirse, una biografía o falsa biografía de Manolete, el popular torero, donde el protagonista va en busca de un viejo amigo y un libro y una llamada de la que apenas tiene noticias o explicaciones. En tercer lugar -líneas generales de una intrépida narración- por esa extraña y bellísima combinación de literatura y alcohol que hace de Joaquín Pérez Azaústre el Hemingway más rebelde de la modernidad. Manifiesta la novela su deuda permanente -lo apostilla el autor al final- con el Hemingway más ebrio, más loco y más literario: el autor de Fiesta, de Muerte en la tarde, de los relatos taurinos. Manolete, Juana García Noreña y un ambiente en blanco en negro, casi película de época, donde el humo de los cafés era niebla entre los dedos y las mujeres se recogían el cabello como algunas de las heroínas más inquietantes del posterior Hitchcock. Incluso Eduardo Haro Tecglen, el popular periodista y bohemio, como protagonista de estas letras escritas con el alma en vilo. Lo que se dijo en la época, no se sabe si para bien o para mal, si fue Cela o cualquier otro quien levantó la liebre: Lo único inquietante en la poesía de García Nieto es el asunto Adonais. Casas que son casi corralas en el Madrid resacoso y una Córdoba toda salvación en un verbo dinamitero, torrencial, en esta bella edición de márgenes amplios, papel con olor a churros y profesores venidos a menos, ruinas humanas, coleccionando los viejos tomitos de la colección Adonais como quien da cuenta de algún extraño oro. Mucho cine, mucha literatura, un gran arañazo" (Diego Medrano, "La suite de Manolete, en elcomerciodigital.com).
Hasta más ver.

martes, 11 de enero de 2011

ALFONSA DE LA TORRE (2)











Es hora de regresar al mundo poético de Alfonsa de la Torre. Antes de entrar en el comentario de su poesía, vamos a transmitir algunos datos que nos ayudan en la lectura, aunque poseen carácter extraliterario, pues así se clarifica en algo el contenido de su escrito, culto, apasionado, íntimo, sincero y de alta inspiración, aunque, quizá, se pierda bastante de la virginal inocencia con la que hay que acercarse a esta inmensa poetisa. Para mí, lo mejor es una lectura primera sin ningún conocimiento de las circunstancias vitales de Alfonsa de la Torre y, más tarde, con las lecturas que se indican, analizar los textos, al menos para uno mismo.

Por lo menos desde 1986 hasta 2010, sólo pude leer ÉGLOGA. De tanto hablar con Fernando Cuadrado, mi fiel y querido amigo, de Alfonsa de la Torre, un día apareció en esta casa de la Cala con las fotocopias encuadernadas del resto de sus publicaciones, incluido el cuento ganador de una Hucha de Plata en 1974, en el Concurso de Cuentos Hucha de Oro de la Confederación Española de Cajas de Ahorros.

Pero, lo más interesante es que, en el lote, venía también VIDA DE ALFONSA DE LA TORRE, escrita por su pariente y pintor Jesús González de la Torre, publicado por EILA Ediciones, de Madrid, en 2009. Es un libro básico no tanto por ameno sino porque viene a llenar el hueco con recuerdos de quien la conoció y trató.

Retirada en Cuéllar desde los años cincuenta del pasado siglo, era mucho el tiempo de alejamiento de los círculos culturales e intelectuales que tan bien conocía y de no publicar para que los estudiosos se ocupasen de ella. Así que una oscura losa, la del olvido, cayó sobre ella o, lo que es peor, la llevó a poseer condición de anécdota. La loca y visionaria que vivía en el retiro de Cuéllar con otra poetisa, Juana García Noreña, autora de Dama de soledad, libro polémico por lo que se dirá cuando proceda. Modernamente, sólo la han rescatado de esa condición un par de críticos literarios, por no decir un número exacto, pero escaso número. Cuando yo leí su primer libro, hace ya 25 años, no necesité para disfrutar de su escrito saber las circunstancias, que ya comunicaré, en las que se refugió en su casa de Cuéllar, en su lugar familiar conocido como "La Charca". Sin embargo, la cita Diana Ramírez Arellano en Poesía contemporánea en lengua española, Madrid, Ediciones Murillo, 1961.

Modernamente ha comenzado su regreso a la nómina de los poetas destacados de la mano de María Payeras Grau, profesora de la Universidad de las Islas Baleares, en dos artículos: Figuras femeninas en la obra de Alfonsa de la Torre (UNED, Signa 17, 2008, pp. 249-272) y La liturgia de Eros en la poesía de Alfonsa de la Torre y Ana Rossetti (Donne nel novecento. Mujeres en el siglo XX. Women in XXth Century, Roma, Aracnae editrice, 2009, pp. 151-160). De ellos daré noticia en su momento, pues estoy esperando que me envíen el segundo de ellos. También la cita Carmelo Guillén Acosta en Poesía Española 1935-2000, Madrid, Magisterio Casals, 2001. Incluye una reseña que no aporta novedad Ni tontas ni locas. Las intelectuales en el Madrid del primer tercio del siglo XX, (Paloma Alcalá Cortijo, Capi Corrales Rodrigáñez, Julia López Giráldez, coords.), Madrid, FECYT, 2009, p. 168. Hay que ver también a Ángel Pariente, Diccionario bibliográfico de la poesía española del siglo XX, Sevilla, Renacimiento, 2003, pues, por lo menos, se acuerda de ella. La poesía de Alfonsa de la Torre se puede leer en el ADELANTADO DE LA INDIANA, nº 2, mayo de 2006 pues se ocupa de ella Francisco Otero, quien parece conocer bien su poesía y sus circunstancias. En este mismo número (se accede a él a través de google) encontramos una breve selección de poemas de la poetisa cuellarana. También podemos leer el artículo de Gerardo Diego, Alfonsa de la Torre, aparecido en el diario ABC el 29 de abril de 1951. Y un artículo de Jesús González de la Torre intitulado La ventana de mi memoria.

Luis Besa, en El Norte de Castilla, nos da cuenta de la pérdida de La Biblioteca de Alfonsa (19 de mayo de 2010) y la imposibilidad de su recuperación por la vesania del hermano de Alfonsa, Basilio, que la odiaba cordialmente, quizá por su forma de vida, y al que creo con sus facultades mermadas pues la quemó o la destruyó toda. Ahora la vivienda familiar es una ruina. Volveremos sobre este odio y otras cosas personales.

En la web www.aytocuellar.es, podemos leer un espacio dedicado a la poetisa Ildefonsa Teodora de la Torre Rojas, conocida como Alfonsa, que conduce y cuida la concejal María del Carmen Gómez Sacristán. En esto momentos está en marcha la edición de su obra completa, edición que, en principio, será sólo de 500 ejemplares y estará a cargo de María Payeras Grau y Jesús González de la Torre.

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ÉGLOGA
(Madrid, Editorial Hispánica, 1943)
Selección


HOMENAJE A CUÉLLAR

Chopos del cerquilla

Lanzas, sí, de mesnaderos
rejoneando ponientes.
Hileras de penitentes
en contraluz de luceros.
Ángeles de los senderos
con verdes almas dormidas,
sus arcas estremecidas
guardan del río el arrullo
y devuelven su murmullo
las hojas recién nacidas.

Palomas

Palomas en desbandada
sobre la muralla antigua;
chorro de nieve en la exigua riqueza de mi morada.
Paloma bajo la arcada
de invulnerables escudos
que pregonan ecos mudos
de pasados señoriales.
palomas en los vitrales
de mis ensueños desnudos.

Campana de Santa Clara

Clara voz de campesina
entre trigos y pinares.
Heliotropos y azahares
aroman tu sabatina.
Hasta el alto sol se inclina
tras de los blancos espinos
y cabecean los pinos
en Ángelus de delicia
cuando la tierra novicia
hila con tu trenza, trinos.

Torres

Torres en esbelta huida
con transparencias de flores.
¡Qué alivio e ruiseñores
vuestra piedra enaltecida!
Lucís en la tarde herida
por irisadas saetas.
De golondrinas inquietas
y de tórtolas sutiles,
sois un sueño de perfiles
bajo las nubes violetas.

Muchacha muerta

El júbilo de la arcilla
por la muerte clausurada
sobre metálica albada
roza la durmiente villa.
-La azucena se arrodilla
en éxtasis de rocío,
que es hoy milagroso el río-.
Y escalando el aire puro
asciende en vuelo seguro,
virgen ya, de su albedrío.



DOS SONETOS

I

Como lluvia de marzo en el sotillo
oigo tu voz por pájaros herida.
El aire se la lleva conmovida
aromando de rosas el tomillo.

Entre el trigo maduro, sólo un grillo
canta consciente su canción vencida,
y es en la noche una emoción perdida
la silueta intangible del castillo.

¿Por qué con tus acentos elegidos,
abiertos a la tímida arrogancia,
no colmas de armonía mis sentidos.

Habla, que hasta en los párpados escrita
tengo tu voz, antigua resonancia
que mi cansada sangre necesita.



II

Ya siento que a mi lado no te siento
y sólo tu silencio me acompaña.
Con tu ausencia la estrella me es extraña
y es la flor causa de mi desaliento.

En la clausura del remordimiento
la espina audaz que sin descanso daña,
procura firme adolorar la entraña
declarando la guerra al pensamiento.

¿Por qué es la noche como ayer serena?
¿Por qué se besa el tilo con la acacia
y están los pies desnudos en la arena?

¿Por qué todo es igual y no acontece
que al faltar el influjo de tu gracia
la belleza del cuerpo palidece?



Ilustraciones.
Dos retratos de la poetisa y Cuéllar según la visión de Jesús González de la Torre.

lunes, 10 de enero de 2011

AL SOSIEGO MEDITERRÁNEO DE LA CALA









Desde aquí, desde el dolor pasado,
desde el balcón de mi silencio,
se extiende un azul que se sumerge
en su belleza y profundiza el tono añil
en gama marinero hasta lo eterno.

Inúndanse los ojos de horizonte,
pura forma rectilínea,
redonda geometría la playa o concha
donde el manso mar se recrea
en su azul y en su silencio oculto
y movimiento osado.

A lo lejos, un islote se divisa
que azota con lo blanco de su azul
tan esplendente
como el cielo que lo cela
y lo descubre a un tiempo mismo
y de atrayente modo.

Canción de lo inmenso,
del abisal acopio de oscura llama
y sutil misterio en la ciudad
triste y sumergida,
de música modosa revestida,
y en blanco movimiento
acunada, oscilante,
la amplitud mediterránea
retirada del lebeche,
aislada de la vida,
magnifica su ansia virginal.
Más fría que el calor de la mirada
que lo sueña desde aquí,
que se solaza y copiar quiere
su eterna mansedumbre,
su sereno silencio,
su soledad complaciente,
su placidez ahora,
mi turbado espíritu recrea.

Y tan sólo de ella disfrutando,
el sosiego en la mirada introduciendo,
pasar ansío el poco tiempo
que en pausado devaneo
me queda a la orilla de la vida,
de la que soy en voluntario apartamiento,
en busca del encuentro
con mi pausada escueta historia,
el viaje preparando
hacia la orilla noble del Amado.

Me alejo así de mi esencia
y del gesto acumulado en el largo
viaje emprendido cuando desnudo
en el monte me dejaron.
Y vestido ahora de graves daños
y escasos bienes adquiridos,
despojarme quiero de lo habido
y llenarme de lo eterno prevenido
desde siempre y lo absoluto.

Sólo ese poco necesito inaccesible.
que gastado por entrega generosa
incalculada, mi pozo seco queda
y yo, a su brocal, sediento de la altura,
del agua manadera, la palabra
que procede de la noche
e inefable desierto origina
y aridez suprema para nacer
al comienzo de la escala.

Este monte sin ladera limita
la subida y sólo adivinando
la retama asciendo
sin ninguno movimiento
a la solana de este monte
por la verdura sostenido
del matojo y mi escritura.

Sosiego clamo y no lo hallo.
Aparto velos, sueños y emociones,
de mi dentro salgo
con dañado pie mi alma sosteniendo.

Busco el mar desde este monte
encumbrado donde quedo arañado
y por viento asustado
y por aullidos de lobos
y la raposa enfurecida.
Y hasta este apartamiento doloroso
dificulta el aire encaramado
en lo alto de la cumbre que oculta
nube presurosa. Y entonces
lo vislumbro, al sestero,
cuando luz irrumpe deleitosa
y al punto desparece
y árido desierto cubre el alba
y la costumbre de ser en mi morada.

Altivos pasos suenan y, cuando
inician su arribada, se alejan
por el rastro de la luz y el viento
me cimbrea y me derriba.
Ruido impertinente trastea
el arbolado que apenas
se divisa por el altozano.

Voces quejumbrosas se suceden
imperiosas y el silencio no aparece
del Amado y mi tristura crece
y llena la agreste cavidad
de la poca espesura, del esfuerzo
y de mi frente. Y, cuando soy
más perdido y no encuentro
asidero suena el Verbo.
Y a su eco estremecido
me alienta su secreto
entendimiento incompleto.



Atento quedo a la palabra
no siempre percibida
por la grave abierta herida
que infringe
la alta altura del momento
y la extrema rapidez del son
y sentimiento.

Mas su siseo en calma envuelve
mi ánima afligida.
Y esa música sonora
de nuevo enciende el fuego
de la hoguera y huye el cierzo
con híspido blanco paso apresurado.
Y la sombría sombra se diluye
y el arbolado surge y reverdece
y los pájaros canoros silencian
los miedos de la noche y de sus flores.

En silente soledad se introduce
la palabra y se recrea con su sonido
el atento oído apercibido de su tono
y majestad de acordes y de trinos.


Y vuelve el mar a mi mirada
y arde el reverbero de la luz.
Mi casa se sosiega y la ladera
del monte aparece y el camino.
La paz mediterránea anega
la esperanza y el Amado
procura silencioso dormirme
con su voz en mi escritura.

En lo profundo del Amado
me dormí y estuve
sostenido y al vuelo de paloma
concurrí y anduve
el zureo y viví el estado
trasparente que había en la redoma.

Nadie me alejó del sueño
y, en la quietud abandonado,
en los brazo del Amado
lo tuve como dueño.

Esto me fue dado gozar instante
raudo y presuroso,
mas fue bastante.

Hasta el balcón llegó volando
el alma, mis sentidos reposando.
Y, vuelto a mi estado de abandono
de cuanto fui y soy y que le dono,
a la linde del mar estoy y la ladera
por si otra vez ventura tal hubiera.