domingo, 28 de julio de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 11




ESTOY CONTIGO, HOMBRE FUERTE

Si hubiera habido algo para darte,
en tu alforja tendrías mi presente.
No me hubieras abordado a la puerta
medieval de la híspida ciudad adusta,
donde los pobres marginados, intelectos
expulsos de la comunión y perseguidos,
tirados a la orilla de su muro, esperan,
como perros, óbolo dichoso.

Bajaste de tu cumbre, del lugar
de tu retiro, abandonaste tu alta
fortaleza y te acercaste al alejado
de tu cetro. Órdenes altivas
me apartaron de tu tropa. Si no tuyas,
¿por qué los dejas, prepotentes,
en la piedra dura
de tu asamblea colegiada?
El concilio dominan extranjeros.
Fuera de tus límites nos ponen
sus prédicas solemnes y sombrías.
Contigo sí y con tu historia,
mas no con ellos ni con su suerte.

José Luis Molina
Calabardina, 28 julio 2013

sábado, 27 de julio de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 10


Obispo descabezado



HAMBRE QUE ME COMA EL CORAZÓN HERIDO

En el silencio ocre de un oscuro movimiento
nace, enfrente de la estéril nada, un puro roce
de ávido intelecto con sencillo sentimiento
natural. Y aqueste dulce intenso simple goce

vibra en la profunda sima de interior natura,
invita amable a extender la mano mesturera
y apresar lo eterno inextinguible. Así, procura
horadar la estable sombra bruna cual si fuera

un hálito contiguo a la cálida palabra
aún no pronunciada, ni nacida tan siquiera.
¿Quién que es mortal no se interroga? La tierra labra,
dura, seca, agrietada, como si un mundo hiciera,

el modesto labrador y la prepara y la hiere
con potente brío y profundiza con la esteva.
¿Quién que es con rigor no se define? El río quiere
seguir su curso infinito. ¿No habrá quien se atreva

en osado asalto, cándida aura, ímpetu ciego,
con las voces rumorosas de amistad sagrada?
Anda, pugna con el ángel, luz, espada, fuego,
en el rito añil de la corriente alborotada

de los días de la vida y su ámbito secreto.
Tantos años he vivido el vino en la bodega
fermentado, tiempo tanto entregado al decreto
recibido de tu boca, que el vocablo juega

en detrimento de la quietud callada, parca,
sobria y recoleta en su mirada primorosa
inabarcable. Cercada por la noche, marca
camino impenetrable, ruda verdad boscosa,

conclusa orilla, abismal talud, procedimiento
adusto difícil de entender, moral esfuerzo.
Nada es en la creadora soledumbre, siento
de aquel atrio la nostalgia, triste amor retuerzo;

en la tarea soy de copiar en mí amargura
dúctil e inefable, como vuelo de paloma
en su zureo oval, leda brisa de locura.
Y ansío, en la batalla dura, hambre que me coma

el corazón rendido, sin fuerzas, sin espacio.
Medito en ello con tristeza y gran vacío hallo.
Esplendente señal busco. Tea arde en palacio
amado. Sito en mi oquedad, sufro, muero y callo.

José Luis Molina
Calabardina, 27 julio 2013

viernes, 26 de julio de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 9

Tierra podrida (JLM)



ANSIA
Absorto en lo secreto de mi umbría
soledad, contemplo árida morada.
Anterior estancia en mi hogar buscada,
que estable llamarada recubría,

no aparece en lo oscuro de este día,
memoria de mi vida ya gastada.
Mi historia cotidiana es tan marcada
por lo que fue y ya no es, que debería

salir del hábitat oscuro, ajeno
de su anhelo, y, buscando mi regreso,
iniciar camino tortuoso, senda

aflicta, desde el ámbito poseso
de la sombra, hasta la escondida tienda
donde reside amor en valle ameno.
 José Luis Molina
Calabardina, 26 julio 2013

jueves, 25 de julio de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 8



AVISO AL CAMINANTE HERIDO DE LA VIDA
                                   A Alonso de Herrera

Pasajero que vienes caminando

por la senda engañosa de la vida:
tus pasos no detengan la subida
hacia lo alto, lo justo reposando.

Por suave prado enverdecido, andando

ratos, aunque es de noche, recogida
la esclavina de viajero, venida
habrás dichosa, entonces descansando.

Si pierdes paso, obstruyes tu destino.
Si aceleras, no será el esperado.
Si te pierdes, ¿cómo hallarás la cumbre?

Y cuando arriba llegues con buen tino,
tu sitio encontrarás limpio y abastado,
y tendrás un enviado que te alumbre.



José Luis Molina
Calabardina, 25 julio 2013

miércoles, 24 de julio de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 7




MISTERIO Y SILENCIO EN LA PIEDRA
Desconsiderados podríamos llamarlos por la
omisión vegetal en las hornacinas labradas
en el estupor, en el tímido llanto de la escasez
de atributos artesanos. ¿Acaso no se consideran
agrestes soñadores, vagabundos que hollan
la Castilla, en medidos pasos calculados,
atareados portadores de cartabón y secreto.

“Apenas importa, padre, a mi doncellez, las
querellas con obreros transhumantes, ligados
 por lóbregas cadenas a un destino largo de
piedra. Qué interesa a mi voluntad de serme
yo, este candado que arrincona mi escasa,
libertad, en esta envoltura airosa que mantiene
en claustro mi tibia comezón despiadada en
el lugar, para mí, del desencanto y la sinrazón
impuesta, sin contar conmigo para este reposo.
Visceral forma de perderse en laberinto, húmeda,
en tanto los aullidos carnales ascienden
hasta el ahogo gesticulante del párpado
como girolas breves tendidas a la majestad del cantero,
amor que te sueño desde la esquirla del mármol
que adornas con tus golpes sombríos y recios de
hombre a quien tocar. Niégueseme el aire, hasta
que aparezca, en soledad manifiesta, por el quebrado
alero de la eterna umbría que es permanecer
ardiente, al frío de la ventana, siendo miedo y
muerte cada sonido pacífico de la relojería que
acompasa todo suspiro de amor siempre ansiado”.

Desconsiderados es poco: olvidar aquella
enseña, el deseo tantas veces interiorizado
de poner semblante de donosura al hábitat
ingente que, desde la  penumbra de la fosca
nubería, se adentra hasta la silente limpidez
de lo constantemente inventado.
                                                           Marcharán,
artesanos doloridos por el pesaroso cadeo del golpe
a labrar en la frente sincera de los desacatos,
en la siniestra humedad de la impuesta ilustración
vegetal, mientras sedientos seductores alongan, en
pétrea solicitud, su escaso poder de administrar sus
propias vidas marcadas entre el compás y la roca.

“Ya es silencio cayendo en lentitud
de herida como el duro contorno de
la piedra, urbano destino y frío contraste
en la escasez de la compañía. Fuéronse
los golpes que anundaron mi corazón
al rostro, este a la llama, mi cuerpo
a la galanura del cantero enamorado.
Nunca más será la espera, el atisbo,
el modo astuto de poder enmarcar el
óvalo del rostro entre los marcos
férreos de la clausura nunca deseada,
siempre maldita. Como mi íntimo penar
de doncella que sólo sabe su propio
desiderio, ausente de sí el generoso

goce que todo abrasa, y yo negada”. 

José Luis Molina
Calabardina, 24 julio 2013

lunes, 22 de julio de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 6


PROPÓSITO
No son los días fáciles de interpretar
ni los senderos seguros de seguir.
Mas, siempre ha sido así, y lástima
si alguna vez el interrogante desaparece,
porque la vida habrá dejado de ser
y un espacio hueco ocupará el centro
del silencio que circundará el caos.

¿Qué será de mí entonces?

Pues, como ahora, vagaré de aquí
para allá,
de la ceca a la meca,
construyendo de nuevo
cuanto más tarde
desmontaré, piedra sobre piedra,
para hacer un nuevo edificio
en el que la soledad y el silencio
sea la única existencia posible.

Nada importa al engranaje
un yo más o menos.
Ahora mismo nadie tiene en cuenta
que buceo en mi interioridad
absorta y conozco cuanto
me ha estorbado para serme.

Jamás volveré a libar del pecho
de las núbiles porque ya ha llegado
el tiempo del alejamiento

y estoy igual que antes del amor.

José Luis Molina
Calabardina, 22 julio 2012

domingo, 21 de julio de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 5



ELOGIO DE LOS DÍAS HABITADOS
A la espalda los días viejos,
los viejos días crispados
de baldío enojo, de episodios
increíbles, de tormentas grises,
de abismos solitarios no ocupados,
de intrépidas maceraciones corporales,
de agua florida para el riego
elegíaco de la palabra salpicada
de saliva que cae desde el labio,
leporino pensamiento estéril
el de los viejos días viejos.

Así que, ahora, aquí y allá,
en el lugar de siempre,
espacio achatado por la lobreguez,
por la lluvia de abril,
menuda y frágil,
rosa mística,
estrella fugaz,
consoladora de los viandante peregrinos,
de los soliloquios de primavera,
como amor nacido del olvido
de los días viejos,
viejos días de acero,
gris y más gris el horizonte,
mientras el azul cielo azulado
es un prodigio salpicado de nimbos,
cada uno su forma, su manera de ser,
aquí la poca paz que deja la gloria
podrida de los días
viejos o no, siempre viejos,
siempre azogados,
y allá el pozo sonoro de la existencia
llena de días habitados de (des)dicha.

José Luis Molina
Calabardina, 21 de julio 2013

sábado, 20 de julio de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 4


QUEDEN TODOS EN PAZ

Pasado el hueco del silencio impuesto
por el haz del halo y el tilo, asumidos
como óbolo natural, ateridos
los signos exteriores, en el cesto

de la ofrenda ubicados pongo el resto
de mi sangre y mi contento, cogidos
con mis manos los restos percibidos
de mi estirpe y acre llanto. Noble gesto

en la íntima penumbra de la loma
donde sita la dicha del doliente
mientras la luz se quiebra espeluznada.

Supe así el nombre de tu nombre. Toma
mi solitud en nombre del sapiente.
Nadie beberá el agua derramada.

José Luis Molina
Calabardina, 20 julio 2013

viernes, 12 de julio de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 3




ÉPICA DESHONRA

En tierra de nadie, trágico augurio
fueron las hieráticas cariátides
abandonando el sólido fuste
que las encumbraban hasta el desastre,
capiteles sembrados de misterio,
cuando fueron abatidos los templos
serenos por la fuerza de las máquinas
de guerra y la sal estéril hizo vacuo
el camino de la plegaria antigua.

De la ciudad hicieron ruina fácil.
La doncellez, plato codiciado para
feroces fauces. Prendieron los niños 
la hoguera del odio mientras buscaban
claustro en el escondite de sus juegos.
Al anciano la vida permitieron
para que narrase el asalto y miedo
infundiesen a las gentes relato
tan cruel y militar despojo su hazaña.
La gloria inane de los vencedores,
faena deslumbrante por lo rauda,
cobarde por la misma innoble prisa,
hasta en su oficio destructor soeces,
no sirvió para el olvido, que siempre
los persiguió la muerte inopinada.

¿De qué sirvió escuela de paz serena
a quien guerra vivió en su infancia aflicta?
Hicieron secta de venganza horrenda
los antaño asustados jovenzuelos
de la horrorosa muerte contemplada
mientras en el silencio del refugio.

Ajustados a los petos petrales,
los deseos de sangre renacían
mientras eran abatidas las hijas
de los asoladores imperiales
y ansiaban refugio los victimarios
en los sepulcros de los arrabales,
en las ermitas de las cofradías:
mas hasta allí llegaba el asesino.
Alzó su voz el inocente, gritó
la superstición y conoció entonces
la secreta unción de los aranceles
de la penuria. Alzó su voz y herido
cayó para que se hiciese el silencio
y la máquina anónima siguiese
el aniquilamiento del otrora
vencedor imperialista.

Palmira
es una ordenada ruina y reclamo
en donde la piedra grita su pasado
en un horizonte lúcido y salino
mientras el guía repite incansable
los clichés turísticos tan manidos.
En los Anales del alba se cuenta
escrito cómo se destruye recia
estirpe de hombres bajo la ruda horda
feroz de los logreros. Sólo, lírico,
he sabido de la célebre ruina
de Samos, Pastmos o Cartago. Poco
he aprendido de la épica anodina
de los escritores. Altas columnas 
son las de Palmira y sus yermos restos
de tal belleza que quizá esplendente
no fuese tan gozosa mi extasiada
visión esperanzada. ¿Qué más bello
que la convicción de que algo resista
al tiempo permitido y sea ruina
eterna? Sólo por su mustio aroma
de tiempo Palmira es más famosa
que cuando era un cenáculo secreto
y la oración ascendía entre incienso
hasta la nube que ocultaba gloria
tan perecedera como asolaron
los cabrones de siempre en cada
época ganadores de la ruina que luego
será objeto de pasmo, lámina de libro.

José Luis Molina
Calabardina, 12 julio 2013

jueves, 11 de julio de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 2





SI TAN SUAVES CADENAS NO IMPIDIERAN…

Amor: de tan abrasado, me sacas
copiosas lágrimas que, como hilillo
de agua, abandonan fuente abocada
desde el borde a ser lucífera perla

y repique musiquero de tan vivo
el sonsonete aleve y entrega amante.
Habrás en mi corazón tu morada
y, escondido allí, el gozo del sosiego.

Cesen, pues, los ilusos devaneos.
Vaya la cigüeña en su dócil vuelo
a la cima de la atalaya inane.
Rauda corra su carrera el potrillo

sano bajo el destello de las crines.
Mira, el oscuro suelo traspasando,
el último destello de Febo oculto
que, de negritud, viste el amplio ponto.

Luego será en la cuadra acomodado,
en el aura del gozo el vuelo osado
de la zancuda, el paso de la Luna
apretando y, en mi tálamo habitable,

silencio y solitaria compañía,
de los peligros tu alma asegurada
y tránsito inefable compartido
si anhelas renovado experimento.

José Luis Molina
Calabardina, 10 julio 2013

lunes, 8 de julio de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 1





LAS DUDAS DE DIDO

Desde el porche de tu claustral retiro,
estancia sosegada como cosecha en lagar
dormido, cae al desgaire la blanca
cortina sobre la coqueta cala, natural
capricho costero, rocoso y plano según,
velo que oculta y permite el gozo de la sal,
la lumbre marina que navega su sombra
por la cal de su armonía, ponto abisal
de conocidos desastres dolorosos, mientras
impide que el último sol hiera, amante,
tu aguamarina mirada alechuzada,
astuta, cómplice, y, por ello, graciosa
y llena de peligros. Apartas la breve gasa
y la paz de la atardecida, la que genera
el último adiós furtivo, te llena de graves
gritos de gavinas.
Es una visión perfilada
la de los hábitats que abarrotan la orilla
y cobijan las olas de la confluencia, justo
vaivén, infecunda espuma, neutral espejo
de visiones de la vida y del hombre aciago.

Desde el amplio ventanal y atalaya legislaba
el invierno, invertía tu reinado los compases
iniciales y, la tarde, clepsidra de los días,
quedaba reducida a cenizas.

Cuelga el ampo
extremo del lienzo desde el riel bajo marco
de cedro revestido y compone arrugas y
sombras al tiempo de ocultar la cercanía,
de impedir el reverbero
del ansia.

Anda herida la tarde que sus manos
abiertas ofrece a la luz ablandada
de la
sacerdotisa.

En tanto, aletean blandamente
satiresas gaviotas que maldicen las últimas
barcas en su entrada en la seguridad
de la Cala Bardina, de la tunecina mar
del Mare Nostrum que nos consuela de la sal
que la Tagaste numidia asolará a poco,
eternos náufragos los generosos corazones
de serenidad conmovida, de contenida
inquietud, pacientes en su refugio.

Me agrieta tu presencia,
tu pulquérrima forma me agita,
muda mi corazón lucidez serena
por los desbocados caballos,
galope agolpado de sangre,
sube al rostro la emoción que oculto con el velo,
la cortina excusa mi ardiente mirada,
mi turbación rehace,
que tu prestancia despierta más y eso
porque llevar me dejo de la emoción,
mi temor escondo,
ficticia hago la realidad inane,
inerme, en amor me entrego
mientras el crepúsculo se hace,
deviene,
acaece tósigo, oscuro sueño, insensata caricia,
obstáculo a la funesta pasión:
desvela así premonición triste del trágico destino.

Caen sobre la mecedora las quejas enamoradas de Dido.
La reina enciende la capuchina y aparta la cortina
que la noche ha vuelto estéril.
Desgarrada queda su agonía en el cielo de lo imposible,
de lo que nunca ha llegado a ser.

Sobre el silencio,
la huella de la desdicha,
los pasos que se alejan.
Así se firma su propia sentencia:
lastimera
adviene queja y el silencio del orbe reprochado
se adueña del vestigio,
porque nada es
ni más allá siquiera.

José Luis Molina
Calabardina, 8 julio 2013

domingo, 7 de julio de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS



LA SIBILA ADVIERTE

Sangran en estío heridas de mayo
a la lumbre del olvido abiertas,
hasta ahora de lágrimas cubiertas
por si, cauterio fúlgido de rayo

de amor, con la fidelidad del ayo,
memoria avivase y voces inciertas.
Mirada nívea tuya perviertas
y de cenizas te cubran el sayo.

Es suplicio tu solitud altiva
mientras esta en mí pura llama oscila
al pairo de la tristeza y de la noche.

Viene salobre el silencio en derroche
de fortuna, que no en vano Sibila
de tu falsía advierte y ánima esquiva.


José Luis Molina
Calabardina, 7 de julio de 2013