sábado, 30 de junio de 2012

EL PEREGRINO EN EL ATRIO


Edward Burne-Jones (1833-1898), The Wedding of Psyque (1895).

Sólo aguzar el oído por si se percibiera
el ruido de paso del Buscado por el sendero
anunciador de lo oculto, de cuanto la corporal
envoltura impide conocer inmediatamente,
sin obstáculo alguno, cuanto ahora es secreto
y, tras el tránsito, alba dorada, aurora consurgens,
inmediatez suprema, principio del vislumbre,
manifestación teológica del incendio que es amor,
culminación expresa de cuanta experiencia
es acumulada en el vaso órfico de la mismidad
expresado en la plegaria, en el éxito del claustro,
en la reverente actitud frente al ara de la hecatombe
vespertina sin hoguera ni liturgia del presbítero: 
visión directa de la deidad, aproximación
a la eternidad plena de beatitud, de salmos
gravemente entonados, dulcemente expresados
con dicción más que humana, casi angélica,
en el atrio donde el peregrino alivia su caminata,
venda sus pies, mapa de ampollas y rozaduras,
y descansa su báculo y mochila en el sepulcro
del santo patrono en cuya tumba florece
el silencio que oculta las letra góticas
de su advocación y méritos. Dulce sensación
olorosa de incensario que eleve la plegaria
a la altura del Pantocrator, mientras los santos
expresan su admiración e ingenuidad natural
asombrados por su propio significado, por su
breve sonrisa iniciada en el pebetero de la fe
en culminación de cuanto falta para que la materia
sea alma de Dios, concierto del misterio enlazado
en la longitud de las columnas gallardas
que se hacen palmeras en la soledad de la techumbre.
Todo está lleno de Dios, la piedra es amor
y la oración bisbiseo plácido porque la luz llega
al centro, al brocal del pozo que refleja los
cipreses verdiseveros del claustro en el que
se es mientras desfallece el horizonte
en la penumbra que invade el corazón mientras
el sol se oculta tras las paretas del camposanto
sito algo más allá de la basílica cuya torre
se difumina mientras los salmos de las vísperas
se adentran en la noche de los sentidos:
In Te, Domine, sperabo
non confundar in aeternum.





Calabardina, 22 junio 2012
José Luis Molina Martínez

viernes, 29 de junio de 2012

CAVANDO EN MI PROPIO POZO

(c) Su autor

Vana es nuestra fe si el héroe no cumple
con su vocación de custodio del emblema.
Inútil es regresar al origen,
              eliminar lo inmundo,
              acercarse al hombre,
              despojarse de todo,
              purificar el alma,
              inclinar la vida al encuentro deífero
si el cerco de la vida asfixia el crecimiento,
                                              el desarrollo,
                                              la plenitud
social que eleva al hombre a la dignidad
                           de hombre,
mientras la noche del amor oscuro destella
gozos luminosos,
sígnicas palabras.
desconocidas profundidades en las que sólo
lo divino,
la mismidad íntima del ser,
columbra cuanto de celeste permanece
en la interior bodega del Amado,
en la que se bebe lo no entendible,
                se sabe lo no entendible,
                se intuye lo no explicable,
porque la experiencia se interrumpe en cada
ocasión en la que la solicitud por lo terreno,
                                               de lo vital,
cerca el silencio y se pierde la prioridad
de la experiencia,
                                          la apariencia
de la ocupación de lo humano en el velado
momento del hallazgo,
                                           la concupiscente
alteración del desiderio,
                                           la ineficacia
de la música armoniosa que se eleva como
el incienso que esconde el ara, mientras
el murmurio de los ángeles parece un zureo
de palomas que aletean hasta el frontispicio
de la fachada y ensucian las venerables calvas
de los obispos que esperan, hasta que la piedra dure,
la comunión de los santos.
                                           Esto es cuanto ha hecho
historia desde antaño, cuando el Ángelus señalaba
la hora de comer,
la conclusión del trabajo,
la conducción del rebaño al aprisco,
y la de encender la capuchina en la cocina
donde la sopa humea y se bendice el pan
antes de hincar el cuchillo
en la dureza de su corteza,
en la dureza de sus muchas horas
salido del horno que no volverá a calentar
nuevo pan hasta que el grano sea molido,
sea harina cande, esté preparado para ser
Pan de Dios, Cordero de Dios, Señor Jesucristo.

Por todo eso vivo en el incendio silencioso
de este mar de la Cala que no volveré a ver
hasta que acabe la estación veraniega y regresen
a su cotidianeidad cuantos gritan, vociferan,
van y vienen sin sentido, aunque, entiendo,
han conseguido cuanto buscaban antes de que
julio y agosto fuesen consumo organizado.
Reforzaré mi claustro, cerraré las puertas
por las que entran los latidos exteriores
y volveré a buscar novedades espirituales
en la concentración sagrada de mi mente,
en la soledad creadora que me proporciona
vivir en la Calle Tranquila de la Cola de la Cala.
Dios sea loado y me permita profundizar
en mi propio pozo
para que me surta de agua fresca que bendiga
mi ensalmo, la profundidad de mis deseos.

Calabardina, 21 junio 2012
José Luis Molina Martínez





viernes, 15 de junio de 2012

EN ALGUNA QUE OTRA MAÑANA, LOS SALMOS SUENAN FÚNEBRES






Hoy es una rutina monótona. Vuelve hoy
a ser un tiempo gris. Casi como ayer. Casi
como mañana. Es unánime comentario
el duro sol y la fatiga engendrada: parece
terrible sol castellano, pero es el que reina
en la Cala, muerta de brisa, morena bonita,
aunque los broncos días venideros antes
del solsticio a celebrar la noche corta de
junio se hacen inaguantables horas en
búsqueda afanada de la sombra, del silencio
de la arena varada como nao inservible.




Paciente espera la de los versos ofrecidos
en el ara de los templos despedrados,
demolidos, llenos de hierbajos brotados
y crecidos entre las juntas de las losas
resquebrajadas. Allí se esconden las lucíferas
salamandras, las foscas pieles de las culebras
sin ponzoña -sólo sirven para asustar a quien
escucha un chiflo como de siringa, hueco,
entre las piedras soleadas-, porque las chumberas
-Opuntia ficus- crecen y se calcinan algo
más allá, pasado el majuelo, tan cerca de la
ermita a cuyos alrededores, quizá en el atrio,
de celebraron los rituales de junio, en tiempos
ancestrales, cuando los dioses andaban entre
los hombres, dichosos tiempos aquellos.





Caducos son aquellos dioses, pero de ellos
han escrito hasta hace poco los hombres
creyentes en las tradiciones que explicaron
el manejo las divinidades con leyendas
que hacían sonreír, porque nadie más
desamparado que el hombre proclive
a la tristeza, aunque viva en la zona
ascética lindante con la ascésis lírica,
en la Calle Tranquila de la Cala-Bardina,
claustro de agua y oración salmódica.




Así, veloces en su monotonía, pasan las horas
mientras la vida ciudadana continúa a su ritmo:
algunas mujeres andan en la compra,
algunas jóvenes abren y cierran las puertas
de las boutiques vacías, dejando currículos
como carta de presentación que no tendrán
en cuenta, tiempos raros los de ahora, porque
el silencio, el no hacer nada, es un modo
de defenderse que ha colocado las monedas
bajo la losa, a la espera de que crezca el denario.




¿Que seré después de mi muerte? Morir es algo
a hacer todos los días. De hoy, acostumbrada
rutina, a la rutina de la sin nombre, sólo media
un requiem y notable desconsuelo en algunos.
En verdad, no era esta la conclusión que anunciaba:
pero hasta aquí me ha llevado mi edad dorada.


Calabardina, 15 junio 2012
José Luis Molina Martínez


miércoles, 13 de junio de 2012

LA JAULA DE ORO PENDIENTE DEL BALCÓN QUE DA A LA CALLE TRANQUILA

Carretera de Cope con sol. Fotografía: José Luis Molina
No es bueno vino de añada en botella
de tapón enroscado para brindar,
de mañana, cuando no ha sido el corazón
emocionado por el canto mudo del mirlo
encerrado en jaula que pende del balcón,
prisionero sin amor, entristecido por ser
en cárcel, aislado por los barrotes de fino
alambre duro, impedido del vuelo y, sin
embargo, mantenido vivo por los recuerdos,
sin que el olvido detenga el daño
de la lejanía, el sufrimiento de la eterna
separación, cadena perpetua sufre,
de cuanto había amado en vida, hoy
más negra que la de su plumaje sin brillo.


Oye, tú, deja el vino sobre el umbral
del llanto, en la mesa carcomida donde
fenece la gris cordura que enaltecía antes
a su poseedor. Abre, primero, la puerta 
de la prisión real, que pase el aroma
humano y vivifique el silencio impuesto.
Dale la libertad a su destino oscuro,
que sus alas batan en el aire tibio
del solsticio los versos más tristes
de esta mañana, en la que el vino
ni alegra ni vivifica el vaho solemne
del sol que apretará cercano el mediodía
y dejará sentir la dictadura férrea del
que impide el uso normal de la voluntad
de ser algo más que turiferario del sistema
que encarcela la libertad de las ideas,
mientras el padre Estado, que se ocupa
de los que él mismo apresa, quita la jaula
del balcón en donde el sol ocupa ya
la celda escueta del mirlo colocado
en la parte de atrás, en el sitio en el que más
se sufre el acostumbrado acoso de cuanto
supone la imposición contractual obligada
por los lacayos. Y todo por haber expresado
su deseo de salir de este territorio contaminado
y buscar aire menos áspero, justo el que se
respira algo más allá de la Cala de la Cola,
cerca de la Calle Tranquila, donde quiere
acabar sus días el pájaro pinto, que también
sufre jaula y mandatos obtusos. De tanto
quebranto, siempre se resiste el vuelo.


Calabardina, 13 junio 2012.
José Luis Molina Martínez


FELICIDADES A TODOS LOS ANTONIOS QUE CELEBREN SU SANTO Y A LOS QUE NO LO HAGAN, TAMBIÉN.

domingo, 10 de junio de 2012

CANTO INÚTIL DE PÁJARO EN EL ÁRBOL DE EROS



Atenas. Templo de Zeus
Pájaro amigo de la voz postrada
en la soledad verde de la rama:
no pierdas la piedad feliz del trino
en el pebetero añil de la tarde.
Cuida bien el melancólico tono
que brota por el silencio de junio
con las aguas florecidas en sales
morenas, en ósculos infelices
por tanta oscuridad de los motivos
arcanos, de los conjuros en aras
impuras bajo la flor del helecho
real, por la noche de san Juan se abre
para caer al suelo y ser situada
suavemente en blanco paño de lino.
Fueron vanas hecatombes sombrías
porque los dioses dormitaban bajo
la sombra del laurel que perfumaba
del véspero los tálamos ungidos
por los oráculos del templo argivo.
Idilio amable, Arcadia recreada,
¡oh diosa de ojos alechuzados!,
que tan pronto eres Olimpo selecto
como puteas por los bosques jónicos.
Canta, pájaro cólquido, las cuitas
eróticas de los dioses beodos,
ciegos del dulce néctar y ambrosía
deleitosa, desde ahí mismo, en tu rama
alta del árbol centinela. Llueva
tu cadencioso llanto bajo el alero
silvestre de las hojas a la sombra
de los rigores que traen los vientos
que acceden por el lado de las islas.
Cuando concluyan amor y reclamo,
serás silencio en el bosque nocturno.
Tampoco tendrás arrullo en el cadeo
del magnolio que se mueve embriagado
porque el ánfora lésbica olvidara
guardar el eco de los solitarios
cánticos que los dioses no escucharon,
ocupados en las tareas de su oficio.

Lesbos




sábado, 9 de junio de 2012

LLAMA DE AMOR SEMIVIVA


Oráculo su palabra parece
aunque suene difusa en la oratoria
vacua de los falsos templos, memoria
viva de la paradoja que crece


en sereno íntimo interior y mece
el signo: ósculo alado es, palmatoria
de llanto, nube de salmo, prehistoria
telúrica, acento salobre. Rece


el presbítero oral antifonario:
lo cantusea el melódico coro
agrupado junto a la armonía alba.


Son sus vestes cantueso, endrina y malva.
Su mítico esplendor es un tesoro.
Pero sólo Dios arde en el santuario.

Calabardina, 9 junio 2012
José Luis Molina Martínez

MEDITACIÓN RÁPIDA DE LA MAÑANA

Dibujo de Amando Suárez Couto (c)
No por poner en juego el ars amicitiae
consigues la paz romana, amigo inventado
a la orilla de la Cala, en tu casa alborotada.
Toda paz interior como una llama ardiente
parece hervir, sin tener en cuenta
el novilunio de este mes suave aún pero
aguerrido en la ingente tarea gloriosa
de la construcción no subvencionada
del claustro pétreo que se eleva como
oración, como humo que el turiferario sabio
disuelve en volutas retorneadas, como
columnas salomónicas en el Tabernáculo:
las preces alcanzan
la estrella de mar,
la torre de ébano,
la casa que asume su pobreza,
la mesa donde se reparte el juego marcado,
la desesperación no tanto por la muerte de Dios,
cuanto por los despidos del trabajo,
tanto infierno en la hoguera diurna,
cuanto destello solidario,
cuanta urgencia en la necesidad.
Créeme,
amiga tejedora del tapiz velado de la historia
actual, de este momento crítico: sólo se posee
cuanto se deja en el banco de la paciencia,
en el destello fúlgido de una caridad que hace
al otro mi semejante, soy yo el que se sienta
en su mísera necesidad y sufrimiento a la
espera de que los dioses dejen de rezar
plegarias ineficaces. Nadie sube sólo del
abismo, nadie come sin nada en el plato, 
nadie sonríe mientras los niños preguntan
y alguien entiende que las flores son para
los búcaros, de modo que la estancia parezca
un salmo lastimero, una letanía de lamentos,
un fúnebre kirie eleison, Señor nuestro,
dueño de nuestros ilusos sueños rotos,
dueño de nuestras esperanzas perdidas,
dueño de nuestro horóscopos falseados,
dueño de nuestros silencios interrumpidos
por el hondo gemido de nuestra desesperación
contenida porque el claustro de acogida
no permite el llanto, no tolera la soledad,
no admite el silencio. Pero, ha tiempo ya
que la elevación de un ceniciento canto florido
invoca a los ángeles que expulsaron del paraíso
a las Potestades pretenciosas para que, libre
este pueblo del daño irreparable que le han
hecho sufrir, que ha deteriorado lo humano,
que ha humillado al hombre, que ha falsificado
el valor de la mujer, por la avaricia triste
de los que orillan los pesebres del poder,
la cochineras de Circe y su porquero.
Nunca más pisoteadas que ahora
las teologales virtudes,
la justicia cardinal, hetera de sí misma.
¡Ángel del más allá!:
anúnciales su destino de angustia,
léeles los cargos que harán de ellos
sísifos y tántalos,
condúcelos a las cárceles del alma,
justo las que Piranesi diseñó para ellos.
Los condenados argüirán escandalosamente:
"que nos quiten las alfombras sucias
de dinero sobre las que pisamos, 
los placeres que nos han acompañado
hasta en sueños prolongados artificialmente". 
Y maldecirán nuestro nombre, el nombre
de todos a los que hicieron sufrir.
Porque sólo la conciencia
de su nuevo estado,
hará que se sientan, por una eternidad,
tan desgraciados como los que ellos
fabricaban sin que les redoblara la música
del daño ajeno, las lágrimas de los débiles.
De la flor de loto nacerán signos sombríos.
De los acebuches manarán hilos de oro verde
y de la pinada de la orilla de la Cala
emigrarán los córvidos que arrancaban
los brotes de los prados circundantes
de la ermita arruinada al pie de la sierra
que se aboca a poniente, mientras las gaviotas
de voz hueca y bronca regresan a Cope
donde pasan sus horas en la cortada pared
sujetada por ángeles que no se ven
por la noche oscura del alma:
a esa hora, sólo tiene lugar
el silencio de los muertos.
Desde el ara pacis, se elevan oraciones
para urgir que las tinieblas asuman
su misterio
antes de que el día sea aurora perfumada
por el sándalo del Oriente cercano,
por el lado aquel de la Cala que luce
el oro por encima del dinosaurio dormido
que parece su estatura. Así,
Dios podrá repartir justamente
la paradoja que la vida provoca
y el claustro retirado redime.

La isla de los muertos, de Harold Böcklin, versión de 1880 (c)

Calabardina, 9 junio 2012
José Luis Molina Martínez

miércoles, 6 de junio de 2012

EL POETA OBSERVA AL GATO ANTES DE ABRIR ESTE LIBRO DE DOCTRINA NO TODA SUPERADA



Escribe Juan Ferraté en un libro de 1968: "La poesía tiene, pues, un tema: la realidad de la experiencia, la efectividad de la presencia de las cosas a la conciencia humana".

Y el poeta, escribe:

Mira el gato con dureza
desde la puerta del libro:
"me parece que hasta vibro
a pesar de mi pereza:
a este poeta calibro.
No sé lo que lleva dentro
este ensayo tan sesudo,
sólo miro por el centro,
donde como, yo me adentro:
soy un gato melenudo".

Moraleja:
Es Dinámica de la poesía
lo que el minino negro no veía.
Si quieres ser como el ilustre gato,
no te pongas a leer estando el plato
lleno de galguerías atractivas:
en la poesía, cosas activas.




Calabardina 6 de junio
José Luis Molina Martínez



martes, 5 de junio de 2012

AURA FESTIVA DE JUNIO

Calabardina desde la playa de la Cola. (c) José Luis Molina


El aura que alivia el calor severo
se allega de la orilla de la Cala,
perfuma de mar la colina mala
del acebuche y el ámbito terrero


con algas corrompidas secas. Pero,
¡qué alegre el lírico momento! Gala
se hace en el pinar, habita en la sala
morena del cantueso y del romero.


Me trae olvido el agua tan cercana
del goce disfrutado, atrevimiento
cierto adentrarse en la aleve clausura


del silencio que acaba en la mañana
de ligeras risas que abraza el viento.
¡Tiempo escaso en el mar el aura dura!


Calabardina 5 junio 2012
José Luis Molina Martínez