viernes, 27 de septiembre de 2013

NO REGRESO PARA VIVIR LA MUERTE




A los pájaros que emigran cuando los libros mueren.

A los libros muertos y enterrados por el sismo.


Lorca es un amplio camposantohasta que la pájaros vuelvan con los libros en el pico.

A Lorca, cuyatierra reposa al dormir este difícil sueño(Salvador Espríu: La pell de brau, 1968).


Escribí estos poemas -a mí, al menos, me lo parecen- pasado el terremoto de 2011

Así quedaron muchos de mis libros


BEBO VINO POR MIS LIBROS
EN EL SEÍSMO ARREBATADOS



Tantos libros ni en una casa caben
ni en sueños de lector empedernido.
Los estantes llenos, será su nido
el suelo, en columnas, pues todos saben

su pobre domicilio. Quizá acaben
arrumbados, alguno carcomido,
otro deshojado, este letraherido.
¡Sean malditos los que menoscaben

mi patrimonio escrito! Roto el canto,
mi libro preferido, el peregrino,
de argumento feliz y fin dichoso,

mal lleva su destino y rompe en llanto.
Miro la pilastra alta, bebo vino:
del autor no sé, el título, borroso.


José Luis Molina
Calabardina, 27 septiembre 2013

domingo, 22 de septiembre de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERA 18



LA CALLE TRANQUILA,
A LA COLA DE LA CALA


Cúpula de la iglesia del convento de la Virgen de las Huertas
Lorca, 8 septiembre 2013. Foto: José Luis Molina


Desde aquí, desde el dolor pasado,

desde el balcón de mi silencio,

se extiende un azul que se sumerge

en su belleza y profundiza el tono añil

en gama marinera hasta lo eterno.


Inúndanse los ojos de horizonte,

pura forma rectilínea,

redonda geometría la playa o concha

donde el manso mar se recrea

en su azul y en su silencio oculto

y movimiento osado.


A lo lejos, un islote se divisa

que azota con lo blanco de su azul

tan esplendente

como el cielo que lo cela

y lo descubre a un tiempo mismo

y de atrayente modo.

Canción de lo inmenso,

del abisal acopio de oscura llama

y sutil misterio en la ciudad

triste y sumergida,

de música modosa revestida,

y en blanco movimiento

acunada, oscilante,

la amplitud mediterránea

retirada del lebeche,

aislada de la vida,

magnifica su ansia virginal.


Más fría que el calor de la mirada

que lo sueña desde aquí,

que se solaza y copiar quiere

su eterna mansedumbre,

su sereno silencio,

su soledad complaciente,

su placidez ahora,

mi turbado espíritu recrea.


Y tan sólo de ella disfrutando,

el sosiego en la mirada introduciendo,

pasar ansío el poco tiempo

que en pausado devaneo

me queda a la orilla de la vida,

de la que soy en voluntario apartamiento,

en busca del encuentro

con mi pausada escueta historia,

el viaje preparando

hacia la orilla noble del Amado.


Me alejo así de mi esencia

y del gesto acumulado en el largo

viaje emprendido cuando desnudo

en el monte me dejaron.

Y vestido ahora de graves daños

y escasos bienes adquiridos,

despojarme quiero de lo habido

y llenarme de lo eterno prevenido

desde siempre y lo absoluto.


Sólo ese poco necesito inaccesible.

que gastado por entrega generosa

incalculada, mi pozo seco queda

y yo, a su brocal, sediento de la altura,

del agua manadera, la palabra

que procede de la noche

e inefable desierto origina

y aridez suprema para nacer

al comienzo de la escala.


Este monte sin ladera limita

la subida y sólo adivinando

la retama asciendo

sin ninguno movimiento

a la solana de este monte

por la verdura sostenido

del matojo y mi escritura.



Sosiego clamo y no lo hallo.

Aparto velos, sueños y emociones,

de mi dentro salgo

con dañado pie mi alma sosteniendo.

Busco el mar desde este monte

encumbrado donde quedo arañado

y por viento asustado

y por aullidos de lobos

y la raposa enfurecida.

Y hasta este apartamiento doloroso

dificulta el aire encaramado

en lo alto de la cumbre que oculta

nube presurosa. Y entonces

lo vislumbro, al sestero,

cuando luz irrumpe deleitosa

y al punto desparece

y árido desierto cubre el alba

y la costumbre de ser en mi morada.


Altivos pasos suenan y, cuando

inician su arribada, se alejan

por el rastro de la luz y el viento

me cimbrea y me derriba.

Ruido impertinente trastea

el arbolado que apenas

se divisa por el altozano.


Voces quejumbrosas se suceden

imperiosas y el silencio no aparece

del Amado y mi tristura crece

y llena la agreste cavidad

de la poca espesura, del esfuerzo

y de mi frente. Y, cuando soy

más perdido y no encuentro

asidero suena el Verbo.

Y a su eco estremecido

me alienta su secreto

entendimiento incompleto.


Atento quedo a la palabra

no siempre percibida

por la grave abierta herida

que infringe

la alta altura del momento

y la extrema rapidez del son

y sentimiento.


Mas su siseo en calma envuelve

mi ánima afligida.

Y esa música sonora

de nuevo enciende el fuego

de la hoguera y huye el cierzo

con híspido blanco paso apresurado.

Y la sombría sombra se diluye

y el arbolado surge y reverdece

y los pájaros canoros silencian

los miedos de la noche y de sus flores.


En silente soledad se introduce

la palabra y se recrea con su sonido

el atento oído apercibido de su tono

y majestad de acordes y de trinos.


Y vuelve el mar a mi mirada

y arde el reverbero de la luz.

Mi casa se sosiega y la ladera

del monte aparece y el camino.

La paz mediterránea anega

la esperanza y el Amado

procura silencioso dormirme

con su voz en mi escritura.


En lo profundo del Amado

me dormí y estuve

sostenido y al vuelo de paloma

concurrí y anduve

el zureo y viví el estado

trasparente que había en la redoma.


Nadie me alejó del sueño

y, en la quietud abandonado,

en los brazo del Amado

lo tuve como dueño.

Esto me fue dado gozar instante

raudo y presuroso,

mas fue bastante.


Hasta el balcón llegó volando

el alma, mis sentidos reposando.

Y, vuelto a mi estado de abandono

de cuanto fui y soy y que le dono,

a la linde del mar estoy y la ladera

por si otra vez ventura tal hubiera.



Calardina, 22 septiembre 2013
José Luis Molina

miércoles, 18 de septiembre de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 17

Cristo Crucificado del coro bajo de la iglesia del Convento de la Virgen de las Huertas
Fotografía José Luis Molina

HERMENÉUTICA
Van con piadoso corazón
a beber de aquellas fuentes sacras
la verdad y derramar el agua
salvadora.
                        Apresurados aquellos, apenas
mojan los labios en el silencio
de la fuente que mana y corre
aunque es de noche y aúlla
el lobo contra la soledad de los montes
mientras sigue su natural instinto
de fiera, la luna a jornada media
Remilgados los otros, lugares buscan
escasamente hollados y miran con crónica
estolidez a los que más arriba hunden
sus fauces como atentos cervatillos
al ruido de la floresta, acaso llegue
la raposa acosada de canes y jadeos
y el excitado sanguinario cazador
corone su cintura de sedientas presas.
Sólo aquel que, sito bajo el desmonte
por donde corre el arroyuelo
y salta el cortado declive,
se sumerge en la corriente
y por su boca se entran caudales formas
de sonidos multiformes, sólo aquel
sabrá el sabor de la fontana.
Y, abastada con creces su sed
bajo el árbol del Amado,
entenderá la palabra inefable
y deleitosa,
que únicamente escuchan
los que su lumbre lucen
hasta el otro lado del humano
entendimiento.
                                   Y lengua veraz
participa su secreto,
                                   mientras el ánima,
aún en el cuerpo refugiada,
                                   sobrepasando
la prisión donde encerrada,
                                               se aleja
de la carne y se hace Vida
más allá de la vida

y vence a la muerte que, pagana, huye.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 16


ALOJADO EN LA PLAYA DE LA CALA

Aquí el sol desciende y brilla
en el agua mañanera
de la cala. Luz primera
dora arena y maravilla
el horizonte azul, quilla
de los días sosegados,
memoria de los dorados
meses, mientras borra el viento
cuanto hoy del pasado siento
por los ecos alejados.

Aquí estamos en un todo
conjuntados. Si podemos,
con tanta luz veremos,
en gozando de acomodo,
la verdad, la vida, el lodo.
Sol de mar enardecido,
sal del cuerpo malherido.
Buscando ánima la altura
cayó el cuerpo sin tristura.
Todo queda establecido

de este modo. El cuerpo ledo,
el alma al tiempo confundida,
la razón, así rendida
y sumida en el miedo,
analiza con denuedo
lo que sólo fe o estoicismo,
con amor o pesimismo
acepta. Pero en lo oscuro,
el fúlgido estado puro
desmerece y no es lo mismo.

José Luis Molina 
11 septiembre 2013

sábado, 7 de septiembre de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 15


AGOSTO, MES MALDITO
Si garza es la paz mediterránea
y vas a vivir todo el tiempo concedido,
no frunzas más el ceño adusto
y goza el afecto que la amistad procura.

Maldito el dolor del agosto indeseado,
nada más amargo que gustar del vaso
en que se abreva lo dispuesto, sin que nadie
intervención sugiera para evitar designio
tan poco favorable.

                                   Mas sólo quien resiste
la mirada del arcano soporta la dureza
del dolor inexplicado. Sólo fortaleza
singular, como la tuya, desprotegido
hermano, aguanta el mal terrible
del odioso agosto y maldecido.

No sólo a ti golpea el daño el rostro
y desfigura tu faz de siempre.
Cuanto te rodea sufre en silencio
tan amargo como el tuyo.

Pasará el triste mes tan arrogante
como estúpido y maldito.
Pasará el agosto y quedará encendido
el rito del dolor, mas ya distinto.
A los meses veraniegos sucede la estación
sombría, la caída de las hojas mientras
árbol tan perenne, en su robustez vivo,
marcado por el tiempo, resiste por dentro
inalterado, por fuera señalado.

También tú eres árbol fuerte y símbolo
de esta casa desmembrada por la edad
-la muerte irrefrenable-,
donde sólo queda un poso de tristeza
en el vino desteñido de los días.

Cambia el rictus, pon las flores en vasija
sita en tu ventana desconchada. Y cuando
se alcen los ojos hasta tu estancia,
tal vez saldrá sonrisa contenida
donde agosto puso puntos de sutura.

José Luis Molina
Calabardina, 7 septiembre 2013