miércoles, 18 de septiembre de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 17

Cristo Crucificado del coro bajo de la iglesia del Convento de la Virgen de las Huertas
Fotografía José Luis Molina

HERMENÉUTICA
Van con piadoso corazón
a beber de aquellas fuentes sacras
la verdad y derramar el agua
salvadora.
                        Apresurados aquellos, apenas
mojan los labios en el silencio
de la fuente que mana y corre
aunque es de noche y aúlla
el lobo contra la soledad de los montes
mientras sigue su natural instinto
de fiera, la luna a jornada media
Remilgados los otros, lugares buscan
escasamente hollados y miran con crónica
estolidez a los que más arriba hunden
sus fauces como atentos cervatillos
al ruido de la floresta, acaso llegue
la raposa acosada de canes y jadeos
y el excitado sanguinario cazador
corone su cintura de sedientas presas.
Sólo aquel que, sito bajo el desmonte
por donde corre el arroyuelo
y salta el cortado declive,
se sumerge en la corriente
y por su boca se entran caudales formas
de sonidos multiformes, sólo aquel
sabrá el sabor de la fontana.
Y, abastada con creces su sed
bajo el árbol del Amado,
entenderá la palabra inefable
y deleitosa,
que únicamente escuchan
los que su lumbre lucen
hasta el otro lado del humano
entendimiento.
                                   Y lengua veraz
participa su secreto,
                                   mientras el ánima,
aún en el cuerpo refugiada,
                                   sobrepasando
la prisión donde encerrada,
                                               se aleja
de la carne y se hace Vida
más allá de la vida

y vence a la muerte que, pagana, huye.

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