sábado, 27 de julio de 2013

ITÁLICA SERÁS DESPUÉS QUE MUERAS 10


Obispo descabezado



HAMBRE QUE ME COMA EL CORAZÓN HERIDO

En el silencio ocre de un oscuro movimiento
nace, enfrente de la estéril nada, un puro roce
de ávido intelecto con sencillo sentimiento
natural. Y aqueste dulce intenso simple goce

vibra en la profunda sima de interior natura,
invita amable a extender la mano mesturera
y apresar lo eterno inextinguible. Así, procura
horadar la estable sombra bruna cual si fuera

un hálito contiguo a la cálida palabra
aún no pronunciada, ni nacida tan siquiera.
¿Quién que es mortal no se interroga? La tierra labra,
dura, seca, agrietada, como si un mundo hiciera,

el modesto labrador y la prepara y la hiere
con potente brío y profundiza con la esteva.
¿Quién que es con rigor no se define? El río quiere
seguir su curso infinito. ¿No habrá quien se atreva

en osado asalto, cándida aura, ímpetu ciego,
con las voces rumorosas de amistad sagrada?
Anda, pugna con el ángel, luz, espada, fuego,
en el rito añil de la corriente alborotada

de los días de la vida y su ámbito secreto.
Tantos años he vivido el vino en la bodega
fermentado, tiempo tanto entregado al decreto
recibido de tu boca, que el vocablo juega

en detrimento de la quietud callada, parca,
sobria y recoleta en su mirada primorosa
inabarcable. Cercada por la noche, marca
camino impenetrable, ruda verdad boscosa,

conclusa orilla, abismal talud, procedimiento
adusto difícil de entender, moral esfuerzo.
Nada es en la creadora soledumbre, siento
de aquel atrio la nostalgia, triste amor retuerzo;

en la tarea soy de copiar en mí amargura
dúctil e inefable, como vuelo de paloma
en su zureo oval, leda brisa de locura.
Y ansío, en la batalla dura, hambre que me coma

el corazón rendido, sin fuerzas, sin espacio.
Medito en ello con tristeza y gran vacío hallo.
Esplendente señal busco. Tea arde en palacio
amado. Sito en mi oquedad, sufro, muero y callo.

José Luis Molina
Calabardina, 27 julio 2013

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