lunes, 2 de enero de 2012

SI TAN SUAVES CADENAS NO IMPIDIERAN…


Amor: de tan abrasado, me sacas
copiosas lágrimas que, como hilillo
de agua, abandonan fuente abocada
desde el borde a ser lucífera perla
y repique musiquero de tan vivo
el sonsonete aleve y entrega amante.
Habrás en mi corazón tu morada
y, escondido allí, el gozo del sosiego.

Cesen, pues, los ilusos devaneos.
Vaya la cigüeña en su dócil vuelo
a la cima de la atalaya inane.
Rauda corra su carrera el potrillo
sano bajo el destello de las crines.
Mira, el oscuro suelo traspasando,
el último destello de Febo oculto
que, de negritud, viste el amplio ponto.
Luego será en la cuadra acomodado,
en el aura del gozo el vuelo osado
de la zancuda, el paso de la Luna
apretando y, en mi tálamo habitable,
silencio y solitaria compañía,
de los peligros tu alma asegurada
y tránsito inefable compartido
si anhelas renovado experimento.

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