miércoles, 6 de febrero de 2013

NOCHE DE INQUIETUD

Josefa de Óbidos

Sobre la penumbra aparece la luz
habitualmente en la mesilla, junto
al rimero de libros amados de poesía.
No son estos poemas locuacidades
de jardines decadentes, de gatos
cuya mirada es la de una mujer fría,
distanciada. No son estos poemas
banalidades rimadas bajo el aura
de la atardecida, cuando las breves
ensoñaciones florecen como poniente
morado al trasponer la montaña.

Esta luz fomenta el silencio. Su pantalla
la recoge en un círculo eterno y, cercana
al fondo del claustro, es oscura y lenta,
en armónico sonido debilitado antes
de que la hora de Vísperas desaloje
los rumores habidos del lado del trascoro.

Estos poemas son estados pasajeros
del alma. Manifiestan una emoción sencilla,
una oración musitada sin sonido para no
impedir el misterio del sentido en la noche
iniciada, atento el oído por si llegara
y su presencia cubriera la sombra
de los nogales frondosos de ramas curvas
por el fruto endurecido.

Cierran los párpados paisajes simbólicos
por si apareciera por el oscuro sendero
de la plegaria sublime. Quizá pase una
vez más y mi adormilado gesto en la alta
madrugada mi impida conocer el silbo
de su llamada, si es que no me envía
ángel nuncio para que siga su musical paso. 



Hans Thoma. La madre

José Luis Molina
14 de septiembre 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario