lunes, 12 de noviembre de 2012

ÍNTIMA LLUVIA DE ENTONCES...

Calabardina desde Cabo Cope (Fotografía: Carmelo Jesús Molina Jiménez)

                                                 ... Y una leve llovizna entre mis labios.
                                                                               Julia de Burgos

Sobre el cristal de la fuente serena
que marchita mis sueños del otoño
sin cielo con sabor a leña quemada,
una lluvia de vuelo de aves mojadas
deslumbra el repique de las gotas
suaves. Es esa música de asfalto
cuanto aliento ahora, cuando la calle
reúne el caudal del silencio lúcido
huido a los tejados calados. Allí
tiene el agua su cuna verde y reposa
en la tristeza de los terrados sin sol
y sin la gracia de los nidos de los
pájaros de la primavera florida.

Para entonces apenas podré saludar
los azufaifos ni los jazmines de hiriente
perfume que los rodean, en el claustro
de Eralucana, porque mis pasos ya no
acercarán las distancias. No parezco
diestro en el arrullo de las manos y,
a veces, el dolor inflama los dedos
sin sufrir la tormenta. Pero la lluvia
es como el llanto que no surte del 
corazón del ave del paraíso habitante
en mis ojos, cárceles si los párpados
se pierden en el cansancio de cuanto, 
aunque espere aún, no ha llegado.
Tal vez lo pedí con dulce gesto de amor
apasionado y sus latidos eran
melodías sin sonidos,
ángeles sin voz,
garlopa sin suspiros.
Es así ahora esta indigencia que
enriquece la oscura soledad
de la tarde de este otoño de lluvia
que cae
sobre el cristal de la fuente serena.

Nubes de lluvia sobre Calabardina
(Fotografía: Carmelo Jesús Molina Jiménez)
José Luis Molina Martínez
Calabardina, 12 noviembre 2012

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