miércoles, 23 de febrero de 2011

JULIO MARURI, POETA Y PINTOR








En el año 1957, Ediciones Torrelavega publicó una ANTOLOGÍA de Julio Maruri que aún poseo. Vicente Alexandre le pone prólogo: La encarnación de Julio Maruri. Sus poemas están sacados de otros libro: Las aves y los niños (elegía), Los años (poemas)y Poemas de tránsito. Así que, cuando quería presumir de poeta, citaba a Julio Maruri. En este mismo libro, guardo un artículo de El País, 1983, que tiene el siguiente titular: Julio Maruri muestra su trabajo pictórico y literario en la Fundación Santillana. Y una foto suya mirando sus propios cuadros. Maruri nace en Santander en 1920 y publica su primer libro, Las aves y los niños, en 1945. En 1945, con Los años, obtiene un accésit en el Adonais que gana ese año José Hierro. En 1951, una súbita vocación le lleva a ingresar en el monasterio del Carmelo de Begoña. En 1963, decide no regresar a España y permanecer en Bruselas y después marchar a París. En la capital, pone su taller y se relaciona con los pintores franceses pertenecientes al movimiento Realité Nouvel. Vuelvo el recorte de prensa a su sitio y doy entrada a su poesía. La dicha Antología se abre a los lectores con un poema autógrafo:

ORACIÓN por los Poetas

Hijos tuyos, salidos de tu diestra,
no les pongas, Señor, a la siniestra;
mas, por la sed que hubieron otro día,
refrigéreles hoy tu compañía,

pues si a veces su cántico fue opreso
por la melancolía o por el beso,
ve que fuera mirando hacia las fuentes
desde los arenales inclementes.

Válganles, pues, por obras sus palabras.
Válganles el dolor con que las labras.
No condenes, Señor, por infecundo,

su amor a la figura de este mundo,
ni esparzas, al juzgar según tus vías,
letras heladas y cenizas frías.
(Fray Casto del Niño Jesús, es decir, Julio Maruri, Carmelo de Begoña, 1956)

A mi madre

Me tienes niño todavía.
Me has de ver niño hasta tu muerte.
Hasta que ya cansada marches
hacia ese cielo de las madres.

Ya no soy niño, tú lo sabes.
Aunque tus ojos bajes, como
cuando era niño y los posabas
sobre las yerbas, por mirarme.

He ido creciendo con los días.
Ahora soy hombre, y tú lo lloras.
Me diste al mundo, en tu inocencia
-oh, limpia madre-, y a los pájaros.

Pero los pájaros van altos.
El mundo es duro, marcha ciego,
va sin miradas hacia el niño
que tú has perdido para siempre.

Niño que llora. Yo aquel niño.
Mi mano ausente de tu mano.
Oh, qué tristeza verte, madre;
madre sin niño, madre sola.

Pero yo canto. Yo no niego
esa niñez que me diste.
Pájaro soy,y vuelo, y trino.
Pueblo tu tarde, y vuelo, y canto.

Me tienes niño... todavía.
Hombre me tienes. Voy rozando
la transparencia de tu cuerpo,
niño en la tierra cuando canto.


ESTE es el mar. Aún me recuerda
aquella juvenil mañana.

Soy el de ayer. Aún me reciben
sus caracolas y sus flautas.

Este es el mar que me contempla.
Soy junto al mar su sombra amarga.

Aún en la playa están mis huellas,
las diminutas y lejanas.

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