lunes, 22 de abril de 2013

A LA ORILLA SAGRADA DEL PROMONTORIO SALINO (24)




22.

Como el olivo y la lechuza, como
pájaro, inexpresivo y calmo, nunca
me aprendí su nombre, en su lenta rama
alta, así tu intensa presencia, canto
de color, forma de sonido, mano
amada en mi hombro, mi voz en tu nido.
Te recuerdo cual eras: en sedente
postura tu cuerpo, un poco dejada
caer en el brazo, prona figura
casi la tuya y como abandonada
a la caída de la tarde efímera
y rosada, erguido el busto, anudado
el cabello tras la nuca, oferente
imagen de la tibia ávida dicha.
Mas, el dios de la tuba gime en leve
trote su danza y el fauno de la lira
del agua arranca, del dolor, del sauce,
de ti, el mito. Desde ahí absorto quedo
en tu figura y rostro dulcemente
evocado. Se enseñoreó ruina
de mi palacio y la columna, roto
capitel y ábaco, desmantelada
aparece. Vivo en mí desde entonces.
¡Beba mi seno este nacer del viento!

José Luis Molina
Calabardina, 22 abril 2013

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