jueves, 31 de marzo de 2011

LOS DÍAS DESDE LA CALA






Una tentativa más para definir la felicidad

Reconoced, paisanos,
que, aunque desprestigiados
tanto el significante
como el significado,
hay momentos que valen
por toda una existencia,
que hacen de la existencia
belleza en la presencia,
presencia de belleza
que pensamos que fuera,
esférica y serena
realización de aquello
que soñamos que era
lo bello.
Reconocedlo ahora
que estáis poetizados.


(Juan García Hortelano. Echarse las pecas a la espalda. 1977)
Ilustración: Jean Jerome.

La tarde se ha vuelto esponjosa y la neblina se ha adueñado de la Cala. Ha habido un momento de escalofrío y lo he empleado en seguir leyendo a Cesare Pavese mientras las barcas de los pecadores que no saben pescar pero tienen barca porque se compra con dinero y no con poemas analíticos o sintéticos ni con piezas de teatro que no se sostienen de pie ni recostadas en medio del escenario. Los que andamos un poco hasta llegar al banco de nuestra costumbre podemos pisar los excrementos de los perros de las señoras mayores que los pasean y los conducen hacia las palmeras para que defequen, después miran hacia atrás por si alguien lo ha vistos, dejan la caca, y salen casi corriendo. Eso hacen no sólo las españolas, sino las que pasan esta temporada primaveral en este mar de todos, siendo algunas de ellas hijas de españoles hace muchos años emigradas al país vecino, ¡¡¡vaya por Dios!!! Esta tarde, con la niebla, apenas han salido. Como este hacer tiene estructura poético lo dejo dicho en este foro que existen a la cola de la cala.

(Ilustración: una foto mía)

20 de abril de 1936

...hay que vencer el abandono voluptuoso, dejar de considerar los estados de ánimo como fines en sí mismos. Para un poeta, es difícil. O también muy fácil. Un poeta se complace en hundirse en un estado de ánimo y se lo disfruta, esta es la huida de lo trágico. Pero un poeta no debería olvidar nunca que un estado de ánimo todavía no es nada para él, que lo que cuenta para él es la poesía futura. Este esfuerzo de frialdad utilitaria es su tragedia. [...] La poesía, si acaso, me ha enseñado a dominarme, a arrepentirme, a ver claro; la poesía me ha rendido en el más práctico de los sentidos. La culpa la tiene la fantasía, cosa muy distinta y enemiga del buen arte. La tiene mi necesidad de evitar responsabilidades, de sentir sin pagar. No es sólo un símil el paralelo entre una vida de abandono voluptuoso y el hacer poesías aisladas, cortas, una de vez en cuando, sin responsabilidad de conjunto. Esto habitúa a vivir a golpes, sin desarrollo y sin principios. La lección es esta: construir en arte y construir en la vida, desterrar lo voluptuoso del arte lo mismo que de la vida, existir trágicamente.

(Cesare Pavese. El oficio de vivir).

(Ilustración. (c) Alicia y Diana, en la naturalez, frente al mar)

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