miércoles, 27 de marzo de 2013

A LA ORILLA SAGRADA DEL PROMONTORIO SALINO (15)


13.

Tanto, Elia, daño causas y amor, que
en ti soy yo transmutación recóndita, 
retal de olvido, vacío caudal,
lágrima de hombre, de la virtud vicio,
del santuario labrador, de mí altiva
miseria. Tampoco la Cala acoge
mi levedad humana, mi apostólica
frase, la seriedad de mi figura,
la tozudez de mi empeño. Fuerte eres,
dijo la maga. Desde entonces árbol
parezco, solidez de fuste, celo
que me come, cirio de tenebrario.
Desvalido soy desde aquella muerte
que me dieron por osado en mi lucha.
Penetró la espada: quedó escondida
en mi corazón de manzana. ¡Basta!,
me dije, y continué por la enramada
de calles y palaciegos solemnes.
Si he nacido en esta tierra ha de amarme.
Viajero soy, no peregrino, párpado
abierto, docente fecundo, esteta
de los piélagos, solitario altivo.
Ante tanta miseria conseguida,
habito la tempestad de mi templo.

José Luis Molina
Calabardina, 27 marzo 2013

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