miércoles, 20 de marzo de 2013

A LA ORILLA SAGRADA DEL PROMONTORIO SALINO (8)



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Una ola mañanera ensimismada
que me somete a su blando vaivén
mi vida refleja en la lueñe Cala
donde habito en el júbilo compulso
de la experiencia vital e inventada
por la mano que escribe y versifica.
Quillas en el mar, redes en la arena,
mujeres en sus sillas de tijera,
las manos en la estela de la vida,
pañuelos negros en la cabeza alba
mientras la paz es ausencia asumida.
¿Qué queda del idilio marinero?
¿Dónde los gritos febles al regreso
de la proa de mascarón ornada?
Cornucopia de peces invisibles
llenaba el juvenil regazo ardido.
En la playa queda la edad festiva
y en el oro del sestero florece
la saga de los días negros. Sombra
ocupará la nube del verano.
Desde el cristal vespertino del viejo
refugio del azul, mientras el clásico
tragedias idealiza, comprendo
el culto talismán y me resigno.

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