domingo, 16 de octubre de 2011

ALFONSA DE LA TORRE EN LA POESÍA CASTELLANA DE POSTGUERRA (Garcilasismo, misticismo panteísta y cripticismo simbólico) I

PRIMERA PARTE
I
UNA ÉPOCA COMPLEJA Y ACOMPLEJADA: LA POESÍA DE LA PRIMERA POSTGUERRA  (1939-1944)
GENERALIDADES
Andar buscando una semejanza efectiva de criterios clasificatorios y una no muy elevada discrepancia doctrinal entre los teóricos que se han dedicado a analizar el tema que nos ocupa, dar a conocer una parte del fenómeno poético en la postguerra [1], el garcilasismo, y una poeta casi ignorada, Alfonsa de la Torre [2], como fácil modo de facilitar su transmisión a los interesados, es, quizá, además de pedir demasiado, atentar contra la libertad personal del crítico o ensayista. Pero, el ejercicio y práctica de la libertad de enfoque –elección de un punto de vista para efectuar la secuencia espacio-temporal del fenómeno poético propio de la primera postguerra [3]– origina, en ocasiones, según el tema, como en este caso nuestro, una complejidad operativa para resumir y conciliar todos los criterios a causa de las diversas clasificaciones que, semejantes en lo general, se disocian en algún que otro aspecto, criterio o caso concreto y hacen perder la ideal perspectiva global, imposibilitando, a primera vista, la eventualidad de llegar a aquella unanimidad utópica que, en el fondo, no deseamos porque la diferencia enriquece.
Aún hay más: lo que un crítico apostilla para tal autor o tendencia aparece, en otro, con una perspectiva o matiz que pone en tela de juicio la afirmación antes concretada. Son, pues, interpretaciones desde adscripciones críticas, literarias, metodológicas o ideológicas diferentes que impiden, si no se entra en precisas minuciosidades, ese esquema único al que aspiramos, como resumen de las tendencias literarias reconocidas, que escapa también del objetivo de este ‘divertimento’ personal: sólo nos interesa Alfonsa de la Torre y analizamos, quizá excesivamente, el entorno por metodología, es decir, por lo que pueda aportar al lector. Y para que esto haya sido así, se puede creer en una visión limitada o en una falta de perspectiva histórica. Incluso es lógico pensar que cada teórico ha construido una explicación que, o no ha sido muy sopesada científicamente, o se ha dejado influir por ideologías, especulaciones sígnicas o perspectivas particulares, o se mueve entre criterios oficializados.
Es lo que nos sucede, quizá por tratar de aglutinar todas las posturas, como respuesta a nuestro intento, al que renunciamos, de esquematizar el fenómeno poético de la postguerra [4], pues, según el autor, así es la clasificación de las tendencias, o sea, quot capita, tot sententiae, tantas opiniones como personas, investigadores en este caso y cada uno de su ideología, escuela literaria o procedencia cultural –filósofo, historiador, crítico, filólogo, antropólogo–, por lo que la utópica pretensión es prácticamente una formulación imposible. Pero, la solución de semejante problema, si existe, no es tampoco un objetivo de este trabajo, sino el reconocimiento de su dificultad que para nada afecta al objetivo singular [5].
NOTAS
[1] Posguerra, en el criterio en el que vamos a usar este término, viene a significar ese amplio espacio que, iniciado en 1939, concluye, con la transición, en 1975, por eso menciono después la poesía de la primera postguerra para ubicar en este espacio la relación de Alfonsa de la Torre con el garcilasismo y la publicación de Égloga. Y, cosa lógica, como lo que interesa es la poeta, llegaremos hasta 1969, año de la publicación de su último libro, pero haremos poca relación a la época por las razones que se expondrán en su momento. Para la utilización de dicho vocablo, vid., José María Naharro-Calderón, Entre el exilio y el interior: el “entresiglo” y Juan Ramón Jiménez, Barcelona, Anthropos, 1994, pp. 90-91. Al término postguerra como espacio hasta la transición, él lo denomina ‘entresiglo’.
[2] Parece correcto exponer unos someros datos de la poeta que sirvan de introducción para quienes no conocen apenas nada, o lo desconocen todo, de Alfonsa de la Torre: “Nació en Cuéllar (Segovia) en abril de 1915. Desde los tres hasta los seis años padeció una extraña ceguera que le marcó para toda su vida. Durante ese período en que estuvo ciega, empezaron a surgir sus primeros versos, que la niña recitaba a su madre. Estudió primaria en el colegio de monjas de la Divina Pastora, de Cuéllar, y a los dieciséis años se trasladó a Segovia para hacer el Bachillerato. En el Instituto segoviano coincidió con Luis Felipe Peñalosa, Dionisio Ridruejo y los hermanos Cáceres, con los que creó un grupo de teatro que representaba obras clásicas. Al terminar el Bachillerato se trasladó a Madrid, donde vivió en la Residencia de Señoritas mientras cursaba estudios en la Facultad de Filosofía y Letras. En la Universidad se hizo amiga de Carmen Conde y Josefina Romo Arregui, su consejera literaria, y fue alumna de Pedro Salinas y de Joaquín de Entrambasaguas, que alentaron su creación poética. Una vez licenciada, siguió los cursos de doctorado con una tesis sobre Carolina Coronado por la que recibió el Premio Extraordinario. Aunque escribió poesía toda su vida, su primera publicación poética tuvo lugar en 1943. Publicado por la Editorial Hispánica, Égloga es un poemario sobre la naturaleza, la melancolía y el amor, con introducción de Josefina Romo, sobre el que Dionisio Ridruejo escribió este comentario estrambótico: Hoy, por primera vez, Alfonsa tiene la incertidumbre de escribir. Y en el comienzo de la Castilla de la Unidad a la Castilla del Imperio, un automóvil va a llevar una embajada de versos. En 1951 recibió el Premio Nacional de Literatura por el Oratorio de San Bernardino, publicado en 1950, y dedicado a la portada de Santa Andrea y San Bernardino en Perugia (Italia) del escultor Agostino Duccio (el Duccio, 1418-1481). Alfonsa de la Torre publicó su último libro de poesía, Plazuela de las obediencias, en 1969. Vivió hasta su muerte en 1993 rodeada de pinos en la finca ‘La Charca’ de Cuéllar” [cfr., Capi Corrales Rodrigáñez, “Alfonsa de la Torre (1915-1993)”, en (Paloma Alcalá et alii, cords.), Ni tontas ni locas. Las intelectuales en el Madrid del primer tercio del siglo XX. Madrid: FECYT, 2009, p. 168].
[3] Vid., Santiago Fortuño Llorens, “El porqué de la denominación de primera generación poética de posguerra”, en El encuentro. Literatura de dos mundos, Murcia, Universidad de Murcia, 1993, pp. 241-259.
[4] Cfr., Manuel Mantero, “Poesía española de posguerra: entre la denuncia y la renuncia”, en República de las Letras, 107, mayo-junio 2008, pp. 113-120.
[5] “Aún hoy día, e iniciado ya el nuevo milenio, resulta confuso hablar de las manifestaciones literarias surgidas  durante la posguerra española” (cfr., Mónica Jato, “Prólogo”, en El lenguaje bíblico en la poesía de los exiliados españoles de 1939, Kassel, Reinchenberger, 2004, p. 1).

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