lunes, 17 de octubre de 2011

ALFONSA DE LA TORRE EN LA POESÍA CASTELLANA DE POSTGUERRA (Garcilasismo, misticismo panteísta y cripticismo simbólico) II

INTENCIONALIDAD
              Es nuestro objetivo primero y casi único, ya adelantado, ocuparnos, dentro de esta poesía de postguerra, de la figura de Alfonsa de la Torre, poeta de Cuéllar (1915-1993), escritora heterodoxa [6] de una personalidad especial, escritora de sensibilidad manifiesta y originalísima, e indagar el estilo, profundidad y genio de su obra, una obra no muy extensa pero sí suficiente para incardinarla en el lugar de los buenos poetas de esa y otras fechas, anteriores o posteriores e incluso hacer de ella, por qué no, un mito literario [7], a pesar de los años oscuros que sobre ella cayeron cuando abandonó el oficio de escribir, o quizá por ello, y nos encontramos con la imposibilidad de acceder a su obra por inexistente en las librerías. Pero los testimonios particulares ayudaron a que su obra fuese buscada y valorada, mientras era calificada Alfonsa de la Torre como escritora de culto.
          También se tratará de adscribirla al marbete literario que le corresponde o quizá, mejor, dejarla establecida, por qué no, como poeta de carácter individual, independiente, pues existe temática no habitual de manera específica en su poesía, lo que le confiere un atractivo misterioso y una dificultad añadida para situarla en el lugar poético que le cuadre, posiblemente en la heterodoxia intelectual. Al hablar de heterodoxia no nos referimos a si es o no disconforme con el dogma católico, apostólico y romano, pues no plantea nada de eso en su obra, ni tampoco si presenta, que no, problema doctrinal alguno, sino a su condición de disidente, de extraña, de ajena a la vida convencional, de excéntrica, con lo que ello conlleva. Con referencia a la normas sociales, no es que no las tuviera o cumpliera, sino que las dictaba ella, de ahí su elección de modo de vida, marginal en tanto en cuanto, pero no suficiente para hablar de malditismo, por lo discreto de una actitud suya no exhibicionista. Pero esta ocupación se cumplirá al tiempo que se vayan desgranando los propósitos literarios que nos han impelido a prestarle la atención que merece la poeta cuellarana, una más de los poetas castellanos de nuestro conocimiento [8] que admiramos, porque no existen en nosotros otros motivos ideológicos, religiosos, historicistas ni de ningún otro tipo, sino el hallazgo y comunicación de la belleza de su poesía. Además, también se abre una nueva posibilidad, al hilo del análisis de la misma: la de profundizar en parte de la poesía de esa época –nuestro deseo es no caer en el historicismo–, tratando de eliminar la hojarasca que la cubre sin necesidad alguna, sobre todo porque existe una obligatoriedad absoluta de reordenar el pasado para evitar conocimientos que conllevan errores y porque implica una meditación sobre una poesía concreta, en este caso, como es la del garcilasismo.
Queremos significar también que, cuanto se acaba de exponer, no tiene sentido sin la lectura de la obra de Alfonsa de la Torre: “El verdadero sentido de la obra artística, aquello que le otorga valor en cuanto tal y la hace trascendente, surge de manera concreta y se hace efectivo en el momento de la recepción; por la convergencia de configuración textual de la obra, de su estructura, de la forma que ha definido y materializado su autor; con la aprehensión, asimilación e interpretación por parte de un receptor concreto” [9].
 También es verdad que procedemos a la redacción de este libro porque su obra poética ha sido ya publicada y no hay obstáculo alguno para su lectura. Lo que indica un aspecto generoso en quien se ha ocupado de la reivindiación que no será reconocido por la actual cultura de masas, más degradada aún que cuando se gestó el término, porque, mientras la anterior creaba mitos simbólicos de la novela rosa o el tebeo (lo de comic es un esnobismo), la actual desemboca en el club de la ignorancia. Ha sido la política, la que vaciando los contenidos de los conocimientos básicos, ha logrado clonar un especimen de gente que sólo quiere disfrutar edónicamente, pero sin saber el significado del término, sin pensar que hay algo más allá: placer de consumo, aquí te pillo, aquí te mato. Son esclavos del sistema que los ha vaciado de pensamientos sublimes y los ha arrojado a las manos del consumismo inmediato. A este gente no es fácil encontrarle una salida honrosa, a pesar de que sólo los peces muertos son los que se dejan llevar de la corriente. Son, pues, peces muertos, y la sociedad lo pagará. Únicamente se pueden salvar si los políticos desaparecen.
Pero, si el receptor es un crítico, como pretendemos, que busca descubrir cuanto existe en la estructura interna (de la obra en general) del poema (en particular), en el caso que nos ocupa, los apartados que puedan existir en el contenido del poema, a más de la utilización de los elementos científicos convenientes, debe abandonar prejuicios, si los tiene, y adoptar una actitud comprometida a “jugar el juego duro y arriesgado de la existencia, sumergirse cocreadoramente en la trama de la realidad que se desea conocer” [10], además de poner en marcha “los mecanismos herméticos necesarios en la decodificación de cualquier mensaje, el texto artístico obliga, para captar su sentido último y su propia naturaleza poética” [11].
Los teóricos actuales insisten en este sentido al tiempo que introducen matices significantes: “…las ciencias del espíritu o culturales [12] reconocen que la peculiaridad de su objeto requiere un cierto grado de participación por parte del estudioso, quien debe comenzar por actualizarlo. Esto es lo propio de la comprensión [13], que requiere el propósito de interpretar correctamente el objeto a través de la interacción, el diálogo, con testimonios, indicios y textos. La naturaleza hermenéutica de esta línea de pensamiento resulta patente” [14]. Todo esto es muy complejo porque la filosofía hermética, empapada de gnosticismo, apunta a un conocimiento secreto, alimentado y mantenido en silencio monacal, en el que el ser viviente busca el más alto conocimiento, el conocimiento de lo sobrenatural [15].
Desde el punto de vista de lo literario, estamos convencidos de que es este el momento oportuno para dedicarse al estudio analítico de la obra de la poeta de Cuéllar, según las teorías literarias actuales al uso, dado el momento de tregua por el que caminan porque se tiene que asumir el nuevo canon [16], concluso el sismo originado por Harold Bloom, y canalizar las interpretaciones textuales por las teorías sistémicas, en atención al multiculturalismo y la puesta en órbita de los estudios de Literatura comparada amén de la ordenación académica para resolver esas Humanidades en conflicto que explicita Pozuelo Yvancos. La situación de hace siquiera treinta y pocos años no era la mejor para iniciar un estudio de esta exigencia: “En efecto, la suerte que corren los estudios temáticos sobre obras literarias –en especial, poéticas– deja mucho que desear; los estudios de literatura, al igual que la crítica literaria gozan de poco prestigio en muchos países” [17].

NOTAS
[6] José Cruset Porqué (1912-1998), en un artículo titulado “Telepatía menor”, aparecido en La Vanguardia Española el 21 de mayo de 1971, en su página 13, da cuenta de haber recibido el día anterior el último libro de Alfonsa de la Torre Plazuela de las obediencias. Cuenta también el trabajo de la poeta en Portugal, en donde estuvo años anteriores con ella, sobre Josefa de Óbidos y habla sobre las “deducciones, para la vida de la pintora, debidas a  la Astrología científica, materia en la que es perita Alfonsa de la Torre”. Astrología científica, someramente, quiere decir al arte de erigir un horóscopo, conocer las tablas de horas planetarias, hacer el diagnóstico de enfermedades, y las causa de las afecciones, descubrir las virtudes y el talento, saber descifrar el mensaje de las órbitas astrales.
 [7] “Un mito artístico es todo aquel elemento artístico que, a través de un proceso de deformación o simplificación y de acuerdo a un arquetipo artístico, adquiere una nueva significación en virtud de la cual, y sin que ello invalide otros significados, se consolida dentro del imaginario cultural” (cfr., Juan Senís Fernández, Una aproximación al mito artístico. Algunos arquetipos y mitos en torno a la mujer escritora. Tesis doctoral. Universidad Castilla La Mancha. 2003, p. 517.
[En línea]. Dirección URL: <ruidera.uclm.es:8080/xmlui/bistream/handle/10578/929/196%20Una %20aproximacion%20 al%20 mito. pdf? sequence=1>. [Consulta: 16 octubre 2011].
[8] Como son Jesús Tomé (Poesía Completa, San Juan de Perto Rico, La Editorial-Universidad de Puerto Rico, 2010), Jacinto Herrero Esteban (en Grito de Alcaraván, Madrid, Vitruvio, 2006, hay un “Introito” de nuestra autoría en el que se cuenta su circunstancia humana y poética), Julio Maruri (Santander era entonces de Castilla La Vieja: Antología, Santander, Cantalapiedra, 1957; Algo que canta sin mí, San Sebastián de los Reyes, Universidad Popular, 1993), José Luis Hidalgo (Obra poética completa, Santander, Institución Cultural de Cantabria,  1976), entre otros.
[9] Cfr., Juan Miguel González Martínez, El sentido de la obra musical y literaria, Murcia, Universidad de Murcia, 1999, p. 234.
[10] Cfr., Alfonso López Quintás, Estética de la creatividad: juego, arte, literatura, Madrid, Cátedra, 1977, p. 110.
[11] Cfr., Juan Miguel González Martínez, opus cit., 1999, p. 238.
[12] Con esta etiqueta eufemística denominan ahora lo que hemos conocido por humanismo (tradicional) al que me refiero en abundancia en este estudio. “Las ciencias culturales y del espíritu tienen por objeto la condición humana: el espíritu del hombre y la realidad que él crea, la cultura. Son también ciencias de lo real, pero no constituyen un saber de experiencia, sino de comprensión psíquico-espiritual, y tienen en cuenta un sistema de valores que las colocan en una relación inmediata con la axiología” (cfr., Rosanna García Tudurí, “Reflexiones sobre el desarrollo y clasificación de las ciencias”, en Revista Cubana de Filosofía, 1955, vol. VIII, nº 12, pp. 13-17).
[13] “El método de la comprensión o interpretación del sentido de las acciones humanas ha sido validado como uno de los métodos cualitativos en el campo de las ciencias sociales” (cfr., Sara Alí Jafella, “Aperturas hacia un retorno al pensamiento filosófico y pedagógico de Dilthein”, en Revista de Filosofía y Teoría Política, 2002, nº 34, p. 5).
[14] Cfr., Fernando Cabo Aseguinolaza–María do Cebreriro Rábade Villar, Manuel de Teoría de la Literatura, Madrid, Castalia, 2006, p. 42.
 [15] Cfr., Massaud Moisés, “Hermetismo y simbolismo. Aproximaciones”, en (Luis Beltrán Almería y José Luis Rodríguez García, coords.) Simbolismo y hermetismo. Aproximación a la modernidad estética, Zaragoza, Prensa Universitarias de Zaragoza, 2007, p. 28).
[16] Vid., José María Pozuelo Yvancos-Rosa María Aradra Sánchez, Teoría del canon y literatura española, Madrid, Cátedra, 2000.
[17] Cfr., Manuel José Rodríguez, Dios en la poesía española de posguerra, Pamplona, EUNSA, 1977, p. 13.

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