domingo, 30 de octubre de 2011

JUAN DE ARGUIJO (1567-1623)






Pues ya del desengaño la luz pura
descubre el vano error de mi cuidado,
y del camino que escogí engañado
me reduce a otra senda mal segura,


¿cómo no rompo el lazo que a tan dura
prisión me tiene gravemente atado?
¿Por qué tardo? ¿Qué espero, sepultado
del ciego olvido en la región oscura?


¡Afrentoso temor, tarda pereza,
que estorbáis la victoria al desengaño!
Ríndase a su valor vuestro porfía;


no se diga, culpando mi flaqueza:
"Al que atrevido se arrojó a su daño,
para seguir el bien faltó osadía".



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