En enero de 1970, aparece en Madrid un folleto encuadernado, impreso en Gráficas San Enrique, titulado MÚSICA DE LOBO, cuyo autor era Carlos Edmundo de Ory. Lo único interesante de este folleto, aparte de la poesía del escritor postista, es su dedicatoria: "Para José Luis Molina Martínez, con un 'trago diario de vaso lleno', para estar borracho de eternidad. Cordialmente, Carlos". Me lo envió el poeta en marzo de 1971. En su recuerdo, transcribo un par de poemas del folleto:
1
Los antiguos aconsejaban colocar una mano
sobre las espinas de los cedros jóvenes
con el fin de que Prana condensado
penetrase por las yemas de los dedos.
Los antiguos bebían en los cráneos
de sus terribles enemigos;
los cálices para los rituales sagrados
se hacían del hueso sincipital de la coronilla.
Los antiguos solían señalar
los días buenos y los días malos.
Así recordaban las secuencias
de los manvaratas y pralayas,
aunque aplicado al existir terreno.
Los antiguos llamaban al sentimiento
la forja del poder.
El Maestro vigila los fuegos.
Los fuegos que iluminan el aura.
Y que además habitan el espacio.
De ahí la importancia tan grande de los fuegos.
2.
Por ningún lado encontramos ya quietud estatuaria,
todo es movimiento, bacanales por mar y tierra,
huidas y persecuciones,
bromas y juegos, danzas y libaciones,
competencias y luchas,
adiestramiento de la agilidad física
y orgía de entusiasmo.
El exceso es la regla de la vida báquica:
la fuerza sobrehumana del placer
Felicidad sobre la miseria oscura
y su sentimiento de debilidad
Pero a través del furor de la sensualidad
sólo se engendra el furor de la desesperación
Esto es la religión dionisíaca.
(c) Carlos Edmundo de Ory
(c) Ilustración de Grau Santos para EL CULTURAL de fecha 6 de octubre de 2011
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