martes, 11 de septiembre de 2012

PENSAMIENTOS EN LA MAÑANA DE AGOSTO

Paseante veraniego con mascotas (Águilas). Fotografía: JLM.
El camino iniciado y concluso en la ruina
del desaliento tardío se encierra, viajero,
en el límite preciso, ante las lanzas rotas
que ocultan los jardines cuyas estatuas frías,
varadas como naos en ponto extraño y negro,
muestran, silenciosas, el relente de la noche.

Se acababa el camino antes de que los árboles
semejaran larga procesión de penitentes
en la oscura noche de las velas apretadas
por pálidas manos libadas de mil abejas
de vuelo dorado ante el trono del Trimegisto.

Hollé con mis pies un hueco en la tierra mullida
y esperé el llanto de las doce en las espadañas
de las ermitas ocultas del polvo de la mies,
del canto de los búhos, de las alechuzadas 
miradas, de las oraciones de mujeriles
lamentos. A poco, fui árbol sin sombra fértil.
Allí calciné la vida odiable que aguardaba
al otro lado de los siniestros pensamientos
inspirados en los fúnebres ojos verdosos
de la pantera fea que amenaza mi vida.
Al menos, no escucho sus felina voz confusa
que habla de misterios turbios, me muerde
y se marcha sin dejar rastro ni baba perversa.

José Luis Molina Martínez
Águilas, 9 agosto 2012



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