sábado, 22 de septiembre de 2012

TÓRRIDO TORMENTO DE AGOSTO

Pantocrator

Tierra seca
Se está regenerando este espacio antes de sombra
entre el tórrido tormento del agosto injusto.
Se acelera el final del sortilegio de los cuerpos
trasladados a otra irrealidad joven y aprendiz.
Vuelve a su cauce el agua inexistente porque
la sequedad es un atributo de la tierra calcinada.
El nuevo rito se celebra en torno a la Majestad
divisada en el frontispicio esculpido en piedra
que padece el mismo color que la tierra seca,
el polvoriento entorno que se levanta cuando
el árido viento alisio entra por la dirección contraria.
Debería empezar el silencio amigo por el misterio
de la palabra no pronunciada, meditada sí en la
orilla húmeda, debajo del cauce, magnífico
escondite en el que huir de tanta intrascendencia
festiva, de tanta agonía improcedente, inmisericorde.
No son vacuidades. No son dogmas para agnósticos.
Mínimas cosas son. Pero afectan a esas fibras que
registran el daño como breve herida en el corazón
de los sentimientos. Aturde esa sensibilidad de ángel
o de rosa o de salmo. Mas, después de contemplada,
es cosa fútil a contar, qué tontuna me estaba pre-
ocupando. Y así seguirán los días, cercano ya
un otoño deseable ante la magna postración
a que nos redujo, como cárcel del alma, el férreo
verano intachable cumplidor de su rito impío.
Señales (in)equívocas muestran el tránsito ansiado.
Luego será la repetición inexorable del ciclo
cósmico que es un retorno eterno del que huir.

José Luis Molina Martínez
Águilas, 28 agosto 2012

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