lunes, 29 de agosto de 2011

EL ADIÓS DEL DESTERRADO. OVIDIO


No sé si Publio Ovidio Nasón era un crápula, si le gustaban excesivamente las menores, si molestó al Emperador Augusto, todo a la vez o nada de nada. Sólo recuerdo aquellos versos aprendidos de memoria que aún permanecen en ella y que siguen pareciéndome sublimes. Como también sigo creyendo en la inutilidad de la palabras (de la poesía) en tiempos de carencia. Así que blogs como este no tienen sentido en estos momentos en los que nos anuncian ya la nueva crisis monetaria para que los socialismos y los capitalismos nos dejen hechos unos zorros. Al final, los ricos más ricos y los pobres más "indignaos". Aún así, quiero dejar noticia aquí de aquellos versos publicados con el castellano de entonces, o, dicho de otros modo, el castellano es el latín de ahora.


En Latín

Cum subit illius tristissima noctis imago,
quae mihi supremum tempus in urbe fuit,
cum repeto noctem, qua tot mihi cara reliqui,
labitur ex oculis, nunc quoque gutta meis.
Iam prope lux aderat, nunc quoque discedere Caesar
finibus extremae iusserat Ausoniae,
nec spatium nec mens fuerat satis apta parandi:
torpuerant longa pectora nostra mora;
non aptae profugo vestis pisue fuit.
Non aliter stupui, quem qui Iovis ignibus ictus
vivit et est vitae nescius ipse suae.
Ut tamen hanc animi nubem dolor ipse removit
et tandem sensus convaluere mei,
alloquor extremum maestos abiturus amicos,
qui modo de multis unus et alter erat.


En Castellano


Cuando me viene a la mente la imagen tristísima de aquella noche,
que fue mi último tiempo de estancia en Roma,
cuando recuerdo la noche en la que dejé todo lo grato para mí,
lágrimas caen de mis ojos incluso ahora mismo.
Estaba cerca el amanecer del día en el que César había ordenado
mi marcha de los límites extremos de Ausonia,
y no había habido ni espacio ni mente apta para prepararlo todo:
nuestros sentimientos nos habían entorpecido la larga espera:
no me preocupé de elegir esclavos, acompañantes,
vestidos o recursos necesarios para un desterrado.
Estaba aturdido no de modo distinto al que vive golpeado
por los fuegos de Júpiter y él mismo desconoce su vida.
Sin embargo, cuando el dolor movió esta nube de mi espíritu
y al final mis sentidos se restablecieron,
hablo, antes de irme, por última vez a mis amigos tristes
que, de muchos, sólo había alguno que otro.


La traducción me pertenece, con ayuda del diccionario. Así que todo lo malo de ella también es mío.


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