lunes, 1 de agosto de 2011

70 AÑOS DE POESÍA EN CUENCA (II)

   

El libro que titula la entrada del blog es más testimonial que otra cosa porque 1971 no era todavía época para distinguir a los poetas falangistas de los tradicionales en las formas o de los innovadores, sin que me atreva a llamar vanguardia a los poetas visuales.

Por ejemplo: a mí este poema no me dice nada

CANTA-CUENTA
Canta el canto que cuenta que se esfuma
o quebranta el cantar cuando amaneces,
y que alienta el encanto si adormece
o decantas el llanto de la bruma.

Cuenta el canto que canta que la espuma
es tan sólo de espuma; pero, a veces,
no parece que la pluma de los peces,
sino el agua que juega y se despluma.

Canta el viento del mar, cuenta que había
una estrella demente por el cielo
y una luz en la frente de una loca.

Cuenta un canto que oriente lejanía;
como el eco del eco, como el vuelo
de la voz que se va a de roca en roca.
                  (Guillermo Ossorio, 1920)


Si he hablado de este libro, sin abrir el libro aquel de Everest que era una guía turística, ha sido porque quería que supieran de mi vinculación con esta bella ciudad. Yo tenía que ir a Guadalajara y echaba por Cuenca. Yo iba a Soria y echaba por Cuenca. Creo que se debía a su aire transparente, a su frescor de monte, a su belleza de ánfora.
RONDA DEL AIRE
Cómo
asegurar el cuero
aquí, darle eficacia, darle
su hechicería,
su vieja comprensión, la sombra
justa. Cómo ponerle imágenes, delirios
a quemar, altas costuras
entre juncos.
                   (¡Ah!,
nunca es la nieve
la que salva del todo, la que pone
su afán y su paciencia,
su blancor solitario
para salvar).
                 Arrecian
nuevos mercados, nuevas costumbres, nuevas
aventuras.
              Esto es el viento.
Nada se sabe
aún, sino que pasa y luce
buen bordado, buenas heridas, buena
meditación.
(Fragmento. Diego Jesús Jiménez, 1942)



LA PRIMAVERA
Está la primavera
para entrar. Y no pasa.
La primavera, su aire
de joven colegiala.
Llena de luz saluda,
nos saluda con su ala.
La primavera asoma
no sé en qué oculta rama,
ignoro cómo viene,
a qué dios acompaña.
Pone la primavera
nuevo aire en la ventana,
juega el amor, convoca
pájaros en la acacia;
la primavera, ¿sabes?,
enseña su manzana.
                    (Florencio Martínez Ruiz)


AMOR
Sin darte cuenta, en la lluvia
que trae vocación de río,
así viniste, dispuesta
a hacerte mar conmigo.

Qué difícil, a tu paso,
ser un árbol, una caña;
qué fácil hacerse olvido.
Cuánto me queda de junto,
cuánto de viento he perdido.

A ti nunca te he dicho
-porque siempre fuiste niña-
que amar es cosa de ríos,
y cuando se tiene un hijo
es como llegar al mar
y ver que el agua ya es vino.

Dos cuerpos son dos riberas,
son como el escalofrío
de sentirse hombre y mujer
puestos en el mismo sitio.
                       (José Luis Jover, 1945)

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