domingo, 31 de julio de 2011

70 AÑOS DE POESÍA EN CUENCA (I)


En mi otro blog, LA CALLE TRANQUILA, he dejado algunas notas y recuerdos sobre la ciudad de Cuenca en donde he estado esta semana que acaba hoy. He recordado a Carlos de la Rica y he pensado en alguno de sus libros que debería tener, como uno que fotocopié entonces y desconozco su estado. Desconocía. Mientras escribía esto, me he levantado, he ido a "su" lugar, el que debían tener estos libros y los he hallado. Tengo, pues, algunos libros de la colección, ahora buscada y solicitada, EL TORO DE BARRO. De Francisco Peral tengo su  libro "Elegías del silencio", dedicado (1975), de José Ángel García, "Cuatro cosas de mi gato y otras más" (1977), el nº 23 de la colección se titula "Poemas experimentales": lo tengo dedicado por Carlos de la Rica con un dibujo. El libro que me interesaba de Carlos se titula EDIPO EL REY. Lo voy a tener que copiar en el ordenador porque las fotocopias, de 1965, se están borrando. No en vano tienen ya 46 años y la técnica era entonces una inovación; había que hacer las fotocopias en papel especial.


LA ESFINGE
Allá en
la roca príncipe de una paisaje de Tebas, el meandro fugitivo
-cuerpo interior de bestia, refracción de un monstruo alado-
nace a los ojos la diferente especie de la Esfinge.

Quizá, como un pez inferior, se acerca al tacto del camino,
remedando la luz cabeza abajo,
taladrando cerebros que introducir pretende por sus dedos.
Sólo desea tamaños, rascacielos y flamantes automóviles
                  quizá babosas que intentar sepan
                  su pobre y reducido cosmos.
                  Pues -entre nosotros lo digamos-
la calle asfaltada violenta existe
con fluir de crepúsculos gastados, un vacío o río
sin gota ni agua que arrojar quisiera al seno de los mares,
la nocturna infracción del otoño sin sus hojas.
                  (El gato o la pantera
                  también el renqueante tranvía o mala uva
                  todos por un estilo se completan).

Alguien temerla quiso: nació como un árbol o palmera
mas luego como un torrente asoló con temblores la corteza.
Llegó con gritos, con extrañas músicas aullando a pares
y como un rito refirió su olivo y el laurel de su cabeza.

Y, al prolongar su espalda
temblaron todas las cosechas y el silencio su odio enclaustró
en las almohadas.

Yo la vi a través de los álamos, montado en el pájaro
azul de mi impotencia,
y lloré de rabia porque sabía que Edipo estaba fuera
y no venía.


Pero, "70 años de poesía en Cuenca" es un libro también del sello EL TORO DE BARRO que adquirí en 1972. Hoy, elijo para vosotros un poema de Federico Muelas

ÁLAMO DEL HUÉCAR BAJO LA PEÑA CORVA

Llegas al río y en la orilla elevas
la gracia singular de tu estatura
en plata empavonada que a la altura
ofrece un capitel de frondas nuevas.

Dime: ¿Qué mito clásico renuevas
poderoso doncel de línea pura
que hasta los altos cielos la tersura
en plata frágil de unas hojas llevas?

Álamo bello de la orilla amada,
quiero tu ronda fiel, quiero a mi lado
el noble ejemplo que a la vida ofreces.

Tú que inmóvil resistes la zarpada
colérica del río desbordado
y al soplo de la brisa te estremeces.


A CUENCA

Qué encantada ciudad, oh Cuenca, ofreces
a los extraños ojos que te miran.
Qué delirios de embrujos se te estiran
por la piedra y el alma en que floreces.

Qué de hechizos dormidos en ti meces.
Qué de milagros por tus hoces giran.
Y sé que hay ángeles de Dios que tiran
de toda tu ciudad, por eso creces.

Creces hacia la altura y te levantan
tus músculos de piedra enamorados
de Dios y del azul. ¡Y te agigantan!

Por tus chopos -cual pajes encantados-
alzan tus ríos su oración que cantan:
¡tus pájaros, que están arrodillados!

(María Paz Viloria)

Estas fotos las he hecho durante el viaje. Son del que las necesite por motivos poéticos.


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