viernes, 12 de octubre de 2012

BREVE ES TODO TIEMPO APLAZADO

Ocaso del sol entre las nubes sombría en la Cala (Foto: JLM)
Todo plazo es breve si es fijo y mirar
la clepsidra se convierte en un daño
tan fiero como el destierro a la Tracia.
Antes de que la blanda hoja hiera
levemente el suelo y alfombre el sendero
húmedo acaba el suspiro y alguien
golpea la puerta. Sales y ya es ido
el nuncio como si fuese ser alado.
El tiempo sólo existe en el pasado.
El presente es un corto parpadeo,
la sorpresa de la pisada que sólo es huella
efímera en el polvoriento cansancio
fatigoso. Así pienso mientras regreso
al umbral y en la casa hace frío,
no borbotea el agua en la olla sin fuego.
Es otoño aún y hace humedad. Sólo
ha caído una muelle lluvia sobre el sol
apagado de la tarde de este día
desangelado. Queda aún un mar ruidoso.
Mañana, sobre la solitaria arena de la playa,
habrá algas sucias y huellas tristes
de gaviotas: habrán buscado ya los peces
enredados entre las hierbas marinas
arrojadas por el bravío oleaje con cuyo
sopor deseo dormir antes de que llegue
la luz del alba a la ventana abierta.
Así puede el corazón pasear por la suave
languidez nocturna. Por eso, la inquietud
del desvelo a deshora permite honestos
pensamientos. Quizá cumpla esta noche
el plazo inmisericorde. Pero tengo dulce
esperanza en el amanecer rosado, aunque
se anuncia nubosidad variable y el agua
que dejarán nubes pasajeras. Sólo es
una borrasca. Apenas afectará a la sed
de las orillas desde donde contemplo
mi tempestad en la intimidad escasa 
y sonora y espero al ángel que traerá
mi último plazo entre la música de su alma.

José Luis Molina Martínez
Calabardina, 12 octubre 2012

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