domingo, 7 de octubre de 2012

ESCENA MARINA



El viento acerca el ronco ruido del mar
encrespado. Mañana estará la playa
sucia, con residuos silentes en su fondo
dejados al desgaire sobre una arena
con huellas de gavinas. Pero esta noche
es un concierto armonioso de agua y
claro rumor de olas oscuras. Esa ventisca
refresca el inicio del otoño sembrado
de graciosas maneras de acercar un
frescor salino antes de que el frío cierre
las ventanas y el silbo, bello por las
ranuras, choque contra el cristal.
Así se evita el desafino de las voces
naturales. Porque las edades del cuerpo
sufren los cambios drásticos, los fríos
que, a poco, harán del verano un recuerdo.
Entonces buscaremos la tibieza obligada
para que la piel arrugada no sea una
historia envuelta en una manta que viste
así los frágiles huesos, de seguido esquelética
memoria de su paso por la vida. Así es hoy.
Mañana Dios dirá. Saldremos temprano,
antes de la serenidad morena, antes de
que el sol se eleve sobre el farallón
de Cope, sabiendo que todo sucede
a su hora y que, de llegar al destino,
poca emoción despertará mi breve
estancia en la algarabía de la que huí
hace ya tantos años. Me llega, como 
letanía confusa, el viento hostil que
golpea la ventana. Yo apago la luz
por si me llega el sueño antes de que
la tempestad quiebre mi calma.
Ya he gozado del aura.



José Luis Molina Martínez
Calabardina, 24 septiembre 2012

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