martes, 9 de octubre de 2012

ORACIÓN DE OTOÑO

Un monte con matujos en el otoño de la Cala (Fotografía: JLM).

Ofrece sombra un ámbito nuevo
bajo la languidez de la morera.
Ligeramente edulcorada el agua,
pronto pierde su sabor, mientras
el sol se hace opaco y se apaga.
Son momentos débiles. Una nueva
luz diferente parece colorear,
como al pastel, difusos paisajes
de la tarde. Refleja el crepúsculo
la ventura del silencio,
la sobriedad ebria de la hora,
la soledad del sol que rompe,
al despedirse, en aristas moradas,
la morbidez redonda y lírica
de los montecillos con matujos.
A este hoy sólo le queda
la agonía oscura mientras los búhos
ocupan su atalaya y silencian
los breves sonidos del tiempo.
Hasta ahí llegará cuanto hace
falta para que la noche oculte
la luminaria y descanse la paz
como lluvia solemne de otoño.
Hoy he conocido el nombre del
vuelo rasante de las torcaces
y yo mismo parecí ingrávido
mientras del convento surgía
la oración que cerraba el día.
Desde entonces,
fui en mi albergue de sueño.

La playa de la Cola

José Luis Molina
Águilas, 8 octubre 2012.


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