sábado, 6 de octubre de 2012

POESÍA DE LA REALIDAD



En búsqueda apátrida por el solar
terregoso en el que los bueyes
levantan polvorientas nubes calcinadas,
se agradece la sombra de las cibaras
agostadas. Sequeral es, tierra sin disfrute
de agua, como condenado a abrir la
espita para sólo escuchar su chirrido
metálico, música de compañía en el
bochorno de la tarde mustia. El sudor
se hace mugre en el sudario de la
camisa entreabierta. Levantar la mirada
al cielo brillante es un lujo que ciega
los ojos, mientras, allá arriba, ningún
ave se atreve a cruzar la llanura
sin nube algodonosa. Sobre mi cabeza
cae amenaza airada y el corazón
se oscurece sobrecogido por la injusticia
de tanto sufrimiento para un plato
de lentejas. ¿Cuándo concluirá jornada
tan infame? Los pobres chillan en la calle
su miedo a tanta desgracia provocada.
Los ricos desafían los principios morales
mientras sus beneficios crecen hasta la
altura del escándalo. Dios habla palabras
deformes y el dolor del día encallece
el alma de los justos. Pero esta noche
sólo hará fresco acondicionado para
los dueños de las tierras,
no para quienes las trabajan.

José Luis Molina Martínez
Calabardina, 16 septiembre 2012

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