jueves, 5 de julio de 2012

DEJADOS DE LA MANO DE AFRODITA EN LOS JARDINES






Bajo el color de la sanjuanada florida,
ante las puertas de las ermitas, tiempo
ha abandonadas a su suerte y en ruinas
casi, las hogueras lamen los sueños
de amor de quienes se acogen
bajo el silencio de los árboles para liberar
los suspiros que muerden el corazón
de las ilusiones liberadas,
como aceite verdoso que corre
desde el olivo y refresca la reseca piel
del susurro inaudible que encierra
la imposible muestra de correspondencia,
por las dudas que genera una entrega
generosa: acción así limita la independencia
o prepara la huida. vergonzosa.
No todo es amor en el infierno
de esta vida afable por una parte, dulce-
mente egoísta si no se iguala entrega
y recepción. No hace falta ceremonia
de aceptación, fiestas de Afrodita
en los jardines, el silencio de las arreforias
introducidas en la cueva del subsuelo,
en donde la serpiente cohabitaba
con las jóvenes cercanas a Atenea.
Mito arcaico y misterio pudoroso
que pone sonrisa furtiva en el poeta,
pura arqueología el dato. Amor es
otra cosa porque mi alma debe estar
detrás de ti, objeto de estremecida
pasión. Amar es hacerlo en las dificultades
mientras la ruina pertenece a lo imperfecto.
Amar es hacerlo aunque no sea correspondido
y no porque sea postura romántica,
sino porque sólo se es con persona elegida,
pese a quien pese,
compañera dulce del sufrimiento.



Calabardina, 30 junio 2012.
José Luis Molina Martínez

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