sábado, 21 de julio de 2012

TODO PARECE AÑORANZA ESTETA APRENDIDA EN LOS LIBROS




Sobrevolaron las ruinas pensamientos sombríos.
Lluvia frenética embarraba las difuntas piedras
significativas. Hoy son despojo estéril de tantas
cosas que encierran artesonados, maderos sobrios
laborados para el fuego, descabezados por la edad
adusta prolongada durante su historia. Nada es
de la noche a la mañana. El proceso de la herrumbre
parece el transcurso vital de los seres elegidos que
trascienden su propia esteta destrucción pausada,
funesto asalto de la corrupción imparable de las
cosas. Todo fenece, hasta los dotados de futuro.
Traspasaron los umbrales recuerdos imprevistos,
no claramente definidos, la neblina ante los ojos
dificulta la imagen que fue de aquel palacete
de columnas torneadas, arco triunfal para su
acceso y ángulos ornados con flores sobre sus rizos
mientras con lanzas puntiagudas, con orín, empujó
al infierno de los rufianes a los demonios enemigos.
Allí hubo balconada sobre el patio pluvial, sobre
el brocal, sobre la miradas tras los cristales que
borrosamente permitían divisar el exterior, paisaje
secular admirado por el fray honesto que cuidaba del
oratorio, olmos centenarios de copas sobre los muros
que tapiaban el patio de armas, el secreter de la
castellana. Por eso quedaron soledad y silencio
unidos al arrullo de los cantos de las aves canoras
cuyos nidos estaban escondidos en el murmullo
del aire, en la sombra de las magnolias de color
de adolescente embellecidas por el sonrojo.
Arroja la colilla el paseante moderno y vuelven
los cipreses, los castaños de cúpula redonda a su
verdor eterno, duro, profundo, sin apenas humedad.
Regresa el misterio a las ruinas mientras el sol
avanza, intolerante, por encima de los alcores,
por encima de las ocres tierras de labor. Vuela
la alondra de color terroso, cantando impecable-
mente, hacia el cielo del lamento. Sueña el mirlo,
siempre en traje de etiqueta, ecos de su propio canto
aflautado, individual y enseñoritado. Todo vuelve
a su lugar. El encanto es un señuelo: es hora de
regresar al salmo. Llega la sombra del cinamomo
hasta la rosa musitada a lo lago de la esperanza
cálida del pincel que recoge, en sólido muro,
aquello que fue y hoy es poema escrito bajo
la imagen preclara de la Gloriosa adosada, a
la fecha, descabezada y mutilada de la mano
que bendecía la extensa llanura gobernada
desde aquel frontispicio que cuenta una historia,
una leyenda, imagen dulce, olvidada de los laicos
posmodernos, que renuncian a la placidez
humanista simplemente por incapacidad de ver
algo más allá del momento, carpe diem con
moza fermosa, que así está todo, Amén Jesús.

Calabardina, 17 julio 2012.
José Luis Molina Martínez

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