martes, 10 de julio de 2012

EL SOSIEGO, FRUTO DE LA SOLEDAD

Ruinas
(c) Foto tomada de la red

Edad de sosiego es la mía, de íntima paz
no devoradora de la contemplación
de cuanta vida interior bulle en el paraíso
ruinoso de la útil meditación de todo
aquel pasado,
de la consideración no profundizada,
de aquella ponderación no excesiva
-pensar es decidir tras someter
a evaluación el juicio-,
de la conclusión que por caminos diversos
llega al mismo claustro,
a la soledad creadora nutrida
de silencio,
de sombra de árboles arracimados,
de pájaros acostumbrados a los salmos
coronados de antífonas,
como de penacho las grullas.


Mi sosiego es el laboreo, entre el rimero
de libros, unos en las estanterías,
otros captados en la red que acerca
la ciencia y el plagio.
Es mi forma de soportar la pérdida
de la emoción que era -es- vivir:
la edad hace mirar el futuro
como acercamiento a un padecer
para el que, como mayor, se está sin defensa.
¿Quién hará por mí lo que ya ahora no puedo?


Al tiempo presente,

aún pongo una palabra tras otra
y reflejo esas dudas sin más poesía
que mirar ese horizonte que toco con las
manos, aunque me traiga un atardecer
que anuncia la noche a caer sobre mi memoria
sin que eso malogre mi creencia
en la estética,
en la bondad del ser,
en lo inútil de la convivencia:
vivir gasta, convivir mata.


Comprobar la decadencia de quien fue lozanía
y ahora deterioro sólo te hace desviar los ojos
del tal sufrir, porque parece un fuego
que no se puede atajar:
yo también soy atacado por la herrumbre
y no es mi potestad acceder a la atención
que la edad exige.
Por eso, el sosiego sólo es soledad.
Y la soledad, silencio.


A la espera de la eternidad,
permanezco sentado en el sillón
-¡beato sillón!-
que tiene apropiada mi silueta:
sólo soy dependencia antes que eternidad.


Calabardina, 3 julio 2012.
José Luis Molina Martínez


1 comentario:

  1. Entiendo mejor y me llega más el verbo y la palabra del "Sosiego, fruto de la soledad", que "He llorado su mal contando el mío" o que la "Hoguera sobre la piedra de la señora natural".Pero, por otra parte,me enriquecen culturalmente más éstos, que me obligan, otra vez,a coger el diccionario para descifrar el sentido de la palabra y contextuarlo mejor.
    ¡ Qué lástima, para mí, no tener la suficiente alfabetización que me permita no usar un diccionario !. Pero para eso está.

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