martes, 12 de julio de 2011

ANTONIO MACHADO. GALERÍAS

                                                                          Guiomar = Pilar de Valderrama


 Sobre la fuente, negro abejorro
pasa volando, zumba al volar,
cuando las niñas cantan en corro, 
en los jardines del limonar.

  Se oyó su bronco gruñir de abuelo
entre las claras voces sonar,
superflua nota de violoncelo,
en los jardines del limonar. [...]

  Entre las cuatro blancas paredes,
cuando una mano cerró el balcón,
por los salones de sal-si-puedes
suena el rebato de su bordón.

  Muda, en el techo, quieta, ¿dormida?,
la gruesa nota de angustia está;
y en la mañana verdiflorida
de un sueño niño volando va...




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Donde las niñas cantan en corro,
en los jardines del limonar,
sobre la fuente, negro abejorro
pasa volando, zumba al volar.


Se oyó su bronco gruñir de abuelo
entre las claras voces sonar,
superflua nota de violoncelo
en los jardines del limonar.


Entre las cuatro blancas paredes,
cuando una mano cerró el balcón,
por los salones de sal-si-puedes
suena el rebato de su bordón.


Muda en el techo, quieta, ¿dormida?,
la negra nota de angustia está,
y en la pradera verdiflorida
de un sueño niño volando va...



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  Galerías LXI. Introducción

Leyendo un claro día 
mis bien amados versos, 
he visto en el profundo 
espejo de mis sueños 
que una verdad divina 
temblando está de miedo, 
y es una flor que quiere 
echar su aroma al viento. 
El alma del poeta 
se orienta hacia el misterio. 
Sólo el poeta puede 
mirar lo que está lejos 
dentro del alma, en turbio 
y mago sol envuelto. 
En esas galerías 
sin fondo del recuerdo, 
donde las pobres gentes 
colgaron cual trofeo 
el traje de una fiesta 
apolillado y viejo, 
allí el poeta sabe 
el laborar eterno 
mirar de las doradas 
abejas de los sueños. 
Poetas, con el alma 
atenta al hondo cielo, 
en la cruel batalla 
o en el tranquilo huerto, 
la nueva miel labramos 
con los dolores viejos, 
la veste blanca y pura 
pacientemente hacemos, 
y bajo el sol bruñimos 
el fuerte arnés de hierro. 
El alma que no sueña, 
el enemigo espejo, 
proyecta nuestra imagen 
con un perfil grotesco. 
Sentimos una ola 
de sangre, en nuestro pecho, 
que pasa…, y sonreímos, 
y a laborar volvemos.


Antonio Machado


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