lunes, 11 de julio de 2011

LA FRONTERA. Elegía a Antonio Machado

 

                     ... un trozo de planeta
por donde cruza la sombra de Caín.
                                              Antonio Machado


Llegaste a la frontera. ¿Te persigue
la sombra de Caín, de seculares
odios armada? Estás en la frontera.
Ya la feroz quijada fratricida
ni a los tuyos ni a ti puede hacer daño
pasadas esas cumbres, en las tierras
fértiles de viñedos, halagadas
por un sol de caricia, por las olas
de un mar, plata y azul, canto y arrullo.
¿No son los mismos, mar y sol, de aquellas
tierras que atrás quedaron? En el predio
de Abel, que al cielo manda un apacible
humo de sacrificio. Tú, descansa...
Mas un torrente humano se derrumba
de breñas y picachos. Un lamento
te llena los oídos. En las cercas
alambradas hay hombres torturados
por el hambre y el frío: en vano claman
por los suyos. Demonios de tez negra
los infernales círculos vigilan.
¿Es Caín otra vez, que no abandona
su rencor?... No es la tuya esta frontera.
Otra mejor te tiende ya los brazos.
Da un paso más. Y ahora, desatadas
las dulces ligaduras de la vida,
con sólo, en derredor, de amados rostros
el desvelo y el llanto, y a lo lejos
las mil muecas del odio apaciguadas
en la angustia fraterna de una sola
faz de dolor transida, entra en el seno
de tu madre inmortal, en el seguro
luminoso, en el centro de las almas.

Enrique Díez-Canedo (Gaceta del Caribe, 7, 1944)


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