sábado, 22 de enero de 2011

ALFONSA DE LA TORRE (6)






Que sí, que continuaré con el tema por donde iba y seguiré con otros asuntos delicados que atacaré de seguido. Pero no quiero precipitarme y estoy estudiando cuanto leo y pienso, porque no quiero dejarme llevar por primeras impresiones ni por lo que dicen los estudiosos.

He adquirido un libro en una librería de viejo, caro, en el que Diana Ramírez de Arellano se ocupa de Alfonsa de la Torre: Poesía contemporánea en lengua española, de 1961. En él se publica el primer análisis serio de la poesía de la poeta de Cuéllar y los que de ella se ocupan en la actualidad han debido leerlo, iba a decir que a la fuerza, porque es casi imprescindible: marca el camino a seguir. Diana, amiga de Alfonsa por medio de Josefina Romo, da como en prensa, es decir, como de próxima aparición, tres nuevos libros: Adolescente en Laberinto, Plazuela de las obediencias y Memento Andrómeda. Sólo se publicó el segundo.

Esta buena amiga de Alfonsa vio y tuvo en su mano esos libros y copió algunos poemas que, de no haberse incluido en su ensayo, se hubieran perdido. Los poemas que siguen formaban parte del libro Adolescente en Laberinto.


SONETOS

Estoy en el umbral del Laberinto
dejando a un lado mi jardín de lauro,
y, aunque escucho mugir al Minotauro,
no tiembla mi columna ni su plinto.

Espero que el valor no quede extinto
por un lapita más, por un centauro,
ya que se eleva mi Ascendente en Tauro
corona ganaré en azul jacinto.

Puso en la empresa velas desplegadas,
que las negras se fueron por la borda
porque no ocurra aquí lo que a Teseo.

¡Oh mis siete parejas consagradas!,
no temáis al amor, ni a quien lo aborda.
¡La máscara del monstruo por trofeo!




Como lluvia de marzo en el sotillo
oigo tu voz por pájaros herida,
el aire se la lleva, conmovida,
aromando de rosas el tomillo;

entre el trigo maduro, sólo un grillo
canta consciente su canción vencida,
y es en la noche una emoción perdida
la silueta intangible del castillo.

¿Por qué con tus acentos melodiosos,
abiertos a la tímida arrogancia,
no colmas mis sentidos ambiciosos?

Habla, que hasta en los párpados escrita
tengo tu voz, antigua resonancia
que mi cansada sangre necesita.




Ya siento que a mi lado no te siento
y sólo tu silencio me acompaña;
con tu ausencia la estrella me es extraña
y es la flor causa de mi desaliento;

en la clausura del remordimiento
la espina audaz, que sin descanso daña,
procura, firme, adolorar la entraña,
declarando la guerra al pensamiento.

¿Por qué es la noche como ayer, serena?,
¿por qué se besa el tilo con la acacia
y están los pies desnudos en la arena?,

¿por qué todo es igual y no acontece
que al faltar el influjo de tu gracia
el campo, todo, de dolor, perece?

(Nota: la primera versión de este soneto aparece en Égloga)




Detrás del ventanal, codo con codo,
vemos caer la nieve sigilosa...
Tú dices: "-La mortaja de una rosa-".
Rápida atajo yo: "-De ningún modo.

Son las canas del Estío. Sabio todo.
Las virutas del mármol de una fosa-".
"-¡Oh mi culta doctora primorosa!,
el amor no le va, busque acomodo-".

"-Está bien, mi señor. Y si profeso
el alto grado de los ruiseñores,
¿qué extraño es que lo ejerza con el pico?-"

"-¡Pequeño corazón de mis amores!,
pues deja que yo pique ese acerico-".
... Y así nació entre nieve el primer beso.




Paloma de papel, carta primera,
ven a mí con tus picos impacientes,
te abriré con mis uñas, con mis dientes,
te besaré después de tanta espera.

Te anidaré, paloma mensajera,
entre mis manos suaves y calientes,
y candados pondré, pondré serpientes
que custodien tu buche y mi quimera.

Háblame de él, amiga silenciosa,
aunque por sangre me devuelvas tinta
y en lugar de su voz, patas de araña.

Viérteme el contenido de tu entraña,
y no críes, ¡por Dios!, pájara pinta,
que la ausencia de amor es dolorosa.



Ilustraciones: Rudolf Schuler, pintor alemán que reside en Altea.
Fotografía: Alfonsa de la Torre

2 comentarios:

  1. Me suenan éstos sonetos como una sonata de invierno en primavera.

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  2. Alfonsa domina muy bien las formas (estrofas) tradicionales de la Poética. Y, aunque lo que expresa no tiene nada que ver con los sonetos amorosos de la clasicidad, consigue una musicalidad en su escrito que constituye una característica de su obra poética.

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