Cuando el ángel del licor oscuro se hace óvalo azul, la poesía parece el pan del desterrado. Te invito al banquete a sabiendas de que es sólo un festín de palabras y sentimientos más o menos ocultados, alguna vez exteriorizados, siempre íntimos.
viernes, 21 de enero de 2011
ALFONSA DE LA TORRE (5)
VIENTO DE DESPEDIDA
Para mi prima María Luisa
Viento de despedida, este que mueve
nuestros cabellos y la hierba frágil.
Cerca, el dolor de pálidos rastrojos
languideciendo al sol sin sus espigas
que fueron voz de luz, otras mañanas.
Las colinas acuden a su duelo
y no hay gota de flor que las dilate
una muerte por siglos esparcida:
yacen bajo las nubes, osamentas
de gigantescos monstruos, calcinadas.
Y más cerca de mí, los girasoles,
-última hornada del muriente estío
que en tallos delgadísimos se ofrecen,
como doradas tortas, a la vista-.
El viento los columpia entre las hojas
y finge en la rizadas coles, lunas.
Mueve luego estos álamos amigos
de cimbreantes troncos y altas ramas
alzadas al azul en suave canto.
Sus hojas, por el talle suspendidas,
tiemblan ante la muerte que se acerca,
llenando el aire claro de sollozos
y su verde en adiós derrochando.
Nos envuelve también el viento triste
a las dos, que en cercana despedida
disfrutamos la sombra de los tiemblos
con lentitud de claustro en nuestras almas.
Arroyo niño nace entre nosotras
y corre por los tréboles sencillos
y con su risa atrae los ruiseñores.
A su paso, campánulas de grana,
chirivitas rosadas y azulinas
se aduermen con la esencia de su cauce.
(Fragmento del poema perteneciente al libro ÉGLOGA)
Ilustración: Margarita P.
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