viernes, 7 de enero de 2011

TÉ DE JAZMÍN, HOMBRE DE JADE



INTERMINABLES PENSAMIENTOS DEL VIAJERO LEJANO QUE SUEÑA CON UN UNIVERSO ILIMITADO CUANDO EL OTOÑO ACABA MÁS AL SUR Y ESCASOS POBLADORES ENCUENTRAN A SUS AMANTES




REGRESO AL PAÍS NATAL

Me preguntas, riendo tímidamente:
¿de dónde vienes, viajero?

Cómo contestar, si dudo haber
salido nunca de mí mismo.
Errante anduve por austeros
caminos interiores,
interminable recorrido por
la mente absorta en profundidades.

Íntimamente desolado, vuelvo
al solar de mis padres para
hacerme tierra bajo el árbol
noble de la sombra húmeda,
junto al templo de donde
procede la figura sagrada.




LAMENTO PRIMAVERAL

¡Haz levantar el vuelo a la oropéndola!
Hace fría la mañana y su canto sufre
entre los brotes verdes. Llega triste
hasta mi mirada ausente, mejilla puesta
al cristal de la ventana, abstraída
el alma, lejano el pensamiento, concreta
la mente en el criterio noble de la Naturaleza.

¡No la dejes cantar sobre las ramas!
Su canto, pobrecilla ave dócil,
oprime mi enfermiza sensibilidad de
hombre que me hago diariamente,
mientras
me niego cualquier privilegio, siempre
mortificado, habitante de la maceración.

¡Oh, bueno...! ¡Anda, ve con cuidado!
Pero que, al levantar el vuelo, busque
la nobleza lírica de la altura...

Cuando canta me estremezco en sueños.




ADIÓS EN EL PABELLÓN DE LAS FLORES MALVAS

Diles que guardo mi corazón de
cristal en un vaso de jade
. Diles
que en este retiro reposa mi palabra
dura. Diles que toda esta ternura
idílica se agita, trastueca su sentido
al cabo de tanta desazón. Diles que
aquí, en este silencio recogido,
buscando cuanto perdí, la
inocencia, me siento nuevo cada día,
sin corazón y soñando lágrimas alegres.




MISIVA EN UNA NOCHE LLUVIOSA

¿Me preguntas el día de mi regreso?

No pienses en mi vuelta, que siempre
estoy yendo. De cada viaje un recuerdo.
En cada rincón un reposo. En búsqueda
vivo y nada impedirá mi andariego modo.
No podré regresar hasta que no sea
encuentro. No espero volver:
todo abandonado y tú... en la lejanía.
¿Oh, no, nunca volveré!

Mi vida es enteramente un ir sin retorno,
avanzar en oscuro estado de polvoriento
camino avezado, columbrar la lejanía, ávido
mi espíritu de sugerente horizonte.

No tengo día señalado para regresar.
¿Cómo podré decirte, entonces, que no
existe regreso? Todo es estancia.
¿Oh, no, nunca volveré!




EN EL JARDÍN DEL SUR

¿No veis, año tras año, sobre la
pleamar,

mi literatura llorar su suerte en el
viento del otoño?

Sólo sabéis de mi estancia en la Cala,
mi Sur, cuando aparece flotando mi verso,
palabra dura, entre la espuma blanca
de la ternura que destilan mis poemas
de amante.

Luego, cada libro es, realmente, una medusa,
un acto injusto, un algo escasamente
servible para rellenar un lugar en la
estantería, un meditado silencio del
que únicamente podéis decir “apenas
lo entiendo”.

Sople viento altano o lebeche,
solano o poniente,
la Cala es para mí pleamar,
refugio literariamente moderado.
Año tras año gimo la soledad de
mi palabra en el mar de mi quimera.




CARTA DE LA MONTAÑA

¡No me preguntéis cómo paso
mis días!

Sólo soy uno más en el vaivén
loco de los tiempos y como los
demás vivo, sufro, muero, amo
y me aman escasamente.

Todo es pensar y en tiempo de búsqueda
me hallo desde mi origen.
Soy en soledad, como destino, hombre
dolorido,
que sólo sabe medianamente
mirar a lo lejos, siempre un Sur nuevo,
que brota tiernamente en la
arena salobre de la Cala.

¡No me preguntes! Ven aquí, conmigo,
y sabrás el rosario de mis dudas.

Ante mi ventana, agua que corre;
a mi cabecera, libros.





FRESCOR NOCTURNO

Toda la noche, mi tristeza se
encamina
hacia un sueño alongado
en el horizonte de la añoranza.
Pero esta tristeza es en mí tan
natural como alimentarnos de pan
candeal, o dibujar, en semblanza,
el grito de la paloma,
el vuelo de las rapaces,
el río de los castores.
Ópalo me es, a veces, el abrazo grato
de la tristeza.
En ocasiones, nostalgia.
Siempre, ausencia de amor, carencia de ti.

Toda la noche con esta tristeza...




LA VUELTA DE LAS OCAS SALVAJES

Soporto mal esta tristeza sin mezcla,
¡ya habéis vuelto a extender las alas!,

mientras mi inquietud me tortura.
Junto a mi ventana, toda la noche
oyéndolas pasar, indagando qué secreto
oculto me mantiene claustral en el
silencio lejano del apartamiento.
¿Estaré llamado a ser siempre tristeza?

Paso la noche en pugna conmigo mismo
y el amanecer me sorprende demacrado,
huellas en el rostro, vuelo de ocas en
los ojos.




A UN AMIGO

¿Desde dónde, hombre de jade,
haces sonar la flauta?

Sólo te evoco en los días felices
y paso junto a ti horas distendidas,
celebrando con copas el clamor
de los pensamientos comunes.
Aligera tu flauta de sonidos,
deja tu llamada perderse en el
entorno, sombría. Solo, me poseo
como don sublime. Cada mirada
por mi interior, es un búsqueda
importante.

Cuando salga de este habitáculo
te haré partícipe de mi sosiego.




DESEOS DE REGRESO

¡Toda la noche me desgarro las
entrañas, sin que se sepa!

Nunca irán hasta ti heraldos necios
con noticia penosa. Cuando acabe el
tiempo de mi tránsito, volveré hacia
la arena dorada del tiempo eterno.
Llegaré lúcido y conociéndome.
Te adivino hablándome: "¡has perdido
los años dentro de ti, mientras yo
te esperaba en el dosel de mi cuerpo!"

Guardaré silencio y, en mi tristeza
personal, pensaré que, tal día como
hoy, escaso de amor habiendo cuerpo
de amante, me busco en mi estancia
como único modo de allegarme, próbido,
a ti, ciencia, sabiendo de dónde procede
el canto que me nace de la vida.

Nunca alcanzaré a saber tu nombre,
a pesar del ansia que me anega,
si no alejo tanta tiniebla de mi
mente con el ejercicio solitario
de mi condición ardorosa de hombre.




BARCO SOBRE EL MAR LÍMPIDO

De esta claridad tan pura
no me cansaré jamás
.
Se asombran los hombres de mi
retiro en la Cala.
Es tanta la luz de su mar,
el paso salobre de su sosiego,
el recreo de la mirada por sus
rincones de piedra lamida,
que sólo en este lugar
halla paz
mi espíritu abatido.

La ciudad es como un fuego
destructor que quema la obligación
de estar. Mucho tiempo en el
tráfago y mi alma se muere
en desasosiego que estalla.

Estoy lleno de mí para habitar
con gozo esta soledad luminosa,
este silencio sonoro. Siempre
estará este paisaje en mis ojos
de tantas graciosas horas de
contemplación.




BEBIENDO EN LA MONTAÑA CON UN SOLITARIO

Estoy borracho, me duermo, puedes
irte.

Hemos tomado, cuerpo y yo, tanta
bebida para encontrar el modo
de huir que, ahora, más derrotado,
quiero recorrer solo la tristeza
de mi sufrimiento.
Es un continuo lamento. Vete, pues,
no puedes interpretar mi necesidad,
susurro, queja, viento de madrugada.

Por eso, a la mañana, ingreso en una
tristeza más profunda aún, desgraciada-
mente, para hacerme tan solitario
como este monte, interrumpido en su
letargo, para soñar hondamente
en la inconsciencia de la bebida.

Desde aquí, profano todo sentimiento
y comienzo nuevamente la tarea de
saber hacia qué Sur he de llevar
mi mirada de persona escasamente
entendida, pobremente amada, así mejor.




RESPUESTA DE LA MONTAÑA

Este es mi universo, diferente del
mundo de los humanos.

Mi forma de estar en el gesto
diario de la ciudad, me obliga
a la soledad. Se explica distinto
el mirar de mis ojos, el latido
del corazón abandonado en vaso
de jade. Palpan mis manos mucha
oscuridad en mi entorno; no habla
mi boca lenguaje común; mis ojos
siempre miran un más allá sureño;
veo tu cuerpo de sueño deformarse
en sutileza cuando acerco mi
aliento; sufro tanto este destino
pobre que me invento mi estancia
en la Cala, como único recurso
de ser yo en las horas tristes
de este invierno grisáceo.

Si me supieras,
serías mi mundo, los dos un mundo
nuevo.




FLAUTA NOCTURNA SOBRE LA MURALLA

Edifiqué mi edificio con palabras.
Cada poema una piedra, cada libro
una muralla. A pesar, me llegan los ecos.

¿De dónde viene el canto de la caña?
Céfiro vegetal hace su sueño junto
a los cristales que me llevan al mar
e impiden los llantos de los indiscretos.

Susurra y se queja la canción del
certero vientecillo, brisa que ejerce
su potestad de despertar sueño y
sonido en el cañaveral de la dicha.

Suenen sonajas pensando que advendrá,
día cercano, la alegría de haber habitado
en soledad, en silencio, con la dicha
intelectual del que se conoce amante
en el ansia de las voces.
Cada tristeza
es un paso más para la liberación de
la carne.
¡Allégate y me tomas, canto de la caña!




AURORA PRIMAVERAL

¡Cuántas flores han caído que
se sepa!

Así se pierden, de inocente modo,
ilusiones y días,
palabras, sentimientos,
canciones para tan triste
tristeza.
Se despoja uno, de frágil manera,
de tanta afinidad aventada por el
aura de mayo.
Mas, luego todo es
recuerdo,
constatar el paso del aliento aquel
que era juventud
y ahora deterioro corporal, desencanto.

Cada día que paso lejano de ti,
sin tener tu mano en mi conducta
de hombre, es como un marchitarse
el corazón.
Queja es de ti, que si
fueses estable, no habría silencio
ni soledad,
sino sólo tálamo
para cortar las flores de la dicha.




AMOR

¡Siento tanta pena en mi vida
y casi toda venida de ella!

Haber vivido es pagar un precio
excesivo por ser habitante del
mundo obligado.
Tanto daño habido
en el natural privilegio de su
estancia procede de su uso.

Cabe el árbol sin nombre, voy
a esperar su curso por si
evitara este sufrimiento diario.

Después de haber envejecido,
lamento no haber penado más:
señal sería de haber vivido
los días con el gozo carnal
de quien también es materia
poética.




MIRANDO EL ANILLO DEL SABLE

A menudo se añora la impotencia
de la palabra
ante la profundidad de nuestros
pensamientos.


Sin embargo, yo alboroto y hablo
para explicar profundo sentimiento
como me aflora y he de ocultar
en el sosiego de mi sueño.
Voy
andariego contándote, mujer,
mi
encanto de amor.
Recorro el mundo
en búsqueda, única opción grata.
Y he de volver a la Cala, Sur mío
de cada día,
ante la indiferencia
constante de tanto ser en que puse
mirada, amor.
A veces, me asusto de pensar así,
porque me condeno el sufrimiento
y a levantar, amante, incomprensión
solemne por el modo de ser interpretado.




TRISTEZA DE MUJER EN PRIMAVERA

¿Queréis sondear una tristeza
primaveral sin fondo?

Si así hacéis, veréis cuánta
paloma dormida en mi venus,
cómo mi geografía puede ser
recorrida con el ansia del
sediento, con tanto ardor
como espacio me nace de la
redondez.
Si hacéis así,
oiréis el canto de la noble
sonata, el éxtasis de la hora,
el sonido múltiple del mundo.

¡Ven, ahóndame esta tristeza
hasta el fondo,
derrame la fuente
su inquietud
en este mi habitáculo sonoro!

Mas luego te diré, amada,
la tristeza del último gemido.

Texto: J. L. M.
Barco: dibujo de L. Tornero

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