martes, 11 de enero de 2011

ALFONSA DE LA TORRE (2)











Es hora de regresar al mundo poético de Alfonsa de la Torre. Antes de entrar en el comentario de su poesía, vamos a transmitir algunos datos que nos ayudan en la lectura, aunque poseen carácter extraliterario, pues así se clarifica en algo el contenido de su escrito, culto, apasionado, íntimo, sincero y de alta inspiración, aunque, quizá, se pierda bastante de la virginal inocencia con la que hay que acercarse a esta inmensa poetisa. Para mí, lo mejor es una lectura primera sin ningún conocimiento de las circunstancias vitales de Alfonsa de la Torre y, más tarde, con las lecturas que se indican, analizar los textos, al menos para uno mismo.

Por lo menos desde 1986 hasta 2010, sólo pude leer ÉGLOGA. De tanto hablar con Fernando Cuadrado, mi fiel y querido amigo, de Alfonsa de la Torre, un día apareció en esta casa de la Cala con las fotocopias encuadernadas del resto de sus publicaciones, incluido el cuento ganador de una Hucha de Plata en 1974, en el Concurso de Cuentos Hucha de Oro de la Confederación Española de Cajas de Ahorros.

Pero, lo más interesante es que, en el lote, venía también VIDA DE ALFONSA DE LA TORRE, escrita por su pariente y pintor Jesús González de la Torre, publicado por EILA Ediciones, de Madrid, en 2009. Es un libro básico no tanto por ameno sino porque viene a llenar el hueco con recuerdos de quien la conoció y trató.

Retirada en Cuéllar desde los años cincuenta del pasado siglo, era mucho el tiempo de alejamiento de los círculos culturales e intelectuales que tan bien conocía y de no publicar para que los estudiosos se ocupasen de ella. Así que una oscura losa, la del olvido, cayó sobre ella o, lo que es peor, la llevó a poseer condición de anécdota. La loca y visionaria que vivía en el retiro de Cuéllar con otra poetisa, Juana García Noreña, autora de Dama de soledad, libro polémico por lo que se dirá cuando proceda. Modernamente, sólo la han rescatado de esa condición un par de críticos literarios, por no decir un número exacto, pero escaso número. Cuando yo leí su primer libro, hace ya 25 años, no necesité para disfrutar de su escrito saber las circunstancias, que ya comunicaré, en las que se refugió en su casa de Cuéllar, en su lugar familiar conocido como "La Charca". Sin embargo, la cita Diana Ramírez Arellano en Poesía contemporánea en lengua española, Madrid, Ediciones Murillo, 1961.

Modernamente ha comenzado su regreso a la nómina de los poetas destacados de la mano de María Payeras Grau, profesora de la Universidad de las Islas Baleares, en dos artículos: Figuras femeninas en la obra de Alfonsa de la Torre (UNED, Signa 17, 2008, pp. 249-272) y La liturgia de Eros en la poesía de Alfonsa de la Torre y Ana Rossetti (Donne nel novecento. Mujeres en el siglo XX. Women in XXth Century, Roma, Aracnae editrice, 2009, pp. 151-160). De ellos daré noticia en su momento, pues estoy esperando que me envíen el segundo de ellos. También la cita Carmelo Guillén Acosta en Poesía Española 1935-2000, Madrid, Magisterio Casals, 2001. Incluye una reseña que no aporta novedad Ni tontas ni locas. Las intelectuales en el Madrid del primer tercio del siglo XX, (Paloma Alcalá Cortijo, Capi Corrales Rodrigáñez, Julia López Giráldez, coords.), Madrid, FECYT, 2009, p. 168. Hay que ver también a Ángel Pariente, Diccionario bibliográfico de la poesía española del siglo XX, Sevilla, Renacimiento, 2003, pues, por lo menos, se acuerda de ella. La poesía de Alfonsa de la Torre se puede leer en el ADELANTADO DE LA INDIANA, nº 2, mayo de 2006 pues se ocupa de ella Francisco Otero, quien parece conocer bien su poesía y sus circunstancias. En este mismo número (se accede a él a través de google) encontramos una breve selección de poemas de la poetisa cuellarana. También podemos leer el artículo de Gerardo Diego, Alfonsa de la Torre, aparecido en el diario ABC el 29 de abril de 1951. Y un artículo de Jesús González de la Torre intitulado La ventana de mi memoria.

Luis Besa, en El Norte de Castilla, nos da cuenta de la pérdida de La Biblioteca de Alfonsa (19 de mayo de 2010) y la imposibilidad de su recuperación por la vesania del hermano de Alfonsa, Basilio, que la odiaba cordialmente, quizá por su forma de vida, y al que creo con sus facultades mermadas pues la quemó o la destruyó toda. Ahora la vivienda familiar es una ruina. Volveremos sobre este odio y otras cosas personales.

En la web www.aytocuellar.es, podemos leer un espacio dedicado a la poetisa Ildefonsa Teodora de la Torre Rojas, conocida como Alfonsa, que conduce y cuida la concejal María del Carmen Gómez Sacristán. En esto momentos está en marcha la edición de su obra completa, edición que, en principio, será sólo de 500 ejemplares y estará a cargo de María Payeras Grau y Jesús González de la Torre.

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ÉGLOGA
(Madrid, Editorial Hispánica, 1943)
Selección


HOMENAJE A CUÉLLAR

Chopos del cerquilla

Lanzas, sí, de mesnaderos
rejoneando ponientes.
Hileras de penitentes
en contraluz de luceros.
Ángeles de los senderos
con verdes almas dormidas,
sus arcas estremecidas
guardan del río el arrullo
y devuelven su murmullo
las hojas recién nacidas.

Palomas

Palomas en desbandada
sobre la muralla antigua;
chorro de nieve en la exigua riqueza de mi morada.
Paloma bajo la arcada
de invulnerables escudos
que pregonan ecos mudos
de pasados señoriales.
palomas en los vitrales
de mis ensueños desnudos.

Campana de Santa Clara

Clara voz de campesina
entre trigos y pinares.
Heliotropos y azahares
aroman tu sabatina.
Hasta el alto sol se inclina
tras de los blancos espinos
y cabecean los pinos
en Ángelus de delicia
cuando la tierra novicia
hila con tu trenza, trinos.

Torres

Torres en esbelta huida
con transparencias de flores.
¡Qué alivio e ruiseñores
vuestra piedra enaltecida!
Lucís en la tarde herida
por irisadas saetas.
De golondrinas inquietas
y de tórtolas sutiles,
sois un sueño de perfiles
bajo las nubes violetas.

Muchacha muerta

El júbilo de la arcilla
por la muerte clausurada
sobre metálica albada
roza la durmiente villa.
-La azucena se arrodilla
en éxtasis de rocío,
que es hoy milagroso el río-.
Y escalando el aire puro
asciende en vuelo seguro,
virgen ya, de su albedrío.



DOS SONETOS

I

Como lluvia de marzo en el sotillo
oigo tu voz por pájaros herida.
El aire se la lleva conmovida
aromando de rosas el tomillo.

Entre el trigo maduro, sólo un grillo
canta consciente su canción vencida,
y es en la noche una emoción perdida
la silueta intangible del castillo.

¿Por qué con tus acentos elegidos,
abiertos a la tímida arrogancia,
no colmas de armonía mis sentidos.

Habla, que hasta en los párpados escrita
tengo tu voz, antigua resonancia
que mi cansada sangre necesita.



II

Ya siento que a mi lado no te siento
y sólo tu silencio me acompaña.
Con tu ausencia la estrella me es extraña
y es la flor causa de mi desaliento.

En la clausura del remordimiento
la espina audaz que sin descanso daña,
procura firme adolorar la entraña
declarando la guerra al pensamiento.

¿Por qué es la noche como ayer serena?
¿Por qué se besa el tilo con la acacia
y están los pies desnudos en la arena?

¿Por qué todo es igual y no acontece
que al faltar el influjo de tu gracia
la belleza del cuerpo palidece?



Ilustraciones.
Dos retratos de la poetisa y Cuéllar según la visión de Jesús González de la Torre.

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