viernes, 6 de mayo de 2011

AGUSTÍN GARCÍA CALVO



Sermón de ser y no ser (1972)


Volumen 17 de la Coleccción VISOR de Poesía


En la anterior entrada sobre el filósofo zamorano, encontré ayer lo que sigue: "Precisamente andaba buscando este poema. Lástima que no esté entero, me gustaría leer los 2016 versos uno detrás de otro. En cualquier caso gracias por el reporte, es lo más que he sido capaz de encontrar". 

Y yo te contesto que me pongas un correo privado porque soy capaz de fotocopiarte el libro y enviártelo si tengo una dirección para ello.

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                                      Es, ¿qué?: después de todo
¿es por ventura culpa de los seres mismos
ser lo que son? ¿Acaso ahora saben ellos
lo que hacen? ¿O lo sabes tú, que todavía
enarcas el entrecejo y alzas vanamente
el iracundo puño? Míralos abajo,
de la ventanilla del avión que nos arrastra:
hela ahí la tierra toda ya recuadriculada
de remiendos pardos de barbecho y otros verdes
de surcos tan iguales, y por las laderas
árboles al tresbolillo, y carreteras negras
y canales destellantes que las van cruzando
¡con qué orden y capricho! ¡Cuales hormiguitas
hacendosas y discretas! ¿Ves?: ni se les oye
ni se les ve siquiera; y hasta tiene gracia
ese polvo luminoso que de sus ciudades
traspira por la noche; y estos ramalazos
de fuego que hacia nuestro trimotor escupen
sus baterías, ¿no son una fiesta breve
de la sombra eterna? Cierto que es verdad que tienen
una condenada naturaleza, si es que puede
llama1rse naturaleza a semejante cosa:
a los pechos de la ley los han criado, y ellos
se enredan en las mallas, como leoncillos
nacidos ya en el circo, cuya vida nada
puede ser sino ese ser interminablemente
sustituida por el debatirse mismo
con la red inextricable. Así los ves que trazan
linderos en el mapa del infinito, y dicen:
"De aquí hasta aquí, doscientas treces hectáreas mías",
y plantan los mojones y las alambradas,
que al que las tocó lo abrasan los alambres mismos;
y apuñalan a la hembra que les dijo: "Tuya
para siempre", y que una tarde, como pasa, cuando
se transforma el otro en uno, se les fue con otro.
Porque es que lo que atenta contra las fronteras
de su posesión está a los límites atentando
de sus definición y abriendo su puerta a todos
los vientos de la malsegura noche, en donde
su muerte sienten amanecer : esto es, la muerte
de su ser.



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