viernes, 20 de mayo de 2011

LOS DÍAS DESDE LA CALA

                                Calabardina en un atardecer amenazante según mi propia cámara

1.
Sí sé por qué "los hijos de las tinieblas con más sagaces que los hijos de la luz", como también sé que, si miras a los logreros, a los subasteros, a los especuladores, a los ambiciosos, a los que tienen su corazón puesto en las riquezas, son verdaderamente rechazables y, al final, mueren de una manera desaconsejable. Si examinas su rostro, los ves enfebrecido, enfermo, como su interior. Vivir con gente así es detestable. 

                                                     El mismo atardecer desde otro ángulo

2.
Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado
y con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso,
con sólo Dios se compasa
y a solas la vida pasa
ni envidiado ni envidioso.

Pues qué bien: me sé de memoria esta décima de Fray Luis de León que constituye un elemento de reflexión y de meditación cuando descanso en la Cala, o sea, cuando me dejan descansar en la Cala, pues últimamente estoy muy viajero y muy atareado, tratando de componer mesa y casa con los peritos del Consorcio de Seguros que van a "romper" el corazón de muchos lorquinos y no van a llenar su bolsillo de dinero.

                                                              En este otro día, el cielo estaba hosco y llovía

3

Dime: ¿Dónde está el hombre que no haya pecado?
Dime: Quien no haya pecado... ¿Cómo habrá podido vivir?
Si por el mal que yo hice me castigas haciendo Tú el mal:
¿Cuál es la diferencia que existe entre Tú y yo?

(Omar Jayyam. Rubaiyyat)

                                                                               Por la carretera de Calabardina


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