viernes, 6 de mayo de 2011

ROGELIO BUENDÍA


                               Rogelio Buendía Manzano

                     Vuelo

El árbol, la mañana, el pensamiento,  
todo en azul volcado y construido;  
todo en azul desde el primer momento:  
la tierra, el corazón, el blando nido.  

La sombra de la casa es amplia y queda  
dentro de la caricia de su ambiente  
un aroma de arroyo y de arboleda  
que se entró con el aire y el relente.  

El árbol, la mañana y este anhelo  
de volar con los pájaros en vuelo  
que no termine nunca. Con el nido  

debajo de las alas, y en la rama  
de un árbol y otro árbol, que la llama  
de la canción revele su sentido.  






La poesía de lo desconocido (1913)
¡Oh, la dulce delicia de lo incógnito
que se esfuma en las calles y en los campos!

¡Oh, el anhelar saber quién es la dama
que cerca de nosotros ha pasado,
oliendo a violetas o a caléndulas
o al perfume fragante de los nardos!

Delicia del anónimo inocente
que sin querer firmarse está firmado,
al hablar de unos celos y un amor,
por una temblorosa y blanca mano.

Curiosidad ingenua que tenemos
por unos ojos y un perfil románticos...

Pensamiento infantil de nuestra mente
al escuchar de noche ciertos pasos,
que nos hacen rezar estremecidos,
creyéndolos de brujas o de trasgos.

Música que se queda en la memoria,
sin que se sepa quién la habrá engendrado...

Versos que yerran por nuestro cerebro
y que locos acuden a los labios,
sin que jamás se sepa quién los hizo
sonar a río y trascender a prado...

Carreta que se oculta en la vereda
de rosas y de lirios del ocaso,
sin dejar más que surcos paralelos
que acabarán no se sabe dónde y cuándo.

¡Poesía sagrada de lo incógnito,
tienes tú para mí todo el encanto
de lo que se ha tenido y que se va,
y de lo que se espera y no ha llegado!

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