domingo, 8 de mayo de 2011

JACINTO HERRERO ESTEBAN

Las navidades de JACINTO HERRERO ESTEBAN
                                    (2005)

                                                                  Atardecer en Ávila

Todavía el otoño nos depara
unos días de sol. ¡Son tan hermosos!
Se mezclan los azules y los oros
con carmines y púrpura al poniente.


Todo esto bien sabido y sin embargo
golpea a nuestro ojos asombrados
como una llamarada, y en el viento
nos llega fresca la humedad del campo.


Ya no verás los bueyes que regresan
uncidos con coyundas al arado
como en tiempos de Alexis y Menalcas.


Pero las sombras crecen como entonces
con los rayos oblicuos de la tarde,
cuando el día se acorta hacia el solsticio.

En el envés de la tarjeta, me escribió: "Te supongo repuesto de tus achaques. Tendríamos que hablar largo y tendido. Ahora me basta enviarte estos pocos versos tranquilos que te lleven paz. Un gran abrazo. Para tí y los tuyos. Feliz Navidad. Jacinto". La felicitación me llegó en 2006.

                                                                              Xiquena

Mis achaques aún perduran en el tiempo y, sobre todo, en el corazón. Hablar largo y tendido ya lo hicimos, pero es bueno hablar y hablar largo y tendido, como si uno no oyese al otro, pero se captasen los más mínimos matices. Los versos de Jacinto sí me traen la paz, los que me envía y los que leo y aún tengo en mi interior como si hubieran sido míos. Si le mando un abrazo, no sé si le llegará. Pero yo lo hago.

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