martes, 10 de mayo de 2011

MARÍA DEL AMOR HERNÁNDEZ





A LO LEJOS, EL CIELO

Ando sola pisando muy fuerte
las maderas del embarcadero.
Gabarras y naves castellanas
amarradas todas en el puerto.
La tempestad en el ambiente,
sombras vacilantes resurgiendo
y los relámpagos alumbrando
lejos, en el horizonte, el cielo.
Nubes pasajeras proyectadas
sobre mí, todas a un mismo tiempo
sembrándome un halo de misterio.
de miedo y de futuro incierto.
Reflejadas en el oscuro mar
que les sigue sirviendo de espejo,
partiendo en dos la sublime lunas
sobreviviendo a su reflejo.
Ando sola pisando muy fuerte
la madera del embarcadero,
con la expectativa de mi suerte,
ando sola mirando a lo lejos el cielo.




AUSENTE

El mar cantando a muerto,
ha llegado la noche,
veneradme de lejos.
Envuelta en el silencio
anduve mi sendero.
Un triste anhelo eterno
me invade desde dentro,
¡Ausente y frío beso!
Me adentro en el negro mar
¡El mar! ¡Siempre consuelo!





LUNA ENTRE NUBES NEGRAS

Entre mil nubes negras,
la claridad de luna,
entre cielos plomizos
luciendo su blancura.
Guardando sus secretos
de quien la mira y juzga,
oculta de miradas
que siempre la desnudan.
Millones de personas
en la noche pululan,
nadando en el asfalto
los borrachos y putas,
entre vidas que intentan
resurgir de sus ruinas,
eternamente candil
forjado de penumbras.
Y cuando luce su luz
luz blanca que deslumbra,
se convierte en espectro
paseando su blancura.




VIDA VIVIDA

Llevo una pena arraigada
en lo oscuro del alma,
desaliento en mi vida
que surge de la nada.
Maldigo este dolor, que
desde mi pecho mana,
concienciado en el barro
de mi culpa moldeada.
¡Dios! Lucho por acabar
mi leve vida en calma,
desgranando amaneceres
y acariciando albas.
¡Flor infeliz de una vida
que no podrá ser larga
y que tendrá que perder
con música apagada,
tantos atardeceres
de primavera plata,
que agitan ramas, flores,
y en perfumen embalsaman!
Pájaros inmóviles
bordan cielos de nácar,
sal marina, la espuma
entre mi cuerpo estalla.
Soy una foto en sepia
en un cajón guardada
entre lazos de seda
tras trasparentes gasas.
Perdida la sonrisa,
sólo pedirle al alba,
que no quede mi vida
en sepia y olvidada.




QUEBRANTOS

Me encuentro muy cansada, esposo mío,
mis ojos derrotados por el llanto,
escuchando el ¡ay! de mi quejido
no cesa mi dolor ni mi quebranto,
derrotada como el ángel caído,
tápame, hazme con la tierra un manto:
al salir, no apagues la luz del cielo,
sabes que la oscuridad me da miedo.

María del Amor Hernández


Fotografías: José Luis Molina

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