jueves, 5 de mayo de 2011

OTRA VEZ GERINELDO


Gerineldo

─Gerineldo, Gerineldo,
paje del rey más querido,
quién te tuviera esta noche
en mi jardín florecido.
Válgame Dios, Gerineldo,
cuepo que tienes tan lindo.
─Como soy vuestro criado,
señora burláis conmigo.
─No me burlo, Gerineldo,
que de veras te lo digo.
─¿Y cuándo, señora mía,
cumpliréis lo prometido?
─Entre las doce y la una,
que el rey estará dormido.
Media noche ya es pasada,
Gerineldo no ha venido.
¡Oh malhaya, Gerineldo,
quien amor puso contigo!
─Abráisme, la mi señora,
abráisme, cuerpo garrido.
─¿Quién a mi estancia se atreve,
quién llama así a mi postigo?
─No os turbéis, señora mía,
que soy vuestro dulce amigo.
Tomáralo por la mano
y en el lecho lo ha metido;
entre juegos y deleites
la noche se les ha ido,
y allá hacia el amanecer
los dos se duermen vencidos.
Despertado había el rey
de un sueño despavorido.
─O me roban a la infanta
O traicionan el castillo.
Aprisa llama a un paje
pidiéndole los vestidos:
─¡Gerineldo, Gerineldo,
el mi paje más querido!
Tres veces le había llamado,
ninguna le ha respondido.
Puso la espada en la cinta,
adonde la infanta ha ido:
vio a su hija, vio a su paje,
como mujer y marido.
─¿Mataré yo a Gerineldo,
a quién crié desde niño?
Pues si matare a la infanta
mi reino queda perdido.
Pondré mi espada por medio
que me sirva de testigo.
Y salióse hacia el jardín
sin ser de nadie sentido.
Rebullíase la infanta,
tres horas ya el sol salido;
con el frío de la espada
la dama se ha estremecido.
─Levántate Gerineldo,
levántate, dueño mío,
la espada del rey mi padre
entre los dos ha dormido.
─¿Y a dónde iré, mi señora,
que del rey no sea visto?
─Vete por ese jardín
cogiendo rosas y lirios;
pesares que te vinieren
yo los partiré contigo.
─¿Dónde vienes, Gerineldo,
tan mustio y descolorido?
─Vengo del jardín, buen rey,
por ver cómo ha florecido,
la fragancia de una rosa
la color me ha desvaído.
─De esa rosa que has cortado
mi espada será testigo.
─Matadme, señor matadme,
bien lo tengo merecido.
Ellos en estas razones,
la infanta a su padre vino:
─Rey y señor, no le mates,
más dámelo por marido.
O si lo quieres matar
la muerte será conmigo.

Navegando por la red, me encontré esta versión del romance de Gerineldo que pertenece a (c) Jesús Fidelis, quien lo colgó en su web el domingo 30 de agosto de 2009.

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