domingo, 15 de mayo de 2011

LOS DÍAS DESDE LA CALA

                                                                                       Actual calle de Selgas

Las vicisitudes vividas en Lorca desde el jueves pasado me han impedido asomarme a este balcón de la Cala. No sé si se huye del dolor, que también, pero todos los refugiados en Calabardina en su segunda vivienda vienen huyendo del miedo que supone saber que la vida de uno está expuesta. Yo no tenía nada que hacer en Lorca, salvo los bienes materiales familiares de los que deben ocuparse otros, no yo. Sigo con dolor moral lo sucedido, sufro con los damnificados, como ya hice en 1973, cuando la riada. En este acontecimiento triste, anduve con otros amigos tratando de ayudar. Ahora sé que, en estas catástrofes, hay personas preparadas que saben más y mejor las cosas que los setentones jubilados que los único que buscamos, busco, es la soledad porque es el único lugar donde uno no molesta y no es molestado. El lunes haré una rápida visita para solucionar un pequeño problema, ver cómo han quedados los libros de las estanterías que están en el suelo y emocionarme con la pérdida de los recuerdos. Pero esto último no es malo, pues así el equipaje para el gran viaje ocupará menos lugar. Los libros volverán a su lugar y yo a mi Cala donde viven ahora casi todos los lorquinos que tienen aquí otro hogar y esto parece ya julio y agosto.

                                                                                                 Cabo Cope

He recibido algunas llamadas y muchos correos electrónicos preguntándome por la situación, la personal y la general. Yo he llamado a los que he podido, hoy continuaré haciéndolo para manifestar a los amigos mi estupor y solidaridad. Me ha llamado hasta el alcalde INIESTA, el lugar en el que la poesía tiene un habitáculo en el que se recoge la mayor parte de la villa. Desde aquí doy gracias a todos los que han llamado. No los cito pero los tengo en mi corazón. Ahora sólo queda ponerse a trabajar para que, a partir del lunes, este impás concluya con la urgencia de solucionar el drama personal y el colectivo de una población muy castigada por riadas y terremotos a lo largo de su dilatada historia. No soy yo el que tiene que urgir a la reconstrucción de su patrimonio, pero sí hay que concienciar a los poderes públicos que son dos actuaciones paralelas: la reconstrucción de los edificios para habitar y la de los edificios históricos patrimoniales de la ciudad. No me imagino Lorca sin la Casa de las Columnas, sin San Patricio, sin el Carmen, a pesar de los pesares, sin las clarisas, sin los franciscanos de las Huertas, sin las capillas de los blancos y azules, sin tantas cosas que van a faltar. Ese será un motivo más para no regresar. En Lorca sería uno más de los ociosos que quedarían mirando los trabajos de los demás, porque uno ya no está para muchos trotes.

                                                                 Antiguo Colegio de la Purísima, hoy Conservatorio

Esperaba deciros algo nuevo
porque están mis palabras tan usadas
que se me van rompiendo como un traje
que me deja la voz desnuda y casta.

Cada día soy más de vuestros ojos
con una intimidad desamparada.
Mi soledad un campo. ¿Y quién le pone
puertas al campo de mi alma?

Las hojas de mi otoño son las mismas
y las mismas sus quejas arrastradas.
Pero siempre es tan nueva la tristeza
que no importa inventar otras palabras.

(Jesús Tomé. De Poesía completa).




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